Un concepto de ciudad diferente

El Jaén filipino se articula en torno a la carretera y tiene en el mercado su alma

03 may 2016 / 19:04 H.

No es posible adentrarse en el Jaén filipino intentando reproducir nuestro concepto de ciudad o de pueblo. Es algo totalmente distinto. Hasta el punto de que hay momentos en los que realmente no se sabe dónde comienza la trama urbana y dónde termina. A la vera de la carretera no dejan de sucederse viviendas de topo tipo, con una u otra apariencia en función de los posibles de sus moradores, pero uno no tiene la sensación, durante gran parte del recorrido por el municipio, de haber abandonado el extrarradio.

Al alzar la mirada, casi nunca se deja de perder la visión de la abundante vegetación, denominador común que encuentra escasas salvedades. Lo más próximo en nuestro Jaén español serían las zonas residenciales de los puentes, salvando las distancias de la tipología de las edificaciones. No hay edificios espectaculares, ni de valor histórico, y los dos que destacan de manera especial son la parroquia de San Agustín y el Ayuntamiento. Por lo general, no es habitual encontrar viviendas que excedan las dos plantas.

El mercado público es el verdadero centro de la ciudad y en torno a él se articulan los principales establecimientos comerciales de todo tipo y las escasas oficinas bancarias. Mientras el mercado está abierto —aproximadamente desde las cinco de la mañana hasta las siete de la tarde, de manera ininterrumpida, de lunes a domingo— la ciudad respira vida. Cuando cierra, se desconecta, entra en estado de letargo... hasta el nuevo día.

Curiosamente, pegado al mercado público se ubica el cementerio y junto a este último, la parroquia de San Agustín, templo principal de la ciudad. Según bromean algunos, reproduce la secuencia de la existencia humana: el mercado (vida), el cementerio (muerte) y la iglesia (vida eterna). Por su parte, el Ayuntamiento se ubica en una zona apartada, como un complejo en el que también se integran el pabellón municipal y el centro de salud. Frente al palacio municipal una amplia extensión, a modo de recinto ferial, con mesas y algunos columpios para los niños. Es el lugar que acoge las principales celebraciones, como las fiestas en honor del patrón del municipio, San Agustín.

La división en veintisiete barangayes

Un barangay es la menor unidad de gobierno local en Filipinas. En todo el país hay 41.995. En filipino, es el equivalente a pueblo, distrito o circunscripción. Los municipios y ciudades del país asiático están compuestos de barangayes. El concepto sería parecido al de nuestros barrios, pero con una estructura organizativa estipulada, al frente de la que se encuentra el capitán del barangay, un puesto que es elegido por los vecinos residentes. Además, hay un consejo, que preside este último, y que permite coordinar las acciones que se impulsan en cada uno de estos barrios, siempre en comunicación directa con el Ayuntamiento. Asimismo, cada barangay suele contar al menos con un capilla, en la que veneran al patrón o a la patrona, así como alguna instalación deportiva —canchas de baloncesto en la mayoría de las ocasiones—.

La ciudad de Jaén está formada por 27 barangayes —ver el mapa adjunto—. Estos son: Calabasa, Dampulan, Hilera, Imbunia, Apo Esquivel, Lambakin, Langla, Magsalisi, Malabon Kaingin, Marawa, Don Mariano Antonino, Navao, Niyugan, Pamacpacan, Pakol, Pinanggaan, Ulanin-Pitak, Putlod, Ocampo Rivera, San José, San Pablo, San Roque, San Vicente, Santa Rita, Santo Tomas North, Santo Tomas South y Sapang. El que cuenta con mayor población de todos ellos es Niyugan, con 6.228 habitantes, mientras que en el extremo contrario está Ocampo Rivera, con tan solo 596 vecinos. Hay un claro sentimiento de pertenencia al barangay, porque constituye la vida más cercana y próxima, el ámbito más familiar, en el que prácticamente todo el mundo se conoce.

Clase media mayoritaria y bolsas de pobreza

Socialmente, la llamada clase media es la más amplia y predominante en el municipio de Jaén. El empleo en el sector primario y en el sector servicios conforma el principal medio de vida de sus habitantes. Como también ocurre en España, no dudan en afirmar que la preocupación más importante de la población es el desempleo, lo que lleva a muchos jóvenes a emigrar a otros lugares del país.

También hay importantes focos de pobreza, especialmente localizados en la ribera del río Pampanga. De hecho, uno de los proyectos sociales más significativos de los impulsados por el Ayuntamiento de Jaén es la construcción de viviendas para dar cobijo a familias que carecen de un techo o que se encuentran en riesgo de exclusión social. Durante la estancia de la expedición de periodistas de Diario JAÉN, por expreso deseo del alcalde, Santiago R. Austria, se les mostró uno de estos proyectos, de los que se sienten especialmente orgullosos, que se acomete en el barangay de Pamacpacan. Allí se han construido ya 17 viviendas destinadas a las familias. Está prevista la edificación de 28 más.

La visita de los periodistas jiennenses fue todo un acontecimiento. Orgullosos de poder contar con un techo, abren las puertas de sus viviendas de par en par como un ejemplo más de la hospitalidad del pueblo filipino. En los escasos metros cuadrados que hay tras los muros, se articula un espacio diáfano en el que se entremezclan sala de estar, fregadero con agua corriente y dormitorio, solo separado por unas telas que penden de una cuerda. El único espacio tabicado es el retrete. Se cocina fuera de la vivienda. Es el hogar de la familia De la Cruz. En la minúscula casa duermen cada día los cinco miembros del clan. Dicen que no necesitan más porque la mayor parte de su vida transcurre en la calle.

Pies descalzos de niños y mayores acompañan cada paso de la comitiva. Los niños celebran los globos entregados por el director; los adultos agradecen las camisetas con el logotipo del 75 aniversario del periódico. Pequeñas botellas de aceite de oliva son el obsequio para los mayores, advertidos de que es para uso culinario, ya que su intención es utilizarlo como cosmético.