Olivar como impronta en el alma

Cuna de civilizaciones milenarias que buscaron abrigo en la Ciudad de la Peña

18 mar 2016 / 09:20 H.

Ciudad milenaria, Martos ha sido testigo del paso de las diferentes civilizaciones que desde tiempos remotos han encontrado protección al abrigo de su Peña. Todos ellos han dejado su impronta en el patrimonio histórico y cultural de la ciudad como sus dos castillo, el de La Villa rodeado de calles recoletas, sinuosas y empinadas y el de La Peña, que luce agonizante sus encumbradas ruinas rememorando tiempos pasados.

Hoy los marteños combinan sus quehaceres diarios con la tradición y la modernidad. Tradición marcada por el cultivo, el cuidado y la extracción del aceite de las enormes extensiones de olivos que llenan su término municipal y la modernidad, representada en su polígono industrial, al que acuden a diario miles de marteños y en el que se asientan algunas de las empresas más punteras de toda Andalucía. Tradición y modernidad, agricultura e industria que contribuyen a que Martos haya capeado la crisis de los últimos años con una de las tasas de desempleo más bajas de toda la provincia. Pero la Historia nos recuerda que tanto los olivos como la industria son efímeros. Antes de los olivos fueron las vides y el cereal quienes señoreaban éstos campos. Las industrias, que ojalá tengan una larga vida, acabarán evolucionando como cualquier ser vivo para transformarse o desaparecer en otras formas de riqueza. Sólo el Patrimonio Histórico queda, se mantiene y pervive a lo largo de los siglos. Ahí está la Peña en la que antiguos cronistas ubicaron la tercera columna de Hércules. Ahí están los templos que desde hace siglos recogen la devoción de los marteños y ahí quedan sus historias, sus leyendas y sus misterios. Por eso precisamente y para poner un granito de arena en la preservación y la puesta en valor de este patrimonio, en junio de 2012 se constituye la Asociación Tucci Nostra de la mano de personas comprometidas con el casco antiguo de Martos, el de mayor riqueza patrimonial y también el más olvidado. Lo componen un grupo multidisciplinar de vecinos que lo mismo organizan una representación de teatro que una audición coral o una performance callejera. Tiene noventa socios y su grupo en Facebook tiene más de 1.400 seguidores.

Según cuentan, su secreto radica en actuar como “pequeñas células”. Aprovechan que entre ellos hay gente con formación y aficiones muy diversas para realizar diferentes acciones con el único objetivo de revitalizar el centro histórico de Martos.