Esperanza más allá del erial

Pueblo de grandes luchadores con un impresionante patrimonio natural

22 mar 2016 / 09:20 H.

Cuando Rosalía y Toñi se enteraron de que padecían cáncer, no se arrugaron, al contrario. Siguieron con su vida, con su día a día, y también ensayando con su grupo de teatro. Lo que tocaba por esos entonces era representar “Cianuro solo o con leche”, una de las muchas obras que a lo largo de estos años han puesto en escena. Su grupo se llama Asociación La Esperanza de Huesa, y empezó como una pandilla de amigos que se reúnen, no solamente como en otros muchos sitios, para hacer manualidades u otras actividades para matar el tiempo, si no que el motivo primero fue para luchar contra otra lacra de nuestros tiempos, la droga. La esperanza era el nombre del grupo y la motivación de cada uno de ellos. Así, con esa ilusión vital, fueron un buen día Toñi y Rosalía a recoger los resultados de las pruebas médicas que les habían hecho y se obró el milagro: el cáncer había remitido a unos niveles que ni los propios médicos se lo explicaban. Esa esperanza y esa ilusión que derramaban cada día en las tablas habían hecho lo imposible. Esta es la gente que me he encontrado en Huesa, gente que te recibe con una sonrisa y que se repone de los sinsabores que da la vida, gente trabajadora que mira con buen talante el futuro.

Una de las últimas vivencias que tuve en Huesa fue, por motivos de trabajo, cubrir el grave incendio que asoló parte de la comarca, y fue en ese momento cuando realmente empecé a apreciar y avalorar el increíble patrimonio natural que atesora este pueblo. Valles inmensos de pinar que contrastan con zonas áridas de formas oníricas y de ricas tonalidades, que salpicadas de espartizales le confieren al entorno hueseño una belleza singular. Lo primero que te atrapa es el aroma a tomillo, que abarrota la sierra y hace que cada paso por el monte sea un deleite para los sentidos. Desde luego es una de las zonas más desconocidas del Parque Natural de Cazorla, Segura y las Villas de manera totalmente desmerecida. Esa aridez, de nuevo, contrasta con un bullicioso pueblo en el que todavía se aprecian vestigios de un pasado comerciante que se muestra como un presente de gente emprendedora y positiva, siempre con una gran sonrisa en la cara, como la que todavía conservo en la memoria, la sonrisa de Toñi y Rosalía.