En las faldas de la Sierra de Cazorla
Parajes de singular belleza natural en un municipio muy celoso de sus tradiciones
Situado en las faldas de la Sierra de Cazorla, en pleno Valle del Guadalquivir, fue fundado en el siglo XIV por Pedro Díaz de Toledo. Santo Tomé se encuentra ocupando una pequeña loma que domina todo el valle, con verdaderos espectáculos visuales en sus espacios naturales. Un detalle que muy pocos saben es que su término municipal se adentra en el interior del Parque Natural de Cazorla, Segura y Las Villas, en la aldea de Las Ericas y el río Borosa, que forman parajes de excepcional belleza y de los más visitados dentro del propio parque, el de mayor extensión del país. Como muestra de su excepcional y bello patrimonio arquitectónico, es preciso detenerse de manera expresa a admirar la torre del campanario de la Iglesia, que según los historiadores data del siglo XIV y, originalmente, fue utilizado por los árabes como un torreón defensivo.
Esta localidad intenta hacer su historia y un despegue turístico con la situación de la Batalla de Baécula en el paraje de las Albahacas y apoyado con un centro de interpretación sobre la batalla. Precisamente, el Cerro de la Dehesa o el de la Albahaca son algunos de los lugares señalados con restos ibéricos en terrazas, igual que es digno de mención el poblamiento prehistórico del Cerro de Turruñuelos.
Entre los diversos colectivos y asociaciones que dan vida a este municipio de la comarca del Alto Guadalquivir, hay que hacer referencia a la Escuela Municipal de Música de Santo Tome, que dirige Paco Sevilla. Gracias a su disposición absoluta se pudo reunir al grupo de alumnos para inmortalizarse en la fotografía. Considerada como todo un referente cultural en esta pequeña localidad, la escuela cuenta en la actualidad con cuarenta alumnos, con edades tan diversas que oscilan entre los más pequeños de cinco años, hasta alguno que ya supera el medio siglo de vida. Y es que, para desarrollar el talento musical, no existe una barrera con fecha de nacimiento. Igual que cualquier excusa es buena para acercarse a este pequeño pero gran municipio del Alto Guadalquivir. Quizá, durante sus fiestas estivales en honor de sus patronos, Santo Tomás o Nuestra Señora de los Remedios o el 15 de mayo, por San Isidro. Y, para reponer fuerzas, sus famosos embutidos serranos.