Una jiennense en la ciudad del amor y de la luz
París es una de las capitales más icónicas del mundo. Calificada como ciudad de la luz y del amor su tamaño y su historia facilitan que se trate de un lugar cosmopolita. Allí ha residido durante más de una década la villanovense Tornero Violeta Rodríguez, actualmente de 33 años. Aunque ahora se encuentra afincada en Málaga no sabe aún si la actual etapa es un breve paréntesis antes de asentarse otras vez a orillas del Sena. De hecho, vuelve a menudo, sin ir más lejos desde este mismo fin de semana.
Con una sólida base musical desde la niñez, Tornero estudió Traducción e Interpretación en Granada. Terminó en 2010, en plena crisis económica. Como era complicado encontrar trabajo y tampoco había oposiciones, probó suerte en Francia. En París consiguió con celeridad una plaza como profesora, algo. “Siempre supe que me dedicaría a esto”, indica. Facilitó mucho las cosas su buen nivel de francés, pues es bilingüe. Tiene su plaza definitiva en un centro de la mencionada gran urbe europea.
Aunque tenía la música un poco abandonada, vio una oferta para la Orquesta Nacional. “Llevaba años sin tocar. Me presenté a las pruebas, sin decirle nada a nadie”, confiesa. La respuesta fue un paquete grande, con partitura. No podía creerse que hubiera sido admitida. Tuvo la oportunidad de formar parte de este proyecto, en el que tocaba el oboe. Sin embargo, la pandemia truncó esta experiencia, que califica de “inolvidable”. “Pasé al otro lado, en el escenario, auditorio, junto a gente que yo admiraba”, evoca de esta etapa vital.
En cuanto al sistema educativo francés, resalta que hay cosas positivas que le han llegado, como la anécdota de un alumno, que le pidió perdón por no haber hecho los deberes. Entre las diferencias con España, destaca que las clases empiezan muy temprano y acaban por la tarde. “Eso va muy bien para la conciliación entre la vida de las familias”, opina. También detalla que cada mes y medio hay dos semanas de vacaciones. Eso le ha permitido regresar con frecuencia a España. En el país que la acogió continuó su formación, de modo que cursó, aparte del máster para ejercer la docencia, Historia del Arte en la Escuela del Louvre, Literatura en la Sorbona y Psicología. Eso facilita que aplique un sistema de enseñanza pluridisciplinar y dinámico. En esta pasión por educar, mezcla teatro y poesía y relaciona numerosas cuestiones con la literatura. “Es una forma de aprender en que cuanto más conexiones haya los alumnos aprenden mejor. Forma de trabajar”, dice. Este método ha llamado la atención de las autoridades francesas. Además, es formadora de profesores. Ve la figura del docente más desvalorizada en España.
En cuanto a París, no duda en calificarla como “la mejor ciudad del mundo”. “Viajé hasta allí con diez años y dije: ‘Algún día viviré aquí’. Y lo he conseguido”, resalta. Entre los múltiples atractivos menciona espacios como el Sena y su entorno, el Torre Eiffel, las iglesias o barrios como Montmartre. “Es una capital cultural mundial, con cientos de posibilidades en cualquier sitio. Se le da mucha importancia a la cultura, incluso a precios módicos”, manifiesta. Considera que es un lujo pasear por sus calles de día o de noche. Ahora bien, admite que es un lugar muy caro —entre los que prohibitivos de todo el planeta—, algo que se nota en cuestiones como el precio de los alquileres. “Ahorrar aquí es dificilísimo”, agrega. De cualquier modo, también se siente como en casa por la cantidad de españoles que residen en ese lugar. Por tanto, en su opinión, pesan en la balance mucho más las ventajas que los inconvenientes.