Taleb Alisalem: “El arma más poderosa es nuestra resistencia”
LA ENTREVISTA
—¿Qué balance hace de estos 50 años de ocupación del Sáhara Occidental por parte de Marruecos? ¿En qué punto se encuentra hoy el conflicto?
—El balance es bastante claro: nos encontramos en la última fase del conflicto, en el capítulo final. El proceso ya atravesó todos los aspectos posibles del conflicto. Las cartas están sobre la mesa. El Frente Polisario apuesta por sus aliados y por el derecho internacional para llegar a una resolución definitiva. Este es el pulso final que dará solución a la cuestión del Sáhara Occidental.
—¿Qué formas de represión sufre hoy la población saharaui, tanto en los territorios ocupados como en el exilio?
—La represión es constante, sobre todo en las zonas ocupadas por Marruecos. La población saharaui es ya una minoría en su propia tierra, porque el régimen marroquí ha llevado a miles de colonos desde Marruecos. Son perseguidos, encarcelados, acosados, forzados a huir... Se utilizan todo tipo de métodos represivos para silenciar a la población o para expulsarla del territorio.
—¿Qué papel juega España actualmente en este conflicto y qué responsabilidad considera que sigue teniendo?
—España sigue siendo, aunque lo niegue, la potencia administradora del Sáhara Occidental. Así figura ante la ONU y así seguirá hasta que se produzca la descolonización. Según las Naciones Unidas, cualquier avión internacional que sobrevuela el Sáhara necesita autorización del control aéreo español. La gente cree que esto es una cuestión de los años setenta, pero no es solo una responsabilidad ética o histórica: es una responsabilidad legal. España tiene la obligación de cumplir con la legalidad internacional y debe tener un papel protagonista en la descolonización.
—¿Fue un punto de inflexión el reconocimiento del Gobierno español del plan de autonomía marroquí?
—Lejos de asumir esa responsabilidad, en 2022 los saharauis sufrimos una traición con esa decisión. En tiempos de Franco se produjo la primera “venta” del Sáhara a Marruecos. En 2022 el Gobierno español reconoció el plan de autonomía marroquí, una forma de legitimar la soberanía de Marruecos sobre el territorio.
Cuando una decisión así la toma otro país puede no tener tanto impacto, pero cuando la toma el Gobierno español, sí afecta, por la relación que tiene. España no ha cumplido; ha herido al pueblo saharaui en lo más profundo.
—¿Qué lugar ocupan los jóvenes en la lucha por la autodeterminación? ¿Se produce un relevo generacional dentro del movimiento saharaui?
—Existe lo que yo llamo un “divorcio no anunciado” entre las nuevas generaciones y quienes fundaron el Frente Polisario. Lamentablemente, no se ha producido un relevo natural de poder. Seguimos teniendo a los mismos líderes de los años 60. Eso ha provocado cierto estancamiento. Nosotros, como nueva generación, seguimos reconociendo al Frente Polisario como nuestro único y legítimo representante, pero también alzamos la voz para exigir una transición generacional necesaria. Necesitamos un liderazgo joven, fuerte, capaz de materializar las aspiraciones del pueblo saharaui.
—En un mundo saturado de conflictos, ¿cómo mantener viva la causa del Sáhara Occidental a nivel internacional?
—El liderazgo del Frente Polisario ha sabido resistir muchas tormentas, tanto regionales como internacionales. Han sido 16 años de guerra brutal, con Marruecos bombardeando con fósforo blanco. Aun así, resistimos. Hemos visto pasar guerras como la de Ucrania o Palestina, o decisiones geopolíticas que han desestabilizado el mundo. Todo parecía indicar que nos llevaría por delante, pero seguimos aquí.
—¿Qué herramientas considera más eficaces hoy para combatir el olvido mediático?
—Las redes sociales han sido un gran aliado para nosotros. Los medios tradicionales muchas veces nos cierran las puertas. Si solicitas trabajar en el territorio ocupado, o entrar, te lo niegan.
—¿Qué mensaje le gustaría transmitir a quienes asistan a esta charla en Jódar?
—El arma más poderosa que tenemos es la resistencia y no solo es empuñar un arma, hay otras formas. A partir de que tienes un derecho legítimo, tu deber es mantenerlo y transmitirlo a las siguientes generaciones.