Santa Bakhita: Si no es un milagro, lo parece
En el Centro Santa Bakhita, en Machakos (Kenia), parroquia de Ekalakala, 22 niños y niñas huérfanos y pobres fueron acogidos hace seis años por dos religiosas, Josefina Ndamboki y Lucía Kaluke. Todos se levantan a las seis de la mañana y desayunan té con leche y un poco de agua, con pan. A las siete ya están en la escuela con otros cien niños de los alrededores. Les enseñan ocho maestras que muchos meses no saben si van a cobrar su sueldo, pero siguen en su desempeño. Los padres de los alumnos pagan lo que pueden y muchos no pueden. Descansan a las once de la mañana para tomar gachas con un panecillo en la comida, a la una de la tarde. La cena es la comida fuerte, pero frugal: algo de pescado, fruta y verduras. A las cuatro de la tarde terminan las clases. Regresan a sus casas los que no viven en el centro, también las maestras, y los habitantes de Santa Bakhita continúan con su vida.
La comida la hace una cocinera, pero del desayuno y la cena se encargan Josefina y Lucía. Los 22 acogidos ayudan y aprenden a cocinar, o a cultivar en un pequeño huerto que amplían ahora que tienen un pozo de agua, gracias a una donación de una valenciana, Susana, en un terreno colindante alquilado. Aprenderán a cultivar maíz, cebolla, zanahorias o tomates. Hay que paliar gastos con autosuficiencia. El médico es gratis, no las medicinas. Tienen un aula divida en dos y necesitan más. Agua, comida, recursos para la escuela y medicinas son sus necesidades. Tienen también una vaca que espera ya dar a luz un ternero. Valor añadido. La cuida un chico del pueblo y los gastos los paga cada mes un voluntario de la OGN “Esperanza” de Morón de la Frontera (Sevilla). Mensajeros de la Paz llegó al rescate del problema de la comida. “Sería mucho más difícil sin su ayuda, porque muchos días te levantas y piensas cómo vas a comprar el maíz, o cuando falta le aceite. Además, nos envía también dinero”, relata a este periódico Josefina, que vino a Sevilla e ingresó en la orden de las Jerónimas, en la que ha estado 30 años, en 1984. “De esta primera vocación me entró una segunda, cuidar a niños huérfanos y pobres”. Como la orden es de vida contemplativa tuvo que dejarla. Viste un sencillo vestido, pero lleva su velo negro: “Sí, porque mi corazón sigue consagrado al Señor, ahora cuidando a los niños”.
Ha conocido, después de mucho trato por teléfono, a Julio Millán Medina, presidente de Mensajeros de la Paz Andalucía. Y está en Jaén para ver a una amiga de 91 años, Ángeles, comprometida también con la causa, que le ha pagado el viaje. “Así que vengo aquí a dar la gracias y a contar lo que hacemos”, precisa. Lucía sigue en Santa Bakhita, que ya presume de tener un técnico de laboratorio, una asistenta social y un cocinero entre sus antiguos alumnos. Les proporcionan también estudios superiores. ¿Cómo? “Como sea. La ayuda llega de la providencia divina cuando mueve el corazón de alguien”. —Pero Josefina, eso tiene nombres y apellidos—. Asiente, sonriendo, al periodista. Si no es un milagro, lo parece.
Donación de Diario JAÉN de material escolar del 34º Concurso Prensa-Escuela
Josefina Ndamboki, que regresa a Kenia en unos días, ha visitado la sede de Diario JAÉN para agradecerle la donación, en 2021, de la recaudación que realizó el periódico con la venta de la Lotería de Navidad, canalizada entonces por Mensajeros de la Paz. La ha recibido, acompañada por Julio Millán, su hermana Jacinta, que vive en Granada, y sus sobrinos Sergio y Germán, el director Juan Espejo. Durante la visita, Espejo le hizo entrega de un cargamento de material escolar del 34º Concurso Prensa-Escuela preparados para la escuela de Santa Bakhita.
En el vídeo, Josefina Ndamboki celebra el pozo que han conseguido construir con una donación para tener agua en el centro.