Qué flash: más de 1.200 máquinas recreativas en la capital jiennense

El Museo del Recreativo persigue el sueño de ser una referencia mundial
Máquinas recreativas.
Francisco J. Marín

Aquellas personas que desarrollaron su infancia en las décadas de los 70, 80 y 90, además de balón en pie y tropecientas horas de calle, entre otras formas de regocijarse en la etapa de la vida más dulce, vieron en los recreativos uno de los mayores divertimentos de su niñez. La felicidad transmutaba a fruición cuando niños recibían alguna moneda de 25 o 100 pesetas de algún familiar y la machacaban en aquellas máquinas que albergaban un mundo de ensueño a través de una pequeña pantalla, en la que manejar a Ryu y Ken, de Street Fighter, o a Paul Phoenix y Eddy Gordo, de Tekken, entre otros personajes, era lo más importante en ese momento.

Aquel universo feneció con la llegada de las consolas, que cambiaron completamente la forma de jugar a los videojuegos. La persona que mantiene viva esta cultura en la provincia de Jaén y en el resto del país es Carlos Martos Lara, ingeniero industrial y propietario del Museo del Recreativo. Un templo del entretenimiento que alberga más de 1.200 máquinas recreativas en una nave radicada en el polígono industrial Nuevo Jaén. Se trata de una de las mayores colecciones de Europa y persigue el sueño de convertirse en el museo más potente a nivel mundial con el apoyo de las administraciones públicas. Ahora mismo es un proyecto en bruto, repleto de reliquias, que va cogiendo forma con buena letra por la profunda pasión que este jiennense le profesa a los videojuegos. Esta aventura comenzó hace casi veinte años con un pinball y, desde entonces, con el olfato y la visión de los mejores cazatesoros, Martos no ha cesado de adquirir máquinas recreativas, principalmente importadas de Estados Unidos y de diferentes países europeos.

“Hace muchos años, de casualidad, cayó en mis manos un pinball antiguo. Lo restauré y lo puse en funcionamiento. A partir de ahí inicié la colección. Primero fue con los pinballs en los bajos de un negocio que tenían mis padres en Mancha Real. Y luego, cuando conocí el mundo arcade, me adentré también de lleno. Uno empieza a acumular y, cuando te das cuenta, tienes una colección más grande de lo que pensabas”, bromea Carlos Martos en conversación con Diario JAÉN.

España fue el segundo productor de pinballs a nivel internacional, con 75 fábricas diseminadas por el territorio nacional, por detrás de Estados Unidos, y muchas de estas máquinas pueden contemplarse en este santuario de recreo. E incluso probar fortuna a los mandos de estas joyas electrónicas para intentar conseguir una alta puntuación. No obstante, Martos remarca que otras muchas de ellas se encuentran en proceso de restauración y reparación, puesto que los servicios para su puesta en funcionamiento no son nada económicos y, además, los reparadores escasean en la actualidad. “El Museo del Recreativo no tiene horarios de visita porque aún no ha llegado a ser el proyecto que se pretende conseguir. Me gustaría que fuera un Hub Digital —espacio de trabajo donde se comparten experiencias e ideas— y que, con su repercusión, sirviera para la creación de un entorno cultural en torno al Museo del Recreativo, con la implementación de congresos, talleres, masterclass y cursos, entre otras actividades. Hay medios y potencial, pero no hay suficiente financiación ni tampoco ubicación, porque en esta nave no se podría llevar a cabo el proyecto”, explica Martos, que añade: “Hay muchas empresas que no tienen visibilidad, que son estudios pequeños. Y creo que Jaén es un sitio idóneo para que el sector se propague y avance en una misma dirección. De hecho, Andalucía ya ocupa la tercera posición en este sector y, además, cuenta con muchas aplicaciones desarrolladas a nivel industrial y profesional, como por ejemplo simuladores para camiones. Creo que, además de un museo, podría ser un centro tecnológico y cultural. La idea es que sea un proyecto de colaboración público-privada”, subraya Martos.

Asimismo, el ingeniero industrial asegura que ya son muchos los enamorados de esta cultura quienes, a través de las redes sociales, ven las imágenes que publica el museo y sin pensarlo dos veces se plantan en la puerta. “Algunos vienen sin avisar desde diferentes puntos del país. Y claro, no les vas a impedir la entrada después de hacer el viaje”, manifiesta Martos, quien detalla que estas situaciones suelen producirse en el tiempo empleado para la reparación de las máquinas. “Se trata de una cultura que está volviendo a emerger en los últimos años. Pero, a la misma vez, no hay suficientes reparadores y encontrar piezas de recambio cuesta una barbaridad. La notoriedad del museo ha provocado que establezca amistades con auténticas eminencias de este mundo, como Marcelo, un reparador argentino que, en diferentes ocasiones, de manera desinteresada, se ha desplazado desde su país para arreglar nuestras máquinas”, apunta.

Una de sus últimas adquisiciones fue un equipo de Microsoft destinado para niños hospitalizados. “Es una pieza de Xbox Medical. Su nombre es ‘Pong, Space Invaders’ y su finalidad es dinamizar y amenizar la estancia de los niños en los hospitales. Me llamó mucho la atención porque es una atractiva forma de integrar los videojuegos en espacios donde hay personas enfermas o con minusvalía. Los videojuegos también son inclusivos”, señala. Aunque sus principales mercados están en Estados Unidos y Europa, también explora otros territorios, como el continente asiático, de donde procede su última compra: una Subroc de Sammy fabricada por Satomi entre finales de los 60 y principios de los 70.

La colección más importante de pinball

La colección que atesora Carlos Martos es ya una referencia en el Viejo Continente, pero también lo es a nivel mundial respecto a los pinballs. “La gran mayoría se fabricaron en España y se exportaron muy pocos. Nuestra colección, en este sentido, es la más grande del mundo”. Según detalla Martos, las máquinas recreativas se valoran y se dividen por su magnitud. A las que ya tienen un tamaño considerable en la colección, como pueden ser las que integran un monitor o los mismos pinballs, cuya cifra asciende a más 1.200 piezas, hay que sumar las piezas pequeñas, como consolas o cartuchos de videojuegos. En total, la cifra de piezas traspasa los 1.700 artículos recreativos. “El problema que tiene el coleccionismo de máquinas recreativas es que ocupa mucho espacio, pero estoy satisfecho de lo conseguido”, afirma.