La inflación empuja al campo a vender directamente al cliente

Cada vez son más los agricultores que sortean a los intermediarios por los costes
La diferencia entre lo que cobra un trabajador del campo en origen y el precio que marcan los productos en el súper es de hasta el 800%
Fran Miranda

Son los que se encargan de sembrar, de regar el terreno con la poca agua de la que suelen disponer, de cuidar la planta y protegerla ante las a veces devastadoras inclemencias del tiempo, también se ocupan de recoger y de separar el fruto de las hojas y otras impurezas. En definitiva, agricultores y ganaderos son la primera pieza del engranaje, los que venden sus productos para vestir las estanterías de los supermercados. Pero, ¿a qué precio? Muy caro, no el que reciben, sino el que pagan.

La diferencia entre lo que cobra un trabajador del campo en origen y el precio que marcan los productos en el súper es de hasta el 800%. Según el último informe elaborado por Unión de Uniones de Agricultores y Ganaderos, las naranjas se pagan a 15 céntimos el kilo, pero su precio se multiplica casi por diez en el punto de venta, donde el consumidor final las compra, de media, por 1,48 euros el kilo. Igual con el ajo y la zanahoria, que siguen en subida. El primero se paga a 70 céntimos el kilo, a unos 6 euros en el supermercado. Por su parte, la zanahoria cuesta 14 céntimos en el campo, pero el cliente paga por ellas más de un euro.

El producto estrella del verano, la sandía, fue más protagonista aún durante la época estival por su elevado precio de venta. Al agricultor que la siembra, la riega, la protege y la recoge se le paga a 36 céntimos el kilo, mientras que el consumidor final paga por ella más de dos euros.

Son solo algunos ejemplos de cómo, a través de intermediarios y distribuidores, se encarecen los productos hasta en un 800% en algunos casos, como se ha expuesto. Por tratar un caso más local, el aceite de oliva virgen extra se paga al agricultor a algo más de 5,25 euros el litro, mientras que en los supermercados se llega a pagar por la misma cantidad 8,72 euros de media —dato extraído del precio que marca el aceite de las principales cadenas de supermercados del país—.

Esta tendencia al alza de los precios se ha traducido en un auge nunca visto antes de la venta directa al cliente, sin intermediarios, para lo que los productores se sirven de las redes sociales, una herramienta formidable para puentear a los distribuidores. Es el caso, aunque hay muchos, del grupo de Telegram “Del campo a la mesa”, donde agricultores, ganaderos y artesanos muestran sus productos, que pueden ser consultados por potenciales clientes. Por contra a lo que se pueda creer, con iniciativas como esta se fomenta el consumo de cercanía, lo que contribuye a la reducción de la huella de carbono, y ni que decir tiene que la ausencia de intermediarios no tiene por qué comprometer la calidad de los productos.

“Mi aceite es más barato y mejor que el del mercado”

n Empezó a vender sus productos directamente al consumidor hace cuatro meses y lo hace a través de su página web (lupoterra.com) y de Telegram, concretamente en el grupo “Del campo a la mesa”, que cumple casi un año. “Vendemos exclusivamente aceite de oliva. Somos una empresa pequeña, familiar, hablamos de la producción que dan unas 3.000 olivas, pero tenemos nuestra propia marca y envasado”, asegura Linares, olivarero de Begíjar, que explica que ellos llevan la aceituna a un particular que las moltura y envasa el aceite resultante que luego venden.

En cuanto a la venta del producto, Linares asegura que “no ha empezado mal”. “Todo ha subido mucho y el potencial cliente se frena en ese sentido, pero hay que tener en cuenta el producto que es, el aceite, un producto que gusta y la gente que lo conoce lo sabe, por lo que al final nos mantenemos. Ahora mismo registramos las mismas ventas que al principio de la pasada campaña, a ver cómo avanza el resto del año”, asegura.

Por supuesto, Linares siempre va a ofrecer el producto más barato de lo que puede ofrecerlo cualquier supermercado, él añade: “Y de más calidad”. En concreto, Linares vende aceite virgen extra de variedad picual, en formato de medio, un litro y en garrafas de cinco; aceite picual temprano, en medio y un litro, y aceite de variedad arbequina. En cuanto a la calidad del producto, Linares expone: “Aparte del control que hace la empresa que moltura, nosotros contamos con registro sanitario y todo va certificado”.

“Producimos pan ecológico, de masa madre e integral”

María Santamaría conoce el grupo de Telegram “Del campo a la mesa” casi desde su creación, aunque antes de su existencia, ella ya fabricaba y vendía sus propios productos directamente al consumidor a través de una tienda online que se convertirá en física en días próximos, y es que Santamaría anuncia que abrirá una panadería en Cazorla con la que complementará la venta en internet.

Vende aceite de oliva de producción ecológica y pan, pero no cualquier tipo de pan, sino uno que ella misma hace a mano, integral, de masa madre y con semillas. “No tenemos ninguna máquina, únicamente el molino para moler el grano”, asegura Santamaría, que añade: “Asumimos prácticamente todo el proceso, excepto la producción de cereal, que no lo cultivamos. No obstante, intentamos comprarlo en Andalucía o lo más cerca posible”. Una técnica con la que, además, contribuye a reducir la huella de carbono. En lo referido a la compra del grano, apunta: “Es también de producción ecológica, al igual que la panadería, que contará con su certificación cuando abra al público”.

Sobre el aumento de los costes de producción, Santamaría reconoce las subidas, que no repercute en el precio final de su producto, al menos no demasiado. “No lo hemos subido mucho, aunque el cliente lo entiende al tratarse de un comercio de cercanía”, asegura. Un ejemplo, la última compra de cereal que hizo fue en marzo y ya le dijeron que el saco de 25 kilos había subido entre siete y ocho euros. ¿Cuánto no habrá subido?