José Marín Torres, cantante de Supersubmarina: “Estoy seguro de mi vuelta a los escenarios”
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LA ENTREVISTA
El 14 de agosto se cumplirán nueve años de aquel accidente que truncó la vida de los cuatro componentes de un grupo de música que, desde Baeza, sumaba éxitos en todo el mundo. No fue fácil el camino hasta vislumbrar la luz al final del túnel para el batería, el guitarrista y el bajista y, mucho menos, para el vocalista, quien se llevó la peor parte de aquel choque en el que también viajaba el “road manager” y, en el otro vehículo, un repartidor de pan. José Marín Torres (Baeza, 1986) rompe su silencio después de un largo proceso de recuperación del que dice: “Ya queda poco”. No hay alguien más positivo en el planeta que él. “Bueno, sí, estamos Cristiano Ronaldo, Van Gaal y yo”, ironiza. Así transcurre una entrevista en la que la voz cantante de Supersubmarina habla sin tapujos de la dureza de llegar al hospital “casi muerto” y de la esperanza de estar aquí para contarlo. Bromea, sonríe y asegura una y otra vez: “Voy a volver a los escenarios seguro, seguro... segurísimo”.
En la casa familiar en la que empezó a tocar el piano con ocho años, donde se crió al amparo de sus padres y sus tres hermanas, abre las puertas de su corazón de par en par para relatar lo que recuerda de ese antes y después que le marcó para siempre. Sabe lo que ocurrió porque se lo han contado. “Veníamos del Festival Medusa, en Cullera, estábamos ya en la recta final de la gira y quisimos regresar a nuestra ciudad para aprovechar los últimos días de las fiestas de agosto. Yo iba dormido y no me enteré de nada. Cuando desperté estaba en el hospital y habían pasado varios meses. Ojalá hubiese ido despierto, por lo menos me hubiera podido defender algo”, cuenta “Chino”, como es conocido el vocalista, guitarrista y compositor de la banda. Sufrió traumatismo craneoencefálico y una contusión abdominal importante “por culpa del cinturón”.
Estuvo un mes en coma y todos temieron por su vida. “Me dijeron que me extrajeron un trozo de hueso del cerebro, se lo llevaron a Sevilla a congelarlo y me lo pusieron después. Tengo medio intestino, me quitaron la otra mitad y lo empalmaron”. Es su testimonio, en primera persona, para trasladar a quienes puedan leer o escuchar sus palabras que, con los avances científicos y el calor de la familia y los amigos, se puede salir de situaciones límites. Y, por supuesto, con la ayuda de la música: “No he dejado un solo día de escuchar a mis grupos preferidos: Kings of Leon, Arcade Fire, Band of Horses, Franz Ferdinand, The Killers.... El noventa y ocho por ciento de mi vida es la música, así de claro”. Cada día que pasa es un paso hacia adelante en su recuperación. No para de hacer ejercicio y, sobre todo, de tocar la guitarra, lo que más le cuesta y en lo que más empeño pone. “Di que mi entrenador es Miguel Salcedo, a ver si me hace una rebaja”, bromea. Una vez por semana acude a su fisioterapeuta, Daniel Reig, y vive con su incondicional Ana Sánchez.
Tanto él como sus compañeros decidieron dar el paso de relatar su historia en “Algo que sirva como luz”, un libro del periodista Fernando Navarro en el que los cuatro desnudan su alma. Juan Carlos Gómez, “Juanca”; Antonio Cabrera, “Pope”, y Jaime Gandía también pasaron lo suyo hasta verse hoy como están. “Había muchas preguntas sin respuestas y decidimos lanzarnos”, subraya “Chino”. Durante los últimos años no perdieron la relación, aunque tampoco son una piña como en aquellos tiempos de ensayos y conciertos: “Éramos un grupo de cuatro y estamos parados. Cada uno ha tenido su calvario propio. No lo hemos hablado mucho entre nosotros. Tenemos un grupo de Whatsapp de la banda y otro de amigos, pero de esto no hablamos”.
El despertar de José Marín no fue de la noche a la mañana. Después de su larga estancia en el hospital, uno de los artistas más valiosos y reconocidos de España tuvo que permanecer un año en la Clínica San Vicente de Madrid. “No tengo conciencia de haberme despertado de una vez, sino que fue poco a poco, una putada”. Sabe lo mal que lo pasaron los suyos, además de sus seguidores, y agradece cada gesto en estos casi nueve años en los que hubo altos y bajos. “No tiene que ser fácil ver a un hijo casi muerto”, resalta.
Hoy es otra persona y, a la vez, el mismo de siempre. “Me dijeron los neurólogos que, cuando pasan estas cosas, lo normal es perder la memoria de unos cinco o seis años hacia atrás del accidente, pero es raro, porque hay cosas que me cuentan de las que tengo relampagazos”, dice durante la entrevista. Lo que sí recuerda perfectamente es cómo surgió Supersubmarina, una banda de cuatro amigos que jugaban al fútbol y que, conforme crecieron, compartieron amor por la música. “De pequeño quería ser unos días torero, otros futbolista, otros Bunbury, otros Coque Malla... Hasta que un día le dije a mis padres que queríaaprender Piano”, relata. Hizo el grado elemental en Baeza y estudió el profesional en Linares. Primero crearon el grupo “Inflamables” y, después, del sonido de las olas del mar salió “Supersubmarina”. Con canciones de “Chino”, que evolucionaron al ritmo del crecimiento del éxito de la banda, los cuatro inseparables llegaron a lo más alto del panorama musical, cabezas de cartel de los mejores festivales y con unos fans de la categoría de los Reyes de España o el mismísimo presidente del Gobierno. “Lo vivimos todo muy rápido, no nos parábamos nunca a pensar lo que nos estaba pasando”, rememora el cantante. ¿Recuerda sus viajes internacionales? Responde: “Claro que sí. Punta Cana, Estados Unidos, México, Alemania, Bélgica, Inglaterra, Escocia... y Gibraltar”. ¿Por qué había un tradicional grito de guerra? “No sé por qué lo hacíamos, pero antes de empezar nos metía en el concierto. No era por identificarnos, sino por decir, venga ya vamos”, puntualiza. Sus canciones preferidas son “Emperatriz” y “Encuentro”, las que “no son favoritas de nadie”, aunque no suele escuchar lo suyo, le gusta más aprender de los demás. Siempre con el nombre de Baeza por bandera, hoy son Hijos Predilectos: “Es un orgullo”.
José Marín pide paciencia a sus seguidores, porque sabe que, tarde o temprano, regresará. “Estoy preparado, yo por lo menos sí, el resto creo que también, pero poco a poco”, manifiesta. “Mi proyecto de vida es volver a grabar un disco y subirme a un escenario. No he conseguido recordar lo que es actuar en un escenario. Cuando vuelva voy a estar cagado de miedo, será como la primera vez”. Impresionante el ejemplo de superación.