Conde Mora: “La profesión enfermera es indispensable en el sistema”

El historiador pone en valor a pioneras contra las epidemias
José Francisco Lendínez y Francisco Glicerio Conde Mora, ayer, en el salón de actos.
Miguel Ortega

La enfermería, abanderada por las mujeres, ha desempeñado, y desempeña, un papel crucial en el desarrollo y de la sanidad y sus sistemas. “Su contribución es indispensable. El artículo 43 de la Constitución dice que debemos tener una sanidad de calidad y apostando por la enfermería estamos cumpliendo con la Carta Magna”, dijo ayer a este periódico el historiador y profesor de Historia de la Enfermería, Francisco Glicerio Conde Mora, antes de iniciar una conferencia sobre “Fuentes históricas para la investigación de las epidemias en los siglos XV-XX”, en el salón de actos de la residencia de mayores del Colegio de Enfermería de Jaén.

“Matronas, enfermeras, practicantes, ahora DUE y los nuevos grados de enfermería son sin duda alguna las puntas de lanza de la sanidad”, apostilló el conferenciante. Puso tres ejemplos pioneros e innovadores. El de Isabel Cendal, enfermera gallega, Rectora de la Casa de Expósitos de la Coruña, que ante la epidemia de viruela en el siglo XIX trasladó en un barco a ultramar, a América, a 22 niños del horfanato con el virus inoculado y salvo muchas vidas allí. “Hoy no se hubiera permitido, porque era un experimento de riesgo, pero salvo vidas; hay que tener en cuenta las circunstancias y los medios de la época, pero ella consiguió llevar a sí la vacuna”, precisa Conde Mora. También en la tuberculosis o “peste blanca” de nuestra posguerra, cuando las enfermeras de Salus Infirmorum aprovecharon la red de dispensarios parroquiales e “hicieron una gran labor”. O la gran figura de la enfermería moderna, Florence Nightingale, que atajó epidemias que diezmaron a las tropas en la Guerra de Crimea, en un hospital cercano a Constantinopla e “hizo descender casi todas”, apostilla el historiador, quien explicó que tras constatar que había más bajas en los hospitales que en el frente, articuló medidas novedosas: canalizó aguas residuales, impuso el cambio de ropa de cama, la ventilación de espacios, menús adecuados, más luminosidad, y revolucionó el sistema pese a la oposición de los médicos militares. Y sobre las epidemias, entre otros casos documentados en archivos e incluso en yacimientos arqueológicos, citó el de la intervención de El Abuelo, en el marco de la religiosidad popular, en la peste de 1680, incluso otra similar por el mismo Nazareno, pero este en Cádiz. “El recorrido que hago va del siglo XV al XX para que se vea que esto no es nuevo”, concluyó.