Antonio Arroyo: “Con el coto nacional de caza llegó la despoblación programada”

Es un hombre que vivió por y para la radio, un medio de comunicación que le dio infinidad de alegrías en su carrera profesional como director y algún que otro mal trago. Tras más de tres décadas en Onda Cero, alcanzó su jubilación en 2017
Antonio Arroyo Serrano, en la redacción de Diario JAÉN. / F. J. Marín / Diario JAÉN.
Francisco J. Marín

LA ENTREVISTA

Antonio Arroyo Serrano (Villanueva del Arzobispo, 1954) ha estado ligado a la radio durante gran parte de su extensa trayectoria profesional. Concretamente, el villanovense, que nació a orillas del embalse de El Tranco, estuvo 33 años al frente de la dirección de diferentes emisoras de Onda Cero repartidas entre las provincias de Jaén, León y Córdoba, desde finales del año 1984 hasta las postrimerías del año 2017, cuando alcanzó su meritoria jubilación. Ahora, tras muchos años meditando su publicación, desempolva un viejo trabajo sobre sus vivencias personales en torno a El Tranco y la despoblación en zonas serranas jiennenses, cuyo título es “Vidas y costumbres borradas”.

—¿Cómo fueron sus inicios en la profesión periodística?

—Comencé en Murcia, en “Diario de Murcia”, mientras hacía el servicio militar en la ciudad. Allí me permitieron hacer mis primeros pinitos, trabajos intemporales, pero que me estimularon mucho para querer hacerme un hueco en la profesión. Este periódico, desafortunadamente, no tuvo un largo recorrido. Sólo duró un año. Más adelante, cuando acabé la mili, me incorporé a uno de los periódicos del Movimiento, que se llamaba “Línea”, en Murcia, en el que fui corresponsal de Molina de Segura. Por aquel entonces tenía casi 80.000 habitantes y escribía unas cuatro páginas a la semana de información de este municipio. Pagaban poco, tarde y mal, pero aprendí mucho. El salto lo di en Ceuta, con 27 años, cuando me enteré que necesitaban un periodista titulado en “El Faro de Ceuta”. Había un juez que tenía mucha tirria a los periodistas y los detenía cada dos por tres. El director que había tenía la manía de meterse con mucha gente. Necesitaba un periodista con titulación, circunstancia que no abundaba por aquel entonces, porque era imperioso que figurara una persona con la cualificación certificada. En la ciudad ceutí estuve dos años y medio, de los cuales dos estuve en la dirección.

—Y regresó a la provincia de Jaén asumiendo grandes responsabilidades. De periodista pasó a director de diferentes emisoras de radio de Onda Cero. ¿Cómo fue aquello?

—Siempre me tiró mi tierra y por eso decidí regresar a Jaén, más concretamente a Úbeda, porque me propusieron ser partícipe de la fundación de Cadena Rato, lo que ahora es Radio Úbeda. Por aquel entonces, aquello no lo conocía nadie. Instalamos la emisora y fue un exitazo, lo que nos permitió acceder a más concesiones y abrir otras radios en Linares y Alcalá la Real, que pasaron a ser de Onda Cero. Tras cinco años en Jaén trabajando en esta cadena, propiedad de la ONCE a la sazón, me encargaron la misión de abrir nuevas emisoras en Castilla y León, donde abrimos camino en las provincias de León, Salamanca y Valladolid. Yo, concretamente, fui el encargado de asentar los cimientos de las emisoras de la capital leonesa, Ponferrada y Astorga. Estuve once años y luego marché a la emisora de Córdoba, donde me jubilé en el año 2017 y donde resido en la actualidad. En los tres últimos años de mi vida laboral, alterné la dirección de las emisoras de Córdoba con las de Jaén. Tuve que hacerme cargo de las radios de Linares y Alcalá la Real, aunque emitían en cadena junto con la de Córdoba. Me considero un andaluz de León.

—Gran parte de su vida la ha dedicado a la dirección de emisoras radiofónicas. ¿Fue un reto personal llegar a ostentar este cargo o le encomendaron esta responsabilidad a medida que avanzaban los años?

—Yo estudié Periodismo en Barcelona. Mi propósito era ejercer como periodista y lo hice en determinados periodos de mi carrera profesional. Pero, en ocasiones, no sabes lo que la vida te puede deparar. Tuve la gran fortuna de poner en marcha diferentes emisoras de radio: instalarlas, buscar personal... Las responsabilidades que tiene una persona cuando es director. Y estoy muy agradecido, porque la vida se ha portado muy bien conmigo. También me lo he ganado trabajando mucho, todo hay que decirlo. Siempre digo que iba para periodista y me quedé en director de radio. Y me siento muy orgulloso de haber podido desempeñar este cargo, porque la dirección de una emisora de radio tiene muchísimas más responsabilidades que la de un periodista, cuya máxima es informar. El director de radio es un gerente. Es jefe de personal, es jefe de programación, es director económico... Lo es todo.

—¿Qué era lo principal a la hora de asumir la dirección de una emisora?

—Tener el mayor número de repetidores o puntos de emisión. Primero fue en León, que era la ciudad más importante, y después fuimos buscando amigos para que se unieran a nuestra cadena.

—En León conoció a uno de los grandes maestros de la radio española, Luis del Olmo. ¿Qué puede decir de él?

—Un grandísimo profesional. Maestro de maestros. Ha sido, es y será una persona muy importante en el mundo radiofónico por todo lo que consiguió con el programa “Protagonistas”, transformando la radio por completo con un estilo inigualable. Yo puedo decir que soy un afortunado porque tengo una buena relación con él. Siempre he dicho que era el rey de El Bierzo, pero no de Ponferrada. Y servidor, con la ayuda de un amigo que trabajaba en un periódico, lo hice rey de León. En ese momento la COPE no le tenía mucha estima, digamos, aunque más tarde sí le valoró como se merecía. Uno de sus fuertes en tierras leonesas era cuando hacía el Rally de Coches de Época, lo que ahora es el Rally Protagonistas, y la COPE menospreciaba su figura. Le decían el señorito. Y yo salí siempre en su defensa. A aquellos que le desdeñaban les decía que estaban completamente locos, porque Luis del Olmo era Dios. Se vino a Onda Cero y establecimos una estrategia para que todo el mundo supiera que estaba con nosotros. La gente mayor, que era mucha la que escuchaba a Luis del Olmo, tenía aparatos que sólo tenían onda media (OM), frecuencia en la que él emitía su programa, por lo que tuve que trabajar duro para que le escucharan en la frecuencia modulada, en FM.

—¿La radio local sigue siendo radio local? ¿O con las continuas desconexiones ha transmutado en otra cosa?

—Evidentemente, no. Yo llamo a la radio local actual cubre huecos. Hace años que no se hace la radio local que se hacía retrospectivamente. 24 horas emitiendo programación local ahora es una utopía. Por poner algún ejemplo, los concursos en la radio que yo trabajé eran muy importantes. Ahora no, lógicamente. Recuerdo que, en León, en cuestión de un par de años, pasamos por la izquierda a la competencia mediante los concursos. Ellos daban premios muy rudimentarios, como carbón e incluso barras de pan. Nosotros, en cambio, comenzamos premiando a los oyentes que participaban con transistores, minicadenas y reproductores de vídeo VHS. Eso fue durante el primer año. Y el segundo año, cuando llegó Luis del Olmo, arrasamos. Se desbordó nuestra audiencia. Barrimos a la competencia, a pesar de que llevaba toda la vida allí y estaba muy asentada. Nosotros fuimos trasgresores en muchos sentidos y eso también nos ayudó mucho.

—¿Por qué para su primer libro ha decidido escoger el tema de la despoblación en la Sierra de Cazorla, Segura y Las Villas en lugar de su experiencia en la radio?

—Porque la radio también deja momentos amargos, sobre todo cuando una persona ha sido directivo durante tantos años. No obstante, me apetecía escribir sobre este tema. Era algo que tenía pensado escribir desde hace muchos años, pero por falta de tiempo y otras cuestiones no llegué a hacerlo hasta ahora.

—Habla de la despoblación, pero ¿en qué consiste concretamente “Vidas y costumbres borradas”?

—Yo lo defino como un reportaje largo. Son mis recuerdos personales sobre la zona jiennense en la que crecí. El libro se divide en tres partes perfectamente diferenciadas. En la primera parte me centro en lo que es la vida en El Tranco, la construcción del embalse y su central hidroeléctrica y el poblado que se formó en torno al pantano. La segunda parte es lo que llamo la pérdida de las costumbres. Vidas que fueron borradas. Porque mi teoría es que con la creación del coto nacional de caza se instauró lo que es la despoblación programada. Y la tercera parte es una recopilación de palabras autóctonas de la zona. Se podría decir que es un diccionario serrano.