Notas con aires europeos

El grupo Coloquio 6 llevó la harmoniemusik hasta el festival Música en Segura
Janire de Paz, Carolina Guiducci, Pablo Traine, Sergio Sánchez, Francisco Javier Sánchez y William Gough, integrantes de Coloquio 6, posan con sus instrumentos.
Nuria Fernández Luque

La artista Carolina Guiducci es clarinetista de Coloquio 6, un grupo que, tras recorrer escenarios de toda Europa, y consolidarse como una de las formaciones emergentes más prometedoras del panorama europeo, el sexteto de viento debutó por fin en España con una participación muy especial en el festival Música en Segura. Formado por Carolina Guiducci y Sergio Sánchez (clarinetes), Janire de Paz y Pablo Traine (trompas), Francisco Javier Sánchez y William Gough (fagotes), Coloquio 6 está especializado en Harmoniemusik, un estilo de música para vientos de los siglos XVIII y XIX que nació para sonar al aire libre. En esta edición de Música en Segura, el ensemble participó en tres iniciativas distintas: ofrecieron cuatro conciertos escolares, acompañaron al público en una excursión Musical por la montaña, y protagonizaron un concierto al amanecer.

—¿Cómo nació Coloquio 6?

—Nació hace dos años y medio, cuando todos estábamos estudiando en el conservatorio de Países Bajos. Después de tocar juntos en varios proyectos, empezamos a preparar el repertorio que ahora presentamos, y nos encantó la experiencia. A raíz de eso nos surgió una oportunidad para dar un concierto en los Países Bajos, y ese fue el momento en el que dijimos: “vale, vamos a formar un grupo estable”.

—¿Cómo definiría el estilo musical del grupo?

—Nuestro enfoque está centrado en el harmoniemusik, que es un tipo de música de cámara para vientos que se tocaba sobre todo en los siglos XVIII y XIX. Es un estilo muy festivo: esta música se interpretaba en banquetes, fiestas, en jardines... así que tiene ese carácter alegre, accesible, muy activo.

—¿Cómo ha sido la experiencia de participar por primera vez en el festival Música en Segura?

—Un honor total. Para Francisco Javier, que es de Úbeda, fue emocionante. Él ha ido muchas veces como oyente y siempre le encantó el festival, así que poder participar como músico y llevarnos con él fue especial. Para todos fue una experiencia preciosa. El público nos recibió con muchísimo cariño, con comentarios positivos, y tocar en un entorno natural fue como un sueño.

—Durante el festival han participado en tres iniciativas distintas. ¿Cuál ha sido el mayor reto?

—Ha habido varios. Uno fue adaptar el repertorio a diferentes públicos. Por ejemplo, los conciertos didácticos para niños tienen un formato muy distinto al de un concierto de festival para adultos, así que hubo que repensarlo todo desde la base. Pero creo que lo llevamos bastante bien. Otro reto fue el clima. Había incertidumbre sobre si llovería, si haría viento o frío, y claro, tocar al aire libre siempre tiene esos factores en juego.

—¿Cuál de las tres experiencias del festival le dejó mejor sabor de boca?

—Es difícil elegir, porque fueron experiencias distintas y todas muy especiales. Pero personalmente me encantó el formato de las excursiones musicales. Esa cercanía con el público, caminando con ellos, hablando... genera una energía de intercambio especial que es difícil lograr desde un escenario. Fue una experiencia bonita.

—¿Cómo fue la respuesta del público, tanto el general como el escolar?

—Muy buena. Después de cada concierto venía gente a felicitarnos, a darnos las gracias, a decirnos que les había encantado tanto la música como nuestra forma de presentarla. Yo me quedé un rato más por Segura y me sentía un poco famosa: me saludaban por el pueblo, me decían “Hola Carolina, qué tengas un buen día”. Fue muy emocionante ver que nuestra propuesta conectaba así con el público.