María Iglesias, periodista y escritora: “No es justo que nos reservemos los derechos humanos”

La sevillana reflexiona sobre su último libro, Horizontes, el cual presentará el próximo sábado en la Feria del Libro de Jaén
María Iglesias.
Manuela Rosa Jaenes

LA ENTREVISTA

Representa el ejemplo de perfecta fusión entre Periodismo y Literatura en la firma de unos trabajos convertidos en obras de arte. Traslada la pasión con la que se enfrenta al entrevistado a la edición digital y a la impresa, en formato periodístico o en esas novelas que, en un fluido recorrido por sus páginas, el lector es capaz de visualizar cinematográficamente lo que lee, de oler el perfume de sus personajes y de escuchar el mar embravecido por las injusticias y la desigualdad territorial. La periodista y escritora María Iglesias Real (Sevilla, 1976) se adentrará en las profundidades de su último libro, Horizonte, el próximo sábado, a las ocho de la tarde, en el Espacio Roldán y Marín de la Feria del Libro de Jaén.

—Cuesta trabajo hablar de usted a una compañera de carrera. ¿Quién nos enseñó a hacerlo en la Facultad de Ciencias de la Información?

—No lo sé, pero me parece adecuado, sobre todo en los temas políticos. Es una buena práctica, porque pone barrera. En este caso cuesta trabajo, pero vamos a intentarlo.

¿Cuál es el origen de Horizonte?

—Tiene un doble origen. Por una parte está una entrevista que yo hice, en noviembre de 2018, a Sani Ladan, un joven camerunés que estudiaba en la Universidad Loyola de Sevilla, por encargo de “elDiario.es” para una revista en papel sobre inmigrantes en España. Me impactó mucho la existencia de una nueva generación de africanos en el continente y la diáspora que estaban hartos de una imagen victimista, paternalista y, aunque no intencionada, en los medios de comunicación españoles y europeos. Me transmitió un proceso de cambio para dar un impulso inédito de igualdad. Fue una larga entrevista, aunque a mí me encargaron 500 palabras. Lo que ocurrió es que, al día siguiente, me encontré con el periodista Javier Martín Arroyo, a quien le transmití lo poderoso que me había parecido el testimonio y me dijo que existía un proyecto de construcción de un túnel, desde hace décadas, entre Europa y África. Ahí me vi con los dos pilares para poder poner en pie la novela con una coralidad de personajes.

¿Qué hay de realidad y de ficción?

—La novela parte de esa inspiración real de Sani Ladan, pero no es un libro sobre su periplo migratorio, hay un arranque, inspirado en él, pero luego hay muchas cosas más proyectadas en el futuro hasta plantear ese proyecto real de puente que existe entre España y Marruecos desde los años ochenta y que va mucho más allá de la infraestructura, porque significa un proyecto diplomático de relación de igualdad entre territorios.

Que no haya fronteras...

—Bueno, que el sistema que establezcamos entre nosotros sea equiparable tanto de norte a sur como de sur a norte, es decir, que si establecemos que haya fronteras, que podamos viajar lo mismo de España a Marruecos sin visados, que al contrario. Lo que no parece de justicia es que los europeos, occidentales o blancos nos reservemos los derechos humanos como válidos sólo para nosotros, y los consideremos un tópico cuando son aplicados a los demás y, fundamentalmente, al sur global.

¿Qué conocía de África antes y qué conoce ahora?

—Es muy interesante esta cuestión, porque para mí la elaboración de la novela, tanto la documentación como la redacción, ha sido un viaje de descubrimiento de África, del continente más cercano y, a la vez, el que está separado por la mayor brecha de desigualdad del planeta. Pienso que este desconocimiento mío, a pesar de ser una periodista especializada en migraciones y derechos humanos por diversas circunstancias, puede ser muy extendido entre el resto de la población. ¿Cuántos de nosotros hemos cogido el ferry para cruzar los catorce kilómetros del Estrecho de Gibraltar? La elaboración de Horizonte me ha servido para vencer muchas barreras de miedo y prejuicio. He disfrutado de estancias profesionales y personales enriquecedoras. Mi aspiración es que la novela pudiera convertirse en ese puente para que el lector tenga valor para viajar a África y para establecer relaciones sociales más cercanas con los africanos que están entre nosotros.

¿Ha conseguido que dé vergüenza lo que hacemos con África?

—Eso no es tarea mía, yo creo una ficción literaria en la que se plantean aspectos realmente vergonzosos y un universo de posibilidades por explorar y construir juntos. Espero haber conseguido darnos cuenta de que la realidad del fenómeno migratorio no es solamente dolorosa y que tenemos que fijarnos en lo que podemos ganar todos juntos si construimos una relación diferente, más armónica, fuera de este discurso del odio y azuzar los miedos que ejerce la ultraderecha para entrar en las instituciones.

¿Qué propone para lograr una relación de justicia y equidad?

—En la ficción hay toda una aventura coral, en la que los personajes construyen ese puente, en forma de estructura y de estrategia diplomática, para generar una negociación entre mandatarios africanos y europeos en Andalucía. Traspasado ese simbolismo a la realidad pragmática del mundo en el que vivimos, la propuesta es que el libro se convierta en un enlace y que todos nosotros establezcamos los puentes de conocimiento de los demás para derrumbar barreras y que no prospere el discurso del odio.

¿Por qué decide escribir libros cuando tiene a mano el Periodismo?

—Periodismo y literatura son dos actividades que simultaneo. El primero me da la posibilidad de abrirme y de nutrirme de otras realidades, como fue el caso de la entrevista que hice, que me sacó de mi propio ensimismamiento, y al mismo tiempo, el segundo me permite reelaborar lo que aprendo del Periodismo con un plazo más largo y explorar caminos para llegar a otros públicos que están abrumados por la velocidad de los impactos mediáticos y que, en la lectura de la novela, pueda empatizar mejor con los personajes. Yo buscaba esa identificación más profunda para intentar influir en la reacción social.

¿Su próximo trabajo?

—No estoy segura del todo, pero tengo el germen de una idea y que avanza por esos caminos a los que me ha ido llevando mi trayectoria y que tiene que ver con la relación con otros países y, sobre todo, con la amistad.

¿Qué espera del público de Jaén?

—Tuve una muy buena acogida con Lazos de humo y tengo muchas ganas de que vuelvan a arroparme como lo hicieron entonces.