La faceta más personal y cercana de Antonio Alcalá Venceslada contada por su nieto

Antonio José Alcalá presenta hoy la obra, a las 19:00 horas, en el Antiguo Hospital de San Juan de Dios
Antonio José Alcalá, nieto del prominente escritor, poeta, archivero, filósofo y profesor jiennense, Antonio Alcalá Venceslada.
Francisco J. Marín

LA ENTREVISTA

El Antiguo Hospital de San Juan de Dios acoge hoy, a las 19:00 horas, la presentación de “Alcalá Venceslada. Un andaluz presente”, un libro biográfico del prominente escritor, poeta, archivero, filósofo y profesor jiennense. Escrito por su nieto, Antonio José Alcalá, destaca la trascendencia de su abuelo como figura intelectual andaluza y la urgente necesidad de su reivindicación ante el generalizado desconocimiento de su legado en la provincia de Jaén. Se trata de una investigación de tres años cuyo resultado es una obra de casi 500 páginas.

—¿Qué le motivó a escribir el libro biográfico “Alcalá Venceslada. Un andaluz presente”?

—Tras jubilarme, decidí investigar sobre la vida de mi abuelo paterno, a quien no conocí personalmente. La investigación me permitió conocer, amar y respetar más su figura y legado, considerándole una persona enorme y admirable por su capacidad de servicio hacia los demás. La pretensión de este libro biográfico es dar a conocer la magnitud de Antonio Alcalá Venceslada y situarlo en el lugar que le corresponde en la cultura andaluza y española.

—¿Desvela información inédita?

—He hallado información desconocida, incluso por mi propia tía Rosario —hija de Antonio Alcalá Venceslada—. He contextualizado su vida y trabajo de una manera profunda, destacando la sorprendente colaboración de archivos, como el de los Jesuitas de Zaragoza, que me enviaron el expediente de mi abuelo al día siguiente de pedirlo.

—¿De qué manera narra la vida de su abuelo en este biográfico?

—El libro se divide en tres etapas principales de su vida. Narro su infancia, sus primeros diez años. Nació en Andújar, aunque su familia era de Marmolejo, sintiéndose arraigado a ambos lugares. También su etapa viajera, de 1893 a 1920. A los 10 años dejó Marmolejo para estudiar con los Jesuitas en Zaragoza. Continuó sus estudios con los Jesuitas en El Palo, donde fue compañero de José Ortega y Gasset. Terminó el bachillerato en Jaén, donde un profesor, Francisco de Paula Ureña, le animó a escribir. Estudió en las Universidades de Granada y Sevilla, y aprobó las oposiciones a bibliotecario en 1915, siendo director de la Biblioteca de Jaén. Pero, durante esta etapa, no se estableció de forma permanente en ningún lugar, viviendo una vida de constante movimiento. En 1917, ya daba clases en Santiago de Compostela. La última etapa de las tres es la de asentamiento en Jaén, de 1920 hasta su muerte. En ese año, se casó en Arjona con Isabel Muñoz-Cobo y se estableció definitivamente en Jaén. Desde 1921 y hasta su jubilación, fue profesor en el Instituto de Jaén, posteriormente conocido como Virgen del Carmen, impartiendo historia, francés y literatura española. Continuó dirigiendo la biblioteca y colaboró en la fundación del Museo Provincial, dado su perfil de historiador.

—¿A qué obras de su abuelo hace referencia en el libro?

—A “Vocabulario andaluz”, principalmente. Es considerada su obra más relevante. Iniciada en torno a 1914, fue un proyecto que continuó hasta su muerte en 1955. Francisco Rodríguez Marín, director de la Biblioteca Nacional y jefe de bibliotecarios de España, fue quien le impulsó a realizar esta obra monumental. Contiene 18.600 palabras que no figuraban en el diccionario de la Real Academia Española. Ha tenido también mucha importancia en las facultades de Filología Hispánica de Suramérica, dada la influencia del andaluz en el español hablado en América. Elegí este título para el libro biográfico para enfatizar la perdurable influencia de “Vocabulario andaluz” en el español contemporáneo, especialmente en América Latina.

—¿Cree que la figura y, sobre todo, el legado de su abuelo es reconocido como se merece?

—No. Yo, personalmente, lamento el desconocimiento que existe sobre la figura y el legado de mi abuelo, especialmente en la provincia de Jaén, donde mucha gente confunde a menudo las ocupaciones profesionales que ejercía. Hay ejemplos que son, cuando menos, rimbombantes, como el de una concejala que no sabía que mi abuelo ya tenía una calle con su nombre en la ciudad de Jaén. O gente que lo confunde con un médico o sólo lo asocia con un colegio. Por otra parte, pienso que también hay falta de reconocimiento oficial. Ni siquiera su antigua casa posee una placa conmemorativa