Al otro lado del auricular

relaciones sociales y eventos

16 jun 2019 / 11:32 H.

Cuando suena el teléfono estamos a la expectativa de lo que nos digan, dispuestos a escuchar, a empatizar y a intentar ayudar a la persona que está al otro lado”. Así explica María Cazalilla, presidenta del Teléfono de la Esperanza, el funcionamiento de la ONG sin ánimo de lucro, que está a disposición de los jiennenses que se encuentren en una situación de crisis las 24 horas los 365 días del año. Con más de 40 años de trayectoria en el ámbito nacional, en la capital lleva implantada ya una década. “Empezamos a trabajar en el colegio Cristo Rey, que nos dejaron un aula, luego en Alcohólicos Anónimos también nos prestaron espacio suficiente para desarrollar nuestra labor, y gracias a una voluntaria estamos en las instalaciones actuales, ubicadas en la calle Peso de la Harina”, explica Cazalilla, que lleva tres años al frente del colectivo.

En total, cuenta con 27 voluntarios, además de donantes económicos que ayudan a sufragar, con la cantidad que cada uno quiera, la actividad del Teléfono de la Esperanza, porque no tienen subvención alguna. Así, viven de los eventos que realizan fuera y de los cursos que ellos mismos se organizan. Entre ellos hay orientadores, dinamizadores de grupos para la formación y profesionales, psicólogos o abogados que les ayudan a terminar con éxito algunas de las llamadas. Se organizan en tres cuatro turnos, uno de noche, de 22:00 a 08:00 horas; otro de mañana, de 09:00 a 14:30, y dos de tarde, de tal forma que los voluntarios se apuntan mensualmente en el que mejor les viene para no dejar desatendida ninguna llamada, aunque la mayoría los tiene fijos.

El más complicado, subraya Cazalilla, es el de noche: “Es cuando más llamadas se suelen dar porque hay muchos miedos nocturnos”. Hay gente, explica, que a lo mejor se ha tomado la pastilla pero no le hace efecto y llama en busca de consuelo, otros que de desahogan de su día a día, y luego están, esporádicamente, los casos de suicidio. “Se nos ha dado el caso de llamar una persona y decirnos que quiere morir acompañada, y eso es muy crudo. Porque tenemos que darle alguna pauta y buscar lo que le enganche a la vida. Eso tenemos que hacerlo desde el alma, que es desde donde hablamos y escuchamos, y debemos andar de puntillas en esa llamada porque es tan personal... A veces le damos un poco la vuelta, le preguntamos por su familia y ya ahí caen en el hecho de que no quieren que sus allegados sufran. Nosotros vemos que tienen una forma donde enganchar y nos relajamos un poco”, afirma la presidenta. De día las llamadas son, sobre todo, las personas mayores que están solas las que recurren a este servicio: “En alguna ocasión, al contestar con la frase ‘Teléfono de la Esperanza, dígame’, se nos ha dado el caso de que nos piden que lo repitamos, tan solo por escuchar nuestra voz”. En este sentido, Cazalilla reconoce que cada vez hay más personas que están solas, en muchos casos con hijos que trabajan y no pueden prestarles la atención que necesitan.

Hay situaciones también que desvían al profesional, psicólogos, abogados... que son los que continúan con el asesoramiento. “A lo mejor se trata de una separación y tienen cosas que repartir o que ver, pues los desviamos al abogado y tiene la conversación con esta persona. Si necesita un psicólogo preguntamos si está atendido por algún profesional, porque ahí no intervenimos por ética, pero si no tienen a nadie porque quizás no reconocen cómo se encuentran y que necesitan ayuda, le inducimos al psicólogo nuestro”, concreta la presidenta. Pero, ¿cómo se prepara una persona para hacer frente a llamadas como la de gente que quiere quitarse la vida. “Nadie está preparado para escuchar eso. Lo que sí estamos es sensibilizados, por lo que empatizamos con las personas enseguida, de otra manera no podríamos”. A ello se suma la formación que reciben los voluntarios y la del Teléfono de la Esperanza a nivel nacional, donde les ofrecen las pautasy se ponen al día en cuestiones de actualidad. “Entre unos y otros nos ayudamos dentro de la ONG para hacerla fuerte en Jaén”, dice.

“mientras pueda no voy a dejarlo”