¿Vamos a morir todos?

    21 mar 2020 / 10:49 H.

    La crisis del coronavirus, el estado de alarma, la sobredosis informativa y el aislamiento social ha provocado en todos nosotros una sensación extraña, una mezcla de incertidumbre y nervios ante una “perspectiva de muerte”. Así lo señala Catherine Belling, profesora de educación médica en la Facultad de Medicina de Feinberg (Chicago): “La mente, el aparato psíquico y el mundo interno de las personas reaccionan a la llegada de esta pandemia con mucha angustia”.

    El primer reajuste psicológico que debemos de hacer es dimensionar la tragedia a la realidad. Se trata de una enfermedad, pero no de una condena de muerte para todos. Ni siquiera para la mayoría de los ancianos; tampoco para los nonagenarios. ¿Vamos a morir todos? No.

    El problema no es principalmente de salud individual, sino de salud pública. La velocidad de contagio es tan elevada que fácilmente puede colapsar nuestro siempre limitado sistema sanitario. Y eso hace que la situación de los enfermos por coronavirus u otras patologías empeore sustancialmente.

    Sin embargo, la incertidumbre y la falta de control de una situación nueva e imprevista nos genera nerviosismo y en algunos casos ansiedad. Psicológicamente el miedo ante lo desconocido es normal. El problema aparece cuando ese miedo se transforma en bloqueo.

    Para actuar, lo primero que tenemos que hacer es observar las señales que nos están indicando nuestro cuerpo:

    —Rigidez motora, temblores, dolores musculares, espasmos.

    —Permanente estado de alarma, hipervigilancia.

    —Inquietud interna negativa, irritabilidad, impaciencia, preocupaciones, miedos, anticipación de desgracias para uno mismo y para nuestros seres queridos.

    —Temor a la muerte, temor a perder a seres queridos, a la enfermedad y sus secuelas.

    —Quejas somáticas: palpitaciones, opresión precordial, sequedad de boca, hipersudoración, dificultad respiratoria, pellizco gástrico, escalofríos, oleadas de calor y de frío, manos sudorosas, sensación de mareo o vértigo, colitis, micciones frecuentes.

    Estas señales no son reales, sino que responden a un estado de ansiedad, si no van acompañadas de fiebre y si se quitan realizando técnicas psicológicas.

    Dos aspectos psicológicos que hay que combatir: El miedo-ansiedad generado por la enfermedad y el aislamiento de la vida social, por estar en un lugar cerrado.

    Técnicas que podemos emplear, para su control:

    1. Distracción: Algunas formas que pueden resultarte útiles son: Hablar, hobbies, cocinar, leer, ordenar, ejercicio, salir a los balcones o a las terrazas, mirar por las ventanas.

    2. Control de la respiración diafragmática: Esta indicación es para los momentos de crisis importantes, si aprendemos a respirar de forma diafragmática lenta, puede ayudarnos a relajarnos y a controlar el pico de ansiedad. Para ello coloca una mano en el pecho y otra sobre el estómago, comprobando que llevas el aire a la parte inferior de los pulmones. Al tomar el aire, lentamente, lo llevas hacia abajo, hinchando un poco el estómago y la barriga, sin mover el pecho. Retienes un momento el aire en esa posición. Sueltas el aire, lentamente, hundiendo un poco estómago y barriga. Intenta mantenerte relajado y relajarte un poco más al soltar el aire, todo sin mover el pecho.

    3. Relajación: https://youtu.be/VZrUfADraX8, https://youtu.be/dHyLgGvPIbw4.

    4. Autoinstrucciones: Son frases o mensajes que te diriges a ti mismo para afrontar adecuadamente el pensamiento negativo que se ha constituido a raíz del problema. Anota en una hoja mensajes positivos y repítelos cada vez que afrontes las sensaciones o situaciones temidas.

    5. Imaginación positiva: Visualiza lo que ves, lo que sientes y lo que te dices a ti mismo al afrontarla. Si te cuesta imaginártelo escríbelo como si fuera una historia.

    6. Afrontar las sensaciones sin tratar de evitarlas, como algo normal.

    Y, sobre todo, lo más importante es dejar de alimentar tus miedos y terminarán desapareciendo. Las circunstancias no van a cambiar, pero sí tu manera de vivirlas.