Una pandemia “cargadita” de lluvias

Los tres meses de covid-19 dejan abundantes precipitaciones en la provincia

09 jun 2020 / 13:15 H.

La covid-19 llegó y el virus trajo debajo del brazo el agua. Después de un invierno seco, marcado por las lluvias torrenciales y tras un mes de febrero sin que cayera una gota, con la entrada del coronavirus y el confinamiento, las precipitaciones se dejaron ver por la provincia y durante estos tres meses de pandemia, han sido muchos los litros que han caído en los campos jiennenses. Además, ha llegado justo a tiempo, en el momento adecuado para que el olivar florezca y pueda haber una gran cosecha este año, que ayude a salir de la profunda crisis que vive el sector oleícola, marcado por los bajos precios. Así, la regularidad ha sido la tónica habitual en este tiempo de coronavirus, ya que en marzo, abril y mayo, el agua ha caído en abundancia, casi por igual en todas las zonas de Jaén, nada que ver como en 2019, que como se ve en la gráfica, salvo en abril, en los demás meses apenas hubo precipitaciones, dejando al olivar seco.

Además, no es una paradoja que la covid-19 llegara con las lluvias debajo del brazo, ya que antes de que se decretara el estado de alarma, apenas habían caído litros, ya que en marzo, casi todas las precipitaciones fueron en la última semana, cuando la población estaba confinada en casa. Agua que hizo crecer notablemente las cifras de ese mes para acabar con unos datos que en la mayoría de estaciones meteorológicas de la provincia superan los 50 litros por metro cuadrado, alcanzando los 94 en Santa Elena y superando con creces las cifras de 2019 que estuvieron entre los 10 y 20 litros en todos los puntos de Jaén.

Abril fue más regular en cuanto a lluvias. Fueron muchos los días que cayó agua, aunque sin ser abundantes pero que dejó los mejores datos de la pandemia, ya que en muchas zonas superaron los 60 y 70 litros por metro cuadrado. Aunque esta vez, las cifras fueron inferiores que un año antes, que sobrepasaron los 100 litros en algunas zonas. Un mes que en 2019 fue muy importante, donde se alcanzaron todas las lluvias de la primavera y en el que gracias a estas precipitaciones, la cosecha de aceituna fue menos mala de la que hubo. Por su parte, mayo se fue con sorpresas, ya que cayó más agua de la esperada, gracias una primera quincena en la que las lluvias y las bajas temperaturas fueron protagonistas. De esta manera, se alcanzaron registros altos, rondando los 70 litros por metro cuadrado en la capital. Unos datos muy diferentes a los que hubo el año pasado, cuando apenas cayó una gota,
con muchas zonas de la provincia sin recibir un litro de agua y dejando el campo desértico con vistas al verano.

Por ello, esta primavera, además de estar marcada de por vida por la llegada del coronavirus y los cambios en los hábitos de vida de las personas, también ha sido muy buena para el olivar, gracias a las precipitaciones regulares que ha habido durante los tres meses de pandemia, que han dejado al olivar en muy buenas condiciones y con grandes esperanzas con vistas a la próxima cosecha de aceituna. Además, los embalses presentan buen aspecto para encarar la época más calurosa del año, el verano, aunque mayo ha sido en conjunto extremadamente cálido, con una media sobre España de 19,3 grados centígrados, lo que supone 2,7 por encima de la media histórica de este mes.