Un torero que pidió de rodillas una oportunidad

Morenito de Jaén se encadenó a una farola, recogió firmas y se manifestó para volver a torear en La Alameda

02 feb 2016 / 09:31 H.

Morenito de Jaén es un torero que siempre ha tenido esa “chispa” de locura para entregarse en la plaza y sorprender en la calle. Bullicioso en el ruedo y currante y buscavidas fuera de él. Aunque nació en San Sebastián —el 15 de mayo de 1956—, siempre se ha considerado un jiennense más. Aquí ha vivido desde joven y en el coso de La Alameda tomó la alternativa de manos de Paquirri el 21 de abril de 1984. La muerte de su padre lo marcó mucho. Fue en Guarromán en un accidente con un coche que él mismo conducía. Por unas obras, se salió de la carretera y colisionó con un árbol.

Dice que le faltó fortuna en el ruedo y “romper” con la muleta, aunque muchos lo consideraban un torero brillante con las banderillas. Hizo campañas de éxito, toreó en plazas importantes y, de repente, se quedó parado. Aguantó algunas temporadas casi en el dique seco hasta que cogió los palos para buscarse la vida. Como banderillero ha toreado en decenas de plazas con matadores, novilleros, becerristas y alumnos de escuelas taurinas.

Afortunado. Si se habla de suerte, tal vez, Morenito de Jaén sí que la ha tenido dentro y fuera de la plaza. Sufrió percances, pero siempre se recuperó pronto —a diferencia de lo que le ocurrió a su padrino, que murió corneado por un toro en Pozoblanco—. Además, fue agraciado —en la primavera de 2008— con el coche que Diario JAÉN sorteaba ante notario entre sus lectores, que se entregó en el acto de los Jiennenses del Año 2007.

Cuando vio cercana su jubilación, se obsesionó con despedirse de la afición de Jaén, la que le vio debutar como matador de toros, en el Festival Taurino en Favor de la Asociación Española Contra el Cáncer. En alguna ocasión ya había hecho el paseíllo en él. Después de quedarse fuera del cartel en varias ocasiones, comenzó con una importante campaña reivindicativa. Recogió firmas, puso pancartas delante de la sede, se encadenó a una farola en la calle Eduardo García Maroto y hasta se vistió de luces y se arrodilló encima del capote para que le dejaran torear en el festival. El año pasado, lo consiguió. Hizo el paseíllo, cortó dos orejas y rabo y sufrió dos impresionantes cogidas. Acabó en el hospital con dos costillas fracturadas.

Ahora, quiere volver a torear en este festejo. Afirma que donará parte del dinero de su premio de la Lotería Primitiva a la investigación porque ha sufrido el cáncer muy de cerca y quiere ayudar a las personas que luchan contra esta enfermedad. Aunque hay un torero denominado “El Millonario”, Morenito afirma que, por el momento, no se cambiará el nombre.