Un retraso que vale una procesión
La Cofradía de la Humildad aguanta una hora en Cristo Rey, pero logra salir a las calles
La fiesta cofrade del Martes Santo de 2016 no estuvo en La Magdalena, como es costumbre. No, porque este año la Hermandad del Silencio aguantó y, por eso, “ganó”. Partió desde su templo envuelta por una inusitada multitud con ganas de procesión y se convirtió, sin duda y sin buscarlo, en el epicentro pasionista del día.
Tenía prevista su salida de la iglesia de Cristo Rey a las siete y media de la tarde, pero la vuelta precipitada de La Clemencia bajo una lluvia inclemente obligó a La Humildad a pensárselo dos veces y madurar mucho la decisión de seguir el ejemplo magdalenero o esperar lo necesario hasta que el tiempo dejase de ser una seria amenaza. Se puso en manos de la prudencia, y acertó.
Hasta las ocho y media, aproximadamente, no se abrieron las puertas de la colosal iglesia del Paseo de la Estación. Los severos penitentes del cortejo comenzaron a salir con el silencio de sus labios como voto irrompible, y la ciudad respiró aliviada al advertir sobre su asfalto el tacto de las esparteñas. La procesión anduvo sobre suelo mojado, sí, pero ni una gota brilló sobre el marrón mate de los hábitos. Tanto ejerció la humildad su hermandad homónima que se supo pequeña bajo el poder de la naturaleza y, con todo a favor para enseñorearse de la capital, optó por acortar el recorrido para cumplir los horarios y evitar el riesgo, aunque mínimo, de precipitaciones, máxime a esas horas en las que el frío incita a las nubes a vaciarse.
Por lo demás, la procesión repitió su liturgia de siempre. Esa que la hace imprescindible, por única, en la Pasión local. La luz justa para sobrecoger, penitencia a raudales, rigor extremo. La gente, que lo sabe, aguantó en el itinerario hasta verla pasar por el Paseo de la Estación, punto urbano antaño propio de este cortejo, que invitó a la nostalgia.
Las filas encadenadas, que impresionaron de nuevo como la primera vez que salieron, allá por los años 50 del pasado siglo, contagiaron mudez a las de quienes acudieron al encuentro con una de las manifestaciones públicas de fe más singulares de la Semana Santa. Tristemente privada la ciudad de la bulla de la procesión magdalenera, el hasta en su estatura humilde Crucificado y los suyos salvaron la húmeda jornada cofrade sin excesos.
nueva junta. La Hermandad del Silencio celebró, por la mañana, elecciones para la nueva terna directiva. Con sesenta y seis votos a favor, doce en blanco y solamente una papeleta nula, el único aspirante a gobernar la cofradía, el actual vocal de Manifestaciones Públicas, Diego Montiel Serrano, logró los apoyos suficientes. De esta forma, la procesión contó en sus filas con un máximo dirigente de hecho y otro electo. Ahora toca esperar hasta que el Obispado refrende el resultado.
insignia. La Cofradía del Santísimo Cristo de la Humildad estrenó en la procesión el nuevo guion corporativo de la hermandad. Una hermosa pieza artística realizada en los talleres ecijanos de Jesús Rosado, con el escudo de la Orden de Santiago —emblema del colectivo pasionista de la iglesia de Cristo Rey— sobre un fondo de color marrón estatutario, como el que lucen los hábitos de sus nazarenos en la comitiva.
futuro. La cofradía penitencial trabaja, de forma incansable pero sin prisa, para contar, en un futuro no muy lejano, con el paso de palio de María Santísima Madre de Dios en su procesión del Martes Santo. Una imagen que ya recibe culto en la iglesia del Paseo de la Estación y que se debe a la gubia del imaginero Israel Cornejo, que la talló en el año 2013. Un anhelo por el que, sin embargo, la hermandad no fuerza los tiempos.