Un pajar o un jaulón, el lince cambia sus lugares para parir

El confinamiento hizo que varias hembras eligieran estructuras humanizadas

31 may 2020 / 11:54 H.

La sorpresa que se llevaría el dueño del pajar donde decidió parir este año Koshka no tuvo que ser pequeña. Los linces suelen ser animales confiados de los que, de hecho, nunca se ha registrado un ataque por su parte al ser humano. Pero de ahí a ver que una hembra elije tu pajar para dar a luz a sus cachorros... eso ya es otro cantar. Sería, probablemente, la misma sensación que tuvo el dueño de otro pajar cuando Granadilla, otra lince, tomó la misma decisión el año pasado y, por no variar, volvió a elegir su nave para traer al mundo a sus hijos una vez más. Otro de estos ejemplos lo protagonizó una hembra desconocida, que tomó prestado un antiguo jaulón donde almacenaban restos de mallas durante unos días para, básicamente, el mismo objetivo.

Estos cambios en los lugares que normalmente eligen estos felinos para parir (cubiles, cavidades, tuecas o montones de piedras) pueden deberse al confinamiento y cese de actividad humana que imperó en la provincia tras la activación del estado de alarma. Así lo sostienen desde la Consejería de Agricultura, Ganadería, Pesca y Desarrollo Sostenible, cuyos técnicos han podido detectar un aumento en los usos de estructuras construidas por humanos por parte de los linces para dar a luz. Sobre esto, remarcan una curiosidad que se añade a esta situación, y es que estos lugares son visitados con asiduidad por ganaderos o propietarios de las fincas en las que se ubican para realizar sus labores de trabajo ordinarias. Es decir, que estas hembras y sus cachorros recién nacidos convivieron durante días con los humanos.

Uno de los casos mencionados, el de Granadilla, es especialmente llamativo. En las dos últimas anualidades, usó por primera vez estructuras humanizadas para criar. El año pasado, su parto coincidió con lluvias intensas, lo cual hizo que cambiará a sus cachorros, con aproximadamente una semana de edad, a una nave de aperos donde el ganadero que tiene arrendado los pastos guarda la paja para el ganado. Tras varios días en él y, una vez que las lluvias finalizaron, los cambió a un nuevo cubil en un área de vegetación cerrada a unos 300 metros de éste. No se ha confirmado si existe alguna cavidad en su interior o utiliza algún lentisco u otra estructura vegetal para mantener a los cachorros en su interior. Este año, probablemente debido a la sensación de seguridad y a las condiciones de temperatura y tranquilidad de la nave, decidió parir de nuevo en el pajar, donde mantuvo a los cachorros hasta que contaban aproximadamente con un mes y medio de edad, momento en el que los cambió nuevamente al área de vegetación cerrada del pasado año. En este caso, el ganadero entraba a la nave a diario para recoger las alpacas con un pequeño torillo.

Koshka, otra hembra reintroducida, crió en otro pajar y construyó un cubil de al menos un metro de profundidad y con grado de inclinación de 45 grados en una de las alpacas de paja almacenada y mantuvo a los cachorros allí hasta que contaban con al menos seis semanas. Por su parte, una hembra desconocida usó un antiguo jaulón donde almacenaban restos de mallas en un cortijo cerca de Vilches. Dejó a los cachorros allí durante unos cuatro o cinco días, tiempo en el que el propietario del cortijo estaba en la parcela haciendo leña a diario, y después cambiarlos a una ubicación desconocida.