“Tener” para “ser”. Cambio de paradigma

    16 abr 2020 / 12:13 H.

    “De todos los conocimientos posibles, el más sabio y útil

    es conocerse a sí mismo”. (William Shakespeare)

    Las necesidades formativas que nos plantea la sociedad actual hacen necesaria una respuesta adecuada por parte del sistema educativo. Estas serán fundamentales para los estudiantes a la hora de integrarse y desempeñar un papel eficaz en el ámbito laboral. Así, es necesario el desarrollo de una serie de habilidades que capacitarán a los mismos para desempeñar un futuro trabajo o que completarán la formación que reciben a lo largo del período de sus estudios. Las habilidades forman parte de la conducta de los individuos, por lo que pueden ser aprendidas o modificadas y dependen de la situación y el contexto en el que estos se encuentren. En el desarrollo de las habilidades influyen también diversos factores cognitivos, tales como los valores o creencias, que determinarán la eficacia del comportamiento interpersonal.

    Las habilidades están relacionadas con la potencialidad de los individuos, y es aquí donde me gustaría profundizar. Cuando se es capaz de expresar la potencialidad innata del individuo, este logrará ser él mismo. Sin embargo, cuando el objetivo se convierte en obtener algo, el individuo solo se convierte en un objeto más. Así, podemos afirmar que existen dos modelos diferentes de paradigmas, que determinarán los diferentes tipos de caracteres de los individuos: el paradigma del tener-ser y el del ser-tener. La diferencia está entre un objetivo centrado en la posesión, física, afectiva e intelectual, y otro centrado en las personas.

    Tal y como Erich Fromm (1978) afirma, “la alternativa entre tener que se opone a ser, no atrae al sentido común. Parece que tener es una función normal de la vida: para vivir, debemos tener cosas. Además, debemos tenerlas para gozarlas. En una cultura cuya meta suprema es tener (cada vez más) [...], ¿cómo puede haber una alternativa entre tener y ser? Al contrario, parece que la misma esencia de ser consiste en tener; y si el individuo no tiene nada, no es nadie”. Esto no es más que el reflejo de una sociedad orientada al tener, en la que “el afán de lucro, fama y poder se han convertido en el problema dominante de la vida [...]; el Hombre moderno no puede comprender el espíritu de una sociedad que no está centrada en la propiedad y en la codicia” (Fromm, 1978).

    Estamos acostumbrados a escuchar que primero hay que tener, para luego hacer algo que definitivamente nos llevará a ser, que es necesario tener dinero para poder cumplir un sueño y ser quién quieres ser. ¿Cuántas veces has escuchado o dicho “cuando tenga tiempo, me pondré a estudiar”, “cuando sea gerente, me comportaré de tal manera”? Es aquí donde estamos invirtiendo el paradigma ser, hacer y tener. De esta forma, la falta de algo nos está limitando (el “tener” no nos permite “ser”). De hecho, cada vez es más frecuente escuchar o leer acerca de las habilidades que se debe tener para ser exitoso. Si buscamos el concepto “habilidades” en internet, entre los resultados podemos encontrar enunciados del tipo “¿qué cualidades debe tener un emprendedor o empresario para ser exitoso?”, “para encontrar un empleo y mantenerlo hay que tener determinadas cualidades”, “para ser exitoso es necesario tener una serie de habilidades dominadas”. Si no se poseen esas cualidades, podemos decir que no estamos preparados para ese trabajo. Asimismo, los métodos de aprendizaje de los últimos años favorecen el paradigma tener, en el que los estudiantes asisten a clase y toman notas de lo que dice el profesor para, posteriormente, estudiar de memoria y poder aprobar el examen. “Los individuos del tipo de tener se sienten perturbados por las ideas o los pensamientos nuevos acerca de una materia, porque lo nuevo los hace dudar de la suma fija de información que poseen. Desde luego, para quien tener es la forma principal de relacionarse con el mundo, las ideas que no puede definir claramente (o redactar) le causan temor, como cualquier cosa que se desarrolla y cambia y que no puede controlarse” (Fromm, 1978).

    Stephen Covey (2015), en su libro “Los 7 Hábitos de la Gente Altamente Efectiva”, sostiene que “el Círculo de Preocupación está lleno de tener: “Estaré contento cuando tenga casa propia” [...]; “Si tuviera más tiempo para mí...”; mientras que el Círculo de Influencia está lleno de ser: puedo ser más paciente, puedo ser cariñoso. El foco está en el carácter”. De esta forma, sostiene que el trabajo sobre el ser hace que seamos capaces de influir en nuestras propias circunstancias, sin tener que depender sobre elementos materiales externos al ser. Roberto Kiyosaki (2012), autor del exitoso libro “Padre rico, padre pobre”: Qué les enseñan los ricos a sus hijos acerca del dinero, coincide con Covey en que la respuesta para alcanzar los objetivos se basa en entender el significado de ser + hacer + tener.

    Asimismo, una vez que los objetivos están claramente definidos, se debe hacer un listado de las acciones que deben seguirse para conseguirlos, de manera que finalmente se pueda llegar a tener lo que se desea. Esto es lo que Fromm (1978) denominó la orientación de ser, es decir, “el modo de ser tiene como requisitos previos la independencia, la libertad y la presencia de la razón crítica. Su característica fundamental es estar activo, y no en el sentido de una actividad exterior, de estar ocupado, sino de una actividad interior, el uso productivo de nuestras facultades, el talento, y la riqueza de los dones que tienen (aunque en varios grados) todos los seres humanos. Esto significa renovarse, crecer, fluir, amar, trascender la prisión del ego aislado, estar activamente interesado, dar”. Solo abandonando el modo de tener, puede surgir el modo de ser, pues la propiedad institucional puede satisfacer una necesidad patológica, pero la propiedad funcional es una necesidad existencial.

    ¿Y si nos dijeran que podemos tener si primero somos, si descubrimos el potencial que emana de cada uno, basándonos en la ejecución de nuestras facultades internas, de manera que no haga falta dejar de ser algo o alguien cuando se nos quite algo?

    ¿Y si se tratase tan solo de un cambio del sentido de identidad basado en lo que se es, y no en lo que se tiene, de un cambio al paradigma ser-tener?