¿Resistirá el olivar?

22 abr 2020 / 11:58 H.

Estábamos en plenas concentraciones, manifestaciones (la última de Algeciras ya no se puedo realizar), mostrando a la sociedad nuestro malestar por la situación de precios que veníamos sufriendo, cuando nos llegó la “pandemia viral” covid-19 y todo quedó aparcado.

Aquello nos parecía importante, pero esto era urgente, y reconvertimos nuestros tractores y vehículos para ponerlos a disposición de la sociedad, a desinfectar calles y aportar lo que hubiera en nuestros almacenes para combatir al “bicho”.

“Lo cortés no quita lo valiente”, dice el sabio refranero español. Desde nuestras organizaciones y asociaciones agrarias, grupos de concentración y cooperativas, nos pusimos a gestionar con nuestros proveedores para aportar mascarillas, guantes, gel y todo aquello que pudiera ayudar a salvar la situación que se nos había venido encima. Se paralizó la actividad y luego poco a poco la hemos ido recuperando para mantener el campo, porque la naturaleza no para, había que podar, triturar el ramón, abonar, regar, etcétera, y así hemos llegado a las vísperas de la floración.

El campo está adelantado y en unas semanas tendremos el cañamón abierto y empieza la gestación de una cosecha que, algunos, ya empiezan a querer cuantificar en kilos, alguna cantidad se ha publicado ya cuando todavía, la AICA, no han dado las cifras definitivas de marzo de la pasada, algunas voces “amigas” están intentando dar información de lo que el olivo tiene colgado. La vida sigue, la naturaleza no para, tenemos la bodega llena con restos de la campaña pasada (18/19) y la que ahora acaba (19-20), que ha sido menor del aforo realizado, allá por el mes de septiembre/octubre, y ya estamos viendo la primera flor de una nueva (20-21).

Las voces se acallaron ante lo urgente, los precios no se recuperaron con el “calmante del almacenamiento”, los ánimos se calmaron, aunque la preocupación no ha bajado su temperatura, son muchos los males que aquejan al olivar y las circunstancias no ayudan a mejorar: la importación sigue creciendo, las exportaciones a EE UU se han hundido, la crisis sanitaria ha disparado momentáneamente el consumo interno y ha aumentado la incertidumbre del futuro. Aquellas movilizaciones del sector dieron sus pequeños resultados, concienciaron a la sociedad del problema, durante semanas, todos los medios de comunicación no hablaban de otra cosa, el Gobierno tomó cartas en el asunto, se creó la mesa de negociación del aceite, se publicó la ley de la cadena alimentaria, que lejos de ayudar, ha creado muchas dudas que hay que aclarar y que hay que desarrollar, pero todo ha quedado congelado, nuestra mente y nuestra dedicación está en lo Urgente y así debe ser.

Pero, ya se está hablando de fechas de final del confinamiento y de vuelta a la actividad total y hemos de retomar nuestras reivindicaciones ante el Ministerio de Agricultura, las comunidades autónomas, ante las consejerías y denunciando malas prácticas, denunciando importaciones, ventas a pérdidas, etcétera. Las redes sociales no paran ni contagian y hay que actualizar nuestra situación, el problema y nuestros males siguen ahí.

No es momento de reactivar las manifestaciones, no es momento de restar recursos de la lucha contra la pandemia, al contrario, pero no podemos hacer dejación de nuestra obligación para con los miles de socios que tenemos detrás.

La Naturaleza no para y nosotros no podemos quedarnos quietos, tenemos que prevenir lo que se nos avecina, tenemos que habilitar medios para reactivar nuestro mercado.

El año pasado llegó el almacenamiento, noviembre-diciembre, cuando la situación prácticamente ya no tenía solución y mucho me temo que este pueda pasar igual, deberíamos ir pensando en reactivar el marco de condiciones para un nuevo uso de dicho mecanismo, ya que las perspectivas no son buenas, actualizar el precio de mercado con el que se reactive automáticamente, habilitar la norma para que sea obligatorio a todo el sector, negociar un precio de compensación por el almacenamiento que sea digno, cortar la importaciones... Es posible que alguien pueda pensar que con la que está cayendo no es el momento de poner sobre la mesa estos temas reivindicativos y yo le digo que precisamente por la que está cayendo tenemos que pensar en el día después. Si la que nos está cayendo es “gorda”, la que se nos viene encima es todavía más y tenemos que trabajar paralelamente a la lucha contra el covid-19 por la reactivación de la economía y pensar cómo evitar que nos arrastre la recesión.

Al igual que la lucha contra el “coronavirus”, juntos lo conseguimos, agricultores, cooperativas, almazaras, organizaciones agrarias, grupos de concentración, Administración y por qué no, envasadores y distribuidores, tenemos que ver cómo llegamos a un acuerdo de Estado que dé tranquilidad al mercado del aceite y evite un problemas “más” a la sociedad que bastante tenemos ahora.

¿Iluso? Es posible que lo sea. ¿realista? Seguro que sí. ¿Buenismo? No, eso no, al menos en su sentido más peyorativo. Lo que la sociedad no se merece, es que el día después salgamos de nuevo a las carreteras con unas reivindicaciones justas pero no oportunas.

No esperemos más, pongamos las redes sociales a funcionar, las videoconferencias, los emails, Facebook, WhastApp, páginas web, etcétera, y que se nos oiga de nuevo sin tener que salir a la calle, confinados pero no quietos. Juntos lo conseguimos. Ánimo y fuerza. “Yo, me quedo en casa”.