Por todos los héroes que dieron su vida por la patria

La Guardia Civil conmemora el día de los caídos en acto de servicio en un homenaje sencillo e íntimo

03 nov 2019 / 11:32 H.

Fueron héroes que dieron todo por su país y cuya lealtad y valentía se recuerda, cada inicio de noviembre, en el Día de los Caídos por la Patria. En la capital, este solemne homenaje ocurrió, una vez más, en el patio de la Comandancia de la Guardia Civil de Jaén. Un acto que estuvo presidido por la subdelegada del Gobierno, Catalina Madueño, y el teniente coronel, Luis Ortega Carmona.

A esta sencilla e íntima conmemoración acudieron tanto miembros de la plana mayor del Instituto Armado de la provincia como familiares y antiguos militares del Cuerpo. Allí, en el patio de la Comandancia, con las banderas ondeando a media asta y con las nueve de la mañana recién marcadas en el reloj, dio comienzo un acto en el que —bajo el son de una corneta— se homenajeó a los caídos en acto de servicio y, con aún más, a los doce guardias civiles unidos, por nacimiento o destino, a esta provincia.

Como es tradición, el momento principal de esta conmemoración fue la ofrenda de la corona de laurel que se realizó frente al monumento en honor y gloria a la Guardia Civil, monolito que también recuerda a los compañeros fallecidos. Y, tras ello, se ofreció el ceremonial en homenaje a aquellos que “sirvieron con sacrificio y lealtad y murieron con honor”, la conmovedora composición tradicional que se lee cada vez que se honra la memoria de los agentes que dieron su vida por España en acto de servicio: “Lo demandó el honor y obedecieron,/ los requirió el deber y lo acataron;/ con su sangre la empresa rubricaron,/ con su esfuerzo la Patria engrandecieron./ Fueron grandes y fuertes, porque fueron/ fieles al juramento que empeñaron./ Por eso, como valientes lucharon,/ y como heroes murieron./ Por la Patria morir fue su destino,/ querer a España, su pasión eterna,/ servir en este Cuerpo, su vocación y sino./ No quisieron servir a otra Bandera,/ no quisieron andar otro camino,/ no supieron vivir de otra manera”.

Sin embargo, no solo este acto sirvió para rendir homenaje a todos esos guardias civiles que dieron su vida por España. Hay un detalle más que, cada año, realiza el Cuerpo en honor a sus “hermanos” y, por supuesto, a los familiares. Un ramo de flores y una carta llega, noviembre tras noviembre, a las casas de estas familias para volver a mostrar que la Guardia Civil nunca se olvida de sus caídos y, recordar, que ellos siempre estarán presentes para todo el Cuerpo Militar.

José Antonio Peña Medina, Enrique Morales Abril, José Ferri Pérez Guardia, Pedro González Mancha, Antonio Nieves Cañuelo, Manuel Ávila García, Eduardo Puerma Castillo, Francisco Moya Jiménez, Antonio Expósito Alcalá, Simón Carmona Garvín, Francisco Sáez Santiago, Santiago Iglesias Godino. Todos y cada uno de estos nombres merecen ceremonias como estas donde honrar su memoria por tan alto sentido del deber.

El caso particular de Peña Medina aún levanta emociones entre muchos jiennenses. Su muerte, acaecida el 24 de diciembre de 1986, se produjo en un atentado terrorista perpetrado en un centro comercial de Oyarzun (Guipúzcoa), donde miembros de la banda ETA pusieron un artefacto explosivo. En el momento del suceso, este jiennense se encontraba buscando la bomba con el objetivo de conseguir desactivarla. No hay mejor descripción de la palabra héroe.

Y, ciertamente, todos los que se entregan al servicio de la seguridad ciudadana llevan, en su fuero interno, escrita esta palabra. La Guardia Civil, con 175 años de vigilia por su país, es un Cuerpo militar que no ceja en su lucha contra la injusticia y la protección ciudadana. Sus hombres y mujeres demuestra, día a día, el compromiso que adquirieron cuando ingresaron en la academia, el cual mantienen hasta su último suspiro. De hecho, solo hay que echar la vista atrás a septiembre, mes en el que este mismo periódico contó a sus lectores la historia de cómo, un guardia civil retirado, salvó la vida de un conductor de un camión atrapado en la cabina tras un accidente que dejó al vehículo volcado y envuelto en llamas.

El suceso ocurrió en la A-44, a la altura de Mengíbar, donde Gregorio Saboya, el exguardia civil de 55 años, consciente de que el fuego alcanzaría al conductor del camión en pocos minutos si nadie lo evitaba, corrió hasta el vehículo en llamas y liberó al piloto, quedando ambos ilesos. Apenas unos segundos después, la cabina explotó y el fuego se propagó al resto del camión. “Vi que ese hombre se encontraba en la cabina en llamas y me decidí a actuar. Justo después de que todo acabara estaba más relajado, pero ahora tengo claro que arriesgué mi vida”, comentó Saboya a Diario JAÉN. Así es la Benemérita. Nunca miran atrás si hay una vida en riesgo a pesar de que esto, en algunos tristes momentos, pueda llegar a costarles la suya.