Pathos

    17 abr 2020 / 12:12 H.

    Hace ya varios siglos desde que Blaise Pascal hablara de la dicotomía esprit de finesse frente al esprit de géometrie que hoy queda tan claramente patente en la situación que vivimos. El filósofo y matemático francés sostenía que la sociedad actual se caracterizaba por vivir en una cultura geométrica, encorsetada, medible, fría, interesada y repleta de muchas sensaciones fútiles que, sobre todo, carecen de profundidad. El planteamiento que hacía permitía reconocer el valor ineludible e inestimable de ese otro espíritu de finura que caracteriza lo propio del ser humano cuando éste se encuentra en armonía con la comunidad de vida. Este espíritu, esa dinámica interior tiene que ver con la delicadeza, la sensibilidad, el cuidado y la ternura que estamos viendo encarnados en muchas de las profesiones cuyos servicios están siendo imprescindibles para el conjunto de la sociedad española y en todas aquellas sociedades que también se están viendo afectadas por este virus. Este movimiento interno que predomina en el ser humano tiene que ver con el pathos, esto es, con el sentimiento, la capacidad de empatía y simpatía, con la comunión con lo diferente. Un aspecto de lo humano que se vio claramente relegado frente al ascenso del que gozó el logos, la diosa razón, considerado la clave desde la que se sostenían todas las revoluciones, innovaciones y vanguardias. Pero lo cierto es que la historia vuelve a situarnos en una circunstancia inevitable en la que se nos pide el despertar de aquellas cualidades aletargadas y que hoy son las que nos pueden salvar. Podremos saber muchas cosas, pero si no somos capaces de acercarnos y mirar el sufrimiento que atraviesan muchos de nuestros mayores, así como el conjunto de la población más vulnerable en esta situación, en nada podemos reconocernos humanos porque seguiríamos atrapados en el espíritu de geometría al que solo le interesa la frialdad de una estadística donde los fallecidos son meros números en una de esas famosas curvas.

    Si la economía es lo que sigue primando por encima del sufrimiento que viven las personas y la atención que éstas requieren entonces es que algo importante y fundamental no hemos entendido aún. El cambio que la sociedad requiere precisa de la recuperación del pathos, especialmente en las personas que miran al pueblo que deben de cuidar desde la frialdad numérica y el interés económico. No olvidemos que el mercado de valores apareció para prestar un servicio a la humanidad, no vayamos a invertir definitivamente el proceso que hasta ahora nos está deshumanizando.