“Nuestra abuela nos acoge y nos guarda”

María de la Cruz Ruano, presidenta de la Hermandad de Nuestra Abuela Santa Ana y San Joaquín de la aldea de Santa Ana (Alcalá la Real)

20 jun 2020 / 10:11 H.

El repique de campanas no sonará este año en la aldea alcalaína de Santa Ana. En su lugar, se celebrará un Quinario. El primer día estará dedicado a las familias, el segundo a los que fallecieron víctimas de la covid-19, el tercero a los niños y a los jóvenes y los dos últimos se dedicarán, el 25 a San Joaquín, y el 26 a la venerada imagen de la Abuela, patrona del lugar.

—¿Cómo se celebran las fiestas de la Abuela en julio?

—El día 27, por la mañana, hay repique de campanas. A continuación se celebra la misa a las 12 en honor de Santa Ana, con la participación de párrocos anteriores, autoridades y representantes de la Agrupación de Cofradías de Alcalá la Real. Después de la misa se ofrece un ponche tradicional de hermandad, al que se invita a todo el pueblo y es al aire libre. Ya por la tarde, a las ocho y media, sale la procesión por la aldea acompañada de la banda de música, y por mucha gente que viene también de otras aldeas y de Alcalá la Real. Terminamos por la noche con una verbena. Al día siguiente celebramos La Abuelilla, es tradición con los juegos de cucaña para los más pequeños. También hay carera de bicicletas y la tradicional carrera de las cintas con los caballos para los adultos, además de juegos y concursos para los mayores. Por la noche verbena hasta el amanecer, donde tomamos migas con melón.

—¿Qué podrá celebrar?

—Se ha suspendido todo por la covid-19. Solo haremos un Quinario, con el primer día dedicado a las familias, el segundo a los difuntos de la aldea y el tercero dedicado a los niños y jóvenes. Los otros dos días, el 25, se dedica a Santiago Apóstol y el 26 a nuestra Abuela. En principio, el tradicional Ponce no se celebraría, pero esperaremos has última hora para decidir qué hacemos, según esté la situación. Si un año no podemos hacerlo todo, no pasa nada. Lo sentimos mucho, porque es una gran tradición, pero será por una causa mayor. Todos nos volcamos con nuestra Abuela y así seguirá siendo.

—¿Qué mensaje quiere compartir con los devotos y con todos sus paisanos?

—Debemos tener paciencia. Nuestra fe está ahí y que Dios nos ayude y nos libre de todo mal. Nuestra Abuela, a la que tenemos en el corazón, en nuestra casa y en nuestro pensamiento, nos acoge y nos guarda también.

—¿Qué le dicen sus reflexiones durante la pandemia?

—Me ha impresionado el confinamiento. Personalmente ha sido muy duro y supongo que también para todo el mundo. Pero nos hemos agarrado a la fe que tenemos, hemos rezado y así nos hemos mantenido día a día. Yo me he acogido a esto y hemos ido tirando así... No puedo dejar de pensar en los que han muerto, ha sido una barbaridad, y tantos contagios como ha habido. Aquí, gracias a Dios, ha sido muy leve y no hemos lamentado ningún fallecimiento. Así que, afortunadamente, la Abuela tiene a todos sus nietos con ella y estaremos juntos de nuevo en cuanto sea posible. Le doy gracias a ella porque nos ha tocado poco de esta desgracia. Estamos más fuertes que nunca, como si hubiéramos renacido a su alrededor.

—¿Qué cree que nos deparará el futuro?

—Pues sinceramente no lo sé con seguridad. La pandemia nos ha cambiado la vida durante todo este tiempo, eso por descontado. Lo que creo que debemos intentar es ser mejores, aunque podemos volver a las mismas porque la vida nos invita a seguir igual que antes. Aunque pienso que, de alguna manera, hay que cambiar algo. Lo importante es la vida, la lucha por ella y por la salud. No por otras cosas materiales.