Miserere con mucho que celebrar
Martín Morales, a la batuta del Salmo 50 de David desde hace un cuarto de siglo
La noticia del Miserere de Baeza es que no hay novedad, es decir, que continúa inmutable esta “rareza” de la ciudad Patrimonio de la Humanidad, que tiene su origen en 1860. Fue entonces cuando la interpretación musical del Salmo 50, que se atribuye al rey hebreo David, comenzó a tener relación con la Catedral baezana. La pieza fue compuesta por el navarro Hilarión Eslava, uno de los virtuosos de la época, que fue maestro de capilla del Templo Mayor de Sevilla. El Miserere está en la Semana Santa baezana desde entonces, aunque no de forma ininterrumpida ni siempre bajo el mismo techo.
Pero esta costumbre goza de nuevo de unos bríos inusitados, que se deben a dos músicos, Gerónimo Morales y a su hijo, Martín, que ayer celebró su 25 cumpleaños al frente de la Orquesta Sinfónica y la Coral Baezana, un cuarto de siglo en el que el recital experimenta sutiles cambios para que todo siga igual. Hay que fijarse en los detalles para descubrir esta mutación; en la sonrisa de los niños que, con traje de hombre y pajarita, comparten escenario en el altar mayor de la seo con chiquillas, que van de punta en blanco. Una veintena, de ellos suponen la renovación de algo tan viejo, al cantar la docena de versículos de la oración del monarca judío, que pedía perdón por haber pecado con una mujer que no era la suya.
“Miseria, miserere, misericordia”, recordó el deán de la Catedral, Francisco Juan Martínez Rojas, en su preludio a la música. “Una vez más, Baeza hace suyas las palabras de David”, dijo ante un millar de personas, a las que recordó las palabras de San Juan de Ávila, que predicó en el púlpito del templo baezano, que dijo a un amigo: “Lo que escarbes en miseria, escárbalo en misericordia de Dios”. Martínez Rojas, que recordó que 2016 es Año Jubilar de la Iglesia, dedicado al perdón y a compadecerse del sufrimiento, invitó a los presentes a hacer suyo el deseo del Papa Francisco que, al conocer ayer por la mañana la brutalidad de los atentados de Bruselas, apeló a la misericordia divina. La matanza de la capital belga también marcó el concierto, al pedir el director un tiempo de silencio en memoria de todos los fallecidos. El público se puso en pie. Entre ellos, todos los alcaldes de la democracia en la ciudad, la actual, Lola Marín, y sus antecesores, Leocadio Marín, Javier Calvente y Eusebio Ortega; Juan Perales, de la Agrupación Arciprestal de Cofradías; los diputados de Cultura y Servicios Municipales, el alcalaíno Juan Ángel Pérez y el baezano Bartolomé Cruz, respectivamente; una representación de Burlada, ciudad natal de Eslava con la que está hermanada Baeza, o seminaristas llegados desde Granada, futuros curas que no paraban de repetir: “¡Que bonito!”.
El “cumpleaños” de Martín Morales no fue el único de la jornada. El Miserere de 2016 es el décimo que se disfruta en la Catedral después de que, a cuenta de un enfrentamiento entre el Obispado de Jaén y el Ayuntamiento, esta expresión religiosa y cultural se quedara 13 años fuera de su casa, el monumento para el que fue pensado. Todo se remonta a 1993, tras la polémica surgida por el traslado la Custodia de Baeza a la Exposición Universal de Sevilla del año de antes, al no estar de acuerdo la Administración local ni muchos de los vecinos con el modo de obrar la Iglesia. Después, la Diócesis reclamó al Ayuntamiento el legado de la familia Mendívil que incluía una gran cantidad de edificios públicos. El contencioso duró años, pero, finalmente, la Justicia dio la razón al municipio. Los tiempos son otros y las relaciones entre los políticos locales y el clero mucho menos tirantes ya.