Los pueblos que inventó Franco

4.500 jiennenses todavía viven en zonas creadas como bolsas de jornaleros

28 ago 2018 / 12:03 H.

Jaén todavía conserva 22 de los 24 pueblos que inventó Franco. A algunos hasta le dio nombre, como Guadalén o Guadalimar del Caudillo. A otros, solo control dentro de una planificación económica y social regulada por el Instituto Nacional de Colonización. El proyecto estuvo ligado al Plan Jaén —gestado en 1950— después de los primeros años de autarquía y pretendió ubicar a 2.000 familias o, lo que es lo mismo, 10.000 jiennenses en zonas clave de la provincia. Solo hay que mirar el mapa de esta misma página para constatar que existe una clara concentración y planificación. Están estructurados sobre tres ejes: Río Guadalquivir, Guadalimar y Rumblar y al lado de los grandes latifundios.

El profesor Salvador Cruz Artacho es rotundo: “Después de ver que el modelo de autarquía no funcionaba, se impulso una nueva fórmula que necesitaba grandes bolsas de mano de obra al lado de zonas claves, vinculadas a los regadíos, y junto a los latifundios”. El presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, Miguel Ángel Valdivia, añade: “Eran poblados en los que el Régimen daba una pequeña parcela de tierra y una casa, que era insuficiente para mantener a la familia. Por eso, se convertían en grandes bolsas de jornaleros que recogían la aceituna de los latifundios. Había una especie de alcalde, que estaba vinculado al pueblo más cercano y una filosofía que intentaba imponer un agradecimiento al franquismo por la casa y la parcela, aunque lo que se buscaba era mano de obra barata, cercana y evitar estallidos sociales derivados del hambre”.

El legado. Vicente Gallego es investigador. Su tesis doctoral versa sobre el proceso de colonización en Jaén. Es discípulo de Eduardo Araque, un investigador fallecido este mes de mayo que trabajó en este asunto desde los años 80. Sostiene que, junto a Badajoz y Sevilla, Jaén fue una de las grandes provincias colonizadas. “Había dos problemas que estaban más acentuados que en el resto de España. La pobreza, que aquí era extrema. Éramos la penúltima provincia en renta, solo tras Badajoz. Y la falta de trabajo más allá del olivar y los cereales. De agosto a noviembre no había dónde trabajar”, explica. Por eso, el Régimen Franquista diseñó un proceso de colonización. Inventó 24 pueblos (330 en España) que estaban ligados a zonas que tenían la declaración de regable y cercanos a los latifundios. “Jaén también fue más pobre en el reparto de las tierras que hizo el Gobierno. Mientras que en otras provincias se hacía con fincas, las parcelaba y las daba con una casa y un establo con algunos animales. Aquí hizo igual, pero, en vez de dar parcelas de 3 o 4 hectáreas, daba solo una fanega de tierra, es decir, media hectárea. La gente casi no tenía para comer con tan poca tierra, por lo que eran totalmente dependientes del latifundio”, explica Vicente Gallego.

El objetivo era frenar la expansión del olivar con otros cultivos que permitieran una economía de subsistencia en la zona y, a la par, que generaran empleo en tiempos diferentes a los de la aceituna, como la patata, el espárrago (muy asentado todavía en Campillo del Río), el algodón (habitual en las Vegas del Guadalquivir) o las hortalizas. El proyecto pretendió asentar a 10.000 personas a través de 2.000 familias. El censo en estos municipios era de 4.714 personas en 2005 y de unas 5.000 en 2000. Actualmente, ronda las 4.500, lo que indica que estos pueblos inventados por Franco —todos dependientes de otro municipio— están muy vivos. “Estoy convencido de que sobrevivieron porque, al final, quedaron cercanos de zonas con una apuesta industrial, como Úbeda, Linares, La Carolina o Andújar y, además, eran lugares bien comunicados. Esta filosofía colonizadora pretendió frenar al olivar. Creo que lo logró durante unos años, aunque la expansión en los 80 y 90 ha sido prácticamente imparable”, manifiesta Vicente Gallego, que fue el autor de “Colonización, regadíos y desarrollo en el sur. El caso particular de la Provincia de Jaén”, que editó el Ministerio de Agricultura en 2010.

¿De dónde venían?. Los colonos se buscaron de zonas concretas. Por ejemplo, parte de las 2.000 familias que participaron en este proceso llegaron de la zona de El Tranco. El gran pantano se planteó en 1902, se diseñó en la II República y no se inauguró hasta 1946. Allí había un poblado (San Miguel de Bujaraiza) que quedó debajo de las aguas. En cambio, el Gobierno de Franco entendió que familias que cultivaban la tierra en cortijadas de la sierra podían estropear el embalse debido a las escorrentías que provocaba la lluvia que caía sobre la tierra de labor.

De ahí que, poco a poco, se los comenzaron a llevar con la promesa de una parcela mejor, una casa y un establo para criar animales. De esta manera, se fueron gestando los pueblos de colonización, mientras que en sus tierras —en las que estaban asentados— se sembraban pinos. Total, la propiedad de la tierra no era suya, sino que estaban allí instalados. En cambio, sí que se le daba una pequeña parcela en propiedad.

Otra parte importante de los colonos llegó de zonas que el Régimen consideró como conflictivas. Arjona, por ejemplo, fue un pueblo que aportó muchos colonos, simplemente, porque los políticos franquistas consideraban que el hambre y la falta de empleo podían generar estallidos sociales. Por eso, se los llevaban de allí a otras zonas con una casa y una pequeña parcela.