“Lo que estoy haciendo lo haría mil veces, porque he nacido para dedicarme a la salud”

Es de Baños de la Encina —precisa que casi toda su promoción está en Madrid— y desde hace dos años vive y trabaja, junto a su marido, Andrés, que es ingeniero, en la capital. Antes de ir al Gregorio Marañón estuvo en La Paz, donde la trataron muy bien, subraya, y estudió también Psicología. Ahora hace un máster en neurosicología neurociencia, cuando tiene tiempo libre. “Profesionalmente, en el laboratorio, la experiencia está siendo buenísima. Hacemos todas las pruebas necesarias a los enfermos ya confirmados con el covid-19. La analítica es diaria. Hay mucho trabajo por la exigencia de la pandemia y porque también hay bastantes compañeros de baja contagiados, aunque la protección no nos falta desde el primer momento. Estamos a tope, pero el ambiente entre compañeros es inmejorable, nos ayudamos en todo, y con la supervisora nos va genial también. Estoy contenta en ese sentido”. ¿Test rápidos? “Al personal de laboratorio no nos lo han hecho, al resto, sinceramente, no lo sé”, contesta. Las víctimas, como a otros muchos sanitarios que han ofrecido su testimonio, es lo que más le impacta: “La cantidad de gente que ha fallecido me estremece. Lo peor es que mueren solos, sin sus familiares, y se dan cuenta”. ¿Se podo hacer algo más cuando empezó todo? “Creo que se han tomado las medidas adecuadas, pero tarde. Esto es algo nuevo; de hecho, yo pensaba que se controlaría mucho antes”, responde. Echa de menos a sus padres, José María y Cati, y a sus sobrinas —las adora— María Isabel y Triana. “Lo que estoy haciendo lo haría mil veces. He nacido para dedicarme a esto y creo que los sanitarios estamos haciendo historia en toda España y en Madrid”, proclama. ¿Regresar? “No creo, pero si Andrés y yo encontramos algo en Jaén volveríamos sin dudarlo”, asegura.