La provincia fue su última salida
¿Hacía falta una mujer dirigiendo?

El saludo fue discreto y distancial en su última aparición pública. El coronavirus era una seria amenaza, de consecuencias insospechadas, cuando visitó Jaén, en su último viaje, la directora general de la Guardia Civil. María Gámez Gámez, después de recorrer la Academia de Baeza, hizo parada en Diario JAÉN, recorrió sus instalaciones y se sometió a las preguntas para una entrevista publicada aquel domingo del 15 de marzo. El coronavirus le robó su merecido espacio en Portada. El decreto de estado de alarma, por primera vez en la historia de España, ocupó los grandes titulares de una jornada que nadie podrá olvidar. Fue ese día cuando se abrió la veda del confinamiento y el horror de la enfermedad y la muerte.
La primera mujer en dirigir una institución con más de 175 años de historia, con un vínculo sentimental fuerte hacia la provincia de Jaén, vive uno de los momentos más complicados de su trayectoria política y de gestión. Le sorprendió el estallido de la pandemia en el “tajo”, en Madrid, lugar en el que continúa sin posibilidad alguna de traslado esporádico a Málaga, donde sus tres hijos la esperan con los brazos abiertos después de casi tres meses sin poder darle un beso. Llamadas de diez minutos al día, porque hay tanta tarea por delante en el seno de una de las organizaciones protagonistas en velar por la seguridad ciudadana que no hay tiempo para más. A la dureza de la soledad y la ausencia del calor familiar se une, ahora, una complicada situación en la Guardia Civil que hace que todas las miradas estén puestas en ella. Ya avanzó en su entrevista que no iba a ser fácil el camino para una mujer empeñada en dar un giro al estilo de mando de una institución que lleva por lema “El honor es su divisa”, además del cumplimiento del deber y el mérito. Un organismo que, en resumidas cuentas, es algo parecido a un Estado dentro de otro Estado, un espacio con sus reglas internas propias y, sobre todo, con una cúpula en la que prima el respeto a las normas por encima de muchas cosas.
La decisión del ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska, de cesar al coronel Diego Pérez de los Cobos desencadenó una secuencia de dimisiones y ceses y destapó una crisis también sin precedentes, al menos en la historia más reciente. Se ve que, en estos momentos, prima romper moldes. Ironías aparte, tan necesarias en un escenario tan incierto como el actual, el caso es que la directora general de la Guardia Civil no solo tiene que hacer frente a las consecuencias que el coronavirus ha causado en el Cuerpo de Seguridad mejor valorado de España, sino también a una situación sobrevenida en la que, quizás, por el mero hecho de ser mujer hay mucha más inquina.
En su entorno más cercano aseguran que no ha parado de trabajar ni un solo día. Para María Gámez no hubo confinamiento y, en los momentos más crueles de la pandemia, estuvo al pie del cañón. No hay un solo guardia civil, de los más de doscientos que contrajeron la enfermedad, que no haya recibido su llamada personal, un aliento cercano que no se estilaba en un puesto de mando de tales características. Lo mismo hizo con los ocho agentes que fallecieron, entre ellos una mujer, cuyas familias recibieron sus condolencias en primera persona.
Doloroso trance para una andaluza que si no está en las redes sociales es por respeto a la institución que dirige y que, aunque se ve obligada a morderse la lengua para guardar las formas y no echar leña al fuego, quienes la conocen saben que tiene la conciencia tranquila, que no ha dado ni un paso en falso y que de lo único que se arrepiente es de no haber podido salvar la distancia física con las personas que más quiere.
un hito?”
La pregunta, en aquella entrevista del 15 de marzo, era si su llegada marcará una antes y un después o todo debía ser igual. Esta fue la respuesta: “Tiene que servir para avanzar,
justamente, ese mensaje. No hay
lugar excluido para la mujer, ningún ámbito, ni siquiera aquellos
que pensamos y visualizamos como masculinos. Mi voluntad es también transformadora, no solo se trata de poner mi cara”.