La natalidad cae un 56% en la provincia en los últimos 40 años

Sindicatos y colectivos sociales alertan de las causas económicas y políticas

13 ago 2016 / 10:00 H.

Desde aquel ya lejano 1976, en el que el país transitaba de la dictadura a la democracia y el sonido punk de The Ramones empezaba a electrizar a las masas en su debut discográfico, la sociedad española ha experimentado diferentes fenómenos demográficos al calor de los cambios políticos, económicos y culturales que ha vivido el país bajo el influjo insoslayable de su condición como estado miembro de la Unión Europea y el desarrollo de la llamada “aldea global”. En estos 40 años, España ha pasado de ser emisor de emigrantes a convertirse, en el primer decenio de este siglo, en receptor para, de nuevo, expulsar a su población, como consecuencia de la Gran Recesión, y, en consonancia con la tendencia generalizada en Europa, se ha hecho literalmente “vieja”, con una pirámide poblacional invertida, en la que la tasa de natalidad sigue descendiendo de una forma que, en el caso de la provincia, resulta alarmante por su caída en picado.

Desde 1976, el número de nacimientos en la provincia ha pasado de los 10.846 de aquel año a los 4.739 que se registraron en 2015, según los datos facilitados por la Delegación de Salud. Esto significa una caída del 56%, en una tendencia continuada a la baja que ni siquiera, como ha ocurrido en otras provincias, tuvo repuntes llamativos en el periodo de mayor desarrollo económico que han vivido Andalucía y el conjunto del país, entre 1998 y 2008. En una progresión a la baja, que encuentra réplica en la pérdida de habitantes que ha sufrido la provincia en las últimas cuatro décadas, la provincia registró, entre 1976 y 2014 (el último del que tiene datos el Instituto Nacional de Estadística), el mayor descenso de la natalidad registrado en la región se localizó en Jaén, con un 48,5%, seguida de la vecina Córdoba y de Cádiz, con un 46% ambas. En 2014, solo Huelva, con 5.180, contabilizó menos nacimientos que Jaén, que registró 5.587, pero, en comparación, la caída porcentual fue superior porque, en 1976, el número de alumbramientos también era inferior al de esta provincia, con 8.171.

Pero ¿qué hay detrás de este descenso? Achacarlo, como ocurría hasta ahora, a la incorporación de la mujer al mundo laboral sería un reduccionismo, como advierte la responsable provincial de Prevención de Riesgos Laborales en CC OO, Isabel Delgado. Los cambios culturales que ha vivido la sociedad española son innegables e incuestionables. Pero el análisis de las estadísticas denota el correlato que existe entre la situación económica del país y la evolución de la natalidad. Salvo Cádiz, Córdoba y Jaén, la mayoría de las provincias andaluzas registraron repuntes en el número de nacimientos coincidiendo con los años de lo que el expresidente del Gobierno José María Aznar llamó el “milagro económico español”. Un auge que entró en caída libre cuando, a partir de 2008 —y, sobre todo, en 2009—, la crisis enseñó los dientes. “Ha habido un deterioro en la calidad de vida”, resume Delgado. La sindicalista pone el foco en la elevada tasa de paro juvenil que soporta la provincia, de en torno al 70%, según los datos del INE. Sin entrar en las diferencias por sexo, subraya las dificultades de los jóvenes para optar a un proyecto de vida: acceder a una vivienda y plantearse la “responsabilidad” de ser padres. “Necesitas mucho para criar un hijo: alimentación, pañales, ropa..., para darle unos cuidados básicos, y el primer elemento fundamental es disponer de unos recursos. Eso te lo da contar con un empleo estable. Pero el deterioro y la precariedad laboral en los que está sumido un alto porcentaje de la población lo dificultan”.

La falta de trabajo o la incertidumbre laboral en la que vive, incluso, quien está empleado y el aumento de la emigración que ha registrado la provincia en los últimos años y que deriva de la ausencia de oportunidades explican esa tendencia a la baja en la natalidad. Pero aún hay más causas y —para los sindicatos CC OO y UGT y para colectivos culturales— entronca con políticas gubernamentales que parecen no reparar en los beneficios —también económicos— de la maternidad y de la paternidad.

“Si seguimos con esta tendencia, sin tener niños, y la población sigue envejeciendo, ¿quiénes van a contribuir con el pago de impuestos para mantener la sanidad, la educación, las pensiones?”, plantea Rosa Jiménez, coordinadora de la Asociación de Apoyo a la Prolactancia y Apego de Jaén. La mujer demora cada vez más la edad para tener un hijo, que ronda los 31 años, y la fecundidad por debajo del nivel de reemplazo —solo un bebé por pareja— empieza a convertirse en norma. “Las políticas de los gobiernos son insuficientes”, critica la secretaria provincial del área de Mujer en UGT, Inés Casado. “Las políticas de conciliación son nefastas y escasas”, añade Delgado, que culpa a la Administración de “no poner medios para apoyar la maternidad”. Los permisos de maternidad (4 meses) y paternidad (15 días) son fuente de quejas. “Son insuficientes”, señala Jiménez. Desde UGT, Casado advierte del número escaso de guarderías públicas. Y, sin pelos en la lengua, Isabel Delgado asegura: “Se sigue persiguiendo la maternidad en el trabajo”. Alerta de las trabas que sufren las mujeres para encontrar un empleo a partir de los treinta años o cuando están embarazadas. Y expresa un deseo: “Después del nacimiento del bebé, las políticas tienen que ser lo más igualitarias posibles en la contratación para que el empresario vea que no pierde cuando contrata a una mujer”. Aunque, progresivamente, cada vez más hombres se están incorporando a la crianza de los hijos, la secretaria de Mujer en UGT Jaén advierte de que, en términos laborales, sociales y económicos, todo el peso sigue recayendo sobre la madre: “La media jornada, supone una reducción de sueldo que, luego, en la jubilación se traduce en una cotización inferior al hombre”. Y reflexiona: “Con tantos elementos en contra, la natalidad no es una prioridad para las parejas o para la mujer. Un hijo es un sacrificio y plantearse tener dos es imposible”.