La lluvia cumple su amenaza y rompe la procesión magdalenera

El cortejo regresa a su templo desde El Arrabalejo entre plásticos y desconcierto

23 mar 2016 / 09:20 H.

Otra vez las previsiones invitaban a las hermandades a la prudencia. Semanas Santas como esta, con la amenaza constante de la lluvia, ponen a prueba a cualquier cofradía. La de La Magdalena, valiente donde las haya, apostó por el optimismo y, animada por el resultado de sus consultas —que en palabras de su hermano mayor, Juan López, desde el ambón del templo, eran halagüeñas—, no vio mejor cobijo que la calle para la posible descarga pese a lo que el cielo, oscuro como los peores presagios, proclamaba sobre la plaza. Casi igual que en 2013.

Andaba ya el Caído por el Pilar del Arrabalejo cuando el nubarrón se metió en las filas blanquirrojas, tímidamente al principio, como un nazareno en su primer año; hasta que se tomó la confianza y desbarató la procesión. El remedio de los plásticos, feo pero eficaz, no fue suficiente porque arreciaba y había que escoger entre seguir adelante —la temeridad— o el regreso —la mejor solución entre las más tristes—. Y primó la cabeza sobre el corazón. El desconcierto tomó las riendas de la comitiva magdalenera, que se deshizo; así, sin paños calientes. El protocolo cofrade a este respecto parece tener asignaturas pendientes en algunas hermandades, sobre todo si se tiene en cuenta el histórico de suspensiones y regresos forzados.

No obstante, nadie le quita a este colectivo el mérito de una salida singularísima, principalmente para quienes tuvieron la suerte de vivirla dentro de la iglesia. Y es que no se puede hacer otra cosa que aplaudir el emotivo repertorio sonoro que La Clemencia guarda para el Martes Santo.

Se levantó el trono de Nuestro Padre Jesús de la Caída y la cálida voz de Paula Barnel Cantos, solista de la sección infantil del coro parroquial, fue la más hermosa “marcha” dedicada al Señor de la delicadeza, que eso destila este Nazareno granadino de blanca túnica. Al antiquísimo Crucificado se le reservó el cante, emblema, como el propio Cristo, del barrio jiennense. Su voz jonda de cabecera, Paqui García, puso melismas al sentimiento. La Virgen, como siempre, empezó su mecida con “La Dolorosa”, célebre romanza de Serrano interpretada por el tenor Miguel Ángel Ruiz.

Ahí, en la “intimidad” de su templo acontecieron, este año, los momentos sublimes de una manifestación devota que, quizá, pecó de ingenua más que de osada. Cuando no existía internet, el ojo y la intuición —además de los huesos quejosos— eran las más fiables “agencias” meteorológicas. Hoy, con la certeza de que ni el más puntero dispositivo orienta al cien por cien, volver a creerse al cielo no estaría mal. A lo mejor así La Magdalena hubiese triunfado, también, fuera de La Magdalena.

Presencia notable de policía nacional

escolta. La concurrencia de agentes de la Policía Nacional volvió a ser una de las características de la procesión el poco tiempo que pudo permanecer en las calles de su barrio, del que apenas salió. La Dirección General de la Policía es hermana mayor honoraria de la cofradía, por lo que, cada año, acude a la cita.

Representación de la copatrona

santa catalina. Una nutrida representación de siete miembros de la cofradía patronal de Santa Catalina participó en la comitiva penitencial de La Clemencia. La hermandad correspondió así a la presencia del colectivo de La Magdalena en la procesión de la mártir alejandrina en el entorno del cerro del Castillo de Jaén.

Traslado casi a la misma hora

santa clara. Prácticamente a la misma hora que la Cofradía de la Clemencia se disponía a tocar calle, la hermandad estudiantil trasladaba al Crucificado de las Misericordias desde La Merced hasta el convento franciscano de Santa Clara. El Señor del Bambú permanecerá en el monasterio hasta el próximo Lunes Santo.

Levantada por las víctimas

terrorismo. La hermandad magdalenera no obvió la actualidad y dedicó una de las primeras levantadas del paso de palio de María Santísima del Mayor Dolor a las víctimas del terrorismo y, también, a los causantes de los atentados. El fabricano pidió a la Dolorosa de Muñoz Arcos que la religión nunca pueda justificar estos actos.