La casa... encuentro o confinados

    28 mar 2020 / 11:40 H.

    En estos últimos días todos hemos hablado y ponderado el trabajo de miles de personas dedicados a servir a la ciudadanía y sin ellos esto sería un caos. Y hemos ignorado a los otros miles que les ha tocado quedarse en casa muy a pesar suyo, con lo cual también comporta esfuerzo.

    En este último mes, a consecuencia de coronavirus, hemos oído cientos de veces la expresión “quédate en casa” o “yo me quedo en casa”. Y, seguramente, la casa sea la protagonista de nuestra victoria contra el virus.

    Yo creo que la estamos disfrutando o tal vez sufriendo más que nunca y jamás lo habíamos imaginado.

    Quiere decir que hemos de aprovechar la coyuntura y el momento que nos ha tocado e incluso impuesto y no elegido, para sacar lo mejor de la experiencia de la casa.

    La casa es... “lugar de encuentro amoroso y festivo, aunque ahora por las connotaciones actuales, más que festivo, sea espacio de confinamiento casi obligatorio, pero donde se sigue gestando la cosecha de la vida y donde los granos se hacen imprescindibles, haciendo granero y amasando el pan de cada día”.

    Cuántas horas juntos padres, hijos... Simplemente para estar, dialogar, reír, discutir... mirarse y si es posible disfrutarse. La casa es calor de rescoldo siempre encendido aportando calor humano de encuentro y acogida, aceptando como uno es, más allá de defectos y desaires inoportunos. “Se trata de un lugar donde se amasan los sueños y se proyectan realidades de futuro y de esperanza”.

    Casa, lugar de “amor y de perdón”, que son las dos palabras, herramientas que nunca pueden faltar y que son la herencia hermosa del mañana siempre presente. Lugar también donde se aprende a compartir los sufrimientos, sabiendo que solo hay una salida para ellos, que es pasarlos para superarlos y vencerlos hasta alcanzar la felicidad posible a golpe, no de suerte, sino de pequeñas cosas de cada día: un gesto, una mirada, un recuerdo, un agradecimiento aunque solo sea por lo rica que hoy salió la comida. ¡En la casa todo es más llevadero! Y en esta situación aún más. Por eso, como dice Benedetti: “No te rindas, por favor, no cedas, aunque el frío te queme, aunque el miedo muerda, aunque el sol se esconda... Aún hay fuego en tu alma y vida en tus sueños”.

    A veces la vida “no es querer las cosas que uno quiere, sino comprender las cosas que Dios te va poniendo delante de la vida”.

    Y delante de la vida hoy, tenemos preocupación, sufrimiento, miedo, duda... Para lo cual necesitamos mucha paciencia, porque como dice un médico y filósofo pera del siglo II, llamado Ibn Sina: “La paciencia es el comienzo de la cura”. Y como decía San Francisco: “Comienza haciendo lo que es necesario (hoy es estar encerrados), después haremos lo que sea posible y acabaremos haciendo lo imposible”.

    Por eso, ahora es el momento de aprovechar todas y cada una de las coyunturas y sacar de la dificultad todo el bien que podamos. Es verdad que a veces “se nos viene la casa encima”, sobre todo cuando se ha llevado mucha vida social y ahora este confinamiento nos viene largo, pero “saldrá el sol”. Todo llega. Ahora mismo toca paciencia, poniendo más bondad que obligación y sacando del arca lo mejor de nosotros mismos.