La asistencia sexual, las manos que guían a la pasión frustrada

Ayuda a las personas con discapacidad o diversidad para explorar su cuerpo

09 feb 2020 / 11:10 H.

Hablando claro, ya sea solo o en compañía, masturbarse es un acto que incluso muchos dicen que han adaptado a sus hábitos diarios. Mejora el sistema autoinmune y el estado de ánimo, ayuda a conciliar el sueño, beneficia al estado de la piel y, en las mujeres, puede llegar a reducir los dolores menstruales. Y, por mucho que se sonrojen las mejillas o la punta de las orejas, siendo sinceros, todo el mundo se masturba.

O, quizás, puede que esto no sea totalmente cierto. Son muchas las personas que no tienen la libertad de, en un arrebato, poder disfrutarse. Los límites del propio cuerpo se convierten en barreras difíciles de superar cuando se dan casos así y las personas con discapacidad física o diversidad funcional saben que esto, en numerosas ocasiones, las obliga a reprimir su sexualidad. Y, al final, un sentimiento tan humano como es querer experimentar placer, acaba por convertiste en una frustración de la que es casi imposible librarse.

Pero, para acabar con esto, surgió una figura que está cambiando la vida a muchas personas que tienen discapacidades o diversidades, el asistente sexual. Dos palabras que para muchos aún son extrañas, turbias y propias de los tabúes que rodean al sexo. Y, curiosamente, mucho más cuando el caso se da en pequeñas provincias como Jaén. Hace ya tiempo que esta práctica está presente en numerosas ciudades y territorios del país, pero, en Jaén, esto pasa bastante desapercibido. Así lo defiende Dani, un jiennense que decidió apuntarse en la plataforma Asistente Sexual. Esta organización, que trabaja en el ámbito nacional, reúne a decenas de personas que, como Dani, ayudan a otras personas a “masturbase a su manera, con las manos del asistente y con sus propias decisiones”, exponen desde la plataforma. Más detalladamente, explican que la persona asistida “no accede sexualmente al cuerpo de la persona asistente”, así, el asistente “no tiene entre sus tareas excitar a la persona asistida, ni excitarse ella, ni sentir placer, ni educar ni intervenir terapéuticamente. Su intervención es puramente instrumental”.

Dani conoció la existencia de Asistencia Sexual por un foro y una serie de documentales. Tras esto, comenzó a informarse y, finalmente, tomó la decisión de participar como voluntario. Fueron dos chicas las que le guiaron en este nuevo camino que tomó para ayudar a los demás, pero hicieron hincapié en que su colaboración no debía tomarse, en absoluto, como si de una página de citas se tratara. “Es un trabajo. Se puede realizar desde el voluntariado, como hago yo, pero hay muchos que lo convierten en su medio de vida”, comenta.

Dani trabaja principalmente en la provincia de Jaén, algo que parece haber pasado bastante inadvertido. De hecho, piensa que aquí aún no tiene tanta aceptación como puede haber en otros lugares como Barcelona o Madrid. Pero, para llegar a prestar su ayuda a las personas con discapacidad o diversidad en la provincia, antes tuvo que pasar por un análisis de su propuesta por parte del equipo de Asistencia Sexual. Una vez aprobado, desde la organización establecen una serie de pautas de comportamiento a seguir con cada asistido, cómo empezar siempre el primer contacto por correo y fijar las necesidades del servicio que se va a realizar. “Siempre me ha ido muy bien. Además, contamos con el asesoramiento que nos dan y siempre responden rápido”, apunta.

Pero insiste, piensa que la asistencia sexual todavía no es conocida. “La historia de este servicio no es muy larga y yo soy de las pocas personas que trabaja en Jaén. La verdad, cuando empecé, esperaba muchas llamadas y correos, pero no. Tanto fue así, que, hasta ahora, solo he tenido seis contactos y tres encuentros”, matiza. Asimismo, aunque técnicamente puede calificarse este tipo de ayudas como “servicio”, él defiende que prefiere no llamarlo así, ya que en su opinión aquí no es importante el dinero. “Para la gente ya es difícil acceder a este tipo de cosas y esta ayuda se paga muy cara. Hay asistentes en Barcelona que pueden llegar a cobrar más de 300 euros. Pero, claro, ellos dan más cosas, como reiki, terapias de recuperación... son servicios más completos”, especifica. En este sentido, Dani habla sobre su experiencia personal desde que empezó a colaborar con la citada organización. Asegura que él no obtiene placer de ningún tipo, pues solo ayuda a llegar “a donde una persona no puede por su discapacidad”.

Asimismo, Dani expresa que, aunque su orientación sea la heterosexualidad, también ofrece su ayuda a los hombres, ya que “hay muchas personas que no pueden ni masturbarse”. “Para algunas chicas esto también es un gran problema porque no puede hablar de esto ni con sus familias. Pueden llegar a sentirse como objetos que no pueden tener vida sexual y esto es una necesidad para todas las personas”, reivindica.

Por ello, este jiennense tiene muy claro que aún quedan muchos tabúes que superar en este asunto. “Todos somos personas”, sentencia. El miedo y la autorepresión que sienten muchos de ellos hacen que, finalmente, acaben renunciando a tener una vida sexual. Pero, para acabar con todo esto, Dani subraya que la principal herramienta de la que se pueden servir son las redes sociales y las producciones multimedia. “Deberían reflejar esta temática en más series y películas. Que en ellas aparezcan pequeñas imágenes de esto podría hacer que muchos abran los ojos, porque este asunto está muy ignorado. Hasta que no te toca un caso de forma personal o muy cercano no llega a conocerse”, afirma, a la vez que continúa: “La gente no piensa en ello, en la sexualidad de las personas discapacitadas, los ven como algo que hay que cuidar. Por eso habría que reivindicar y concienciar con más ahínco esta actividad”, concluye Dani.