Gran comienzo y triste final

Un aguacero inesperado destroza la procesión, este año engrandecida por los legionarios

24 mar 2016 / 09:20 H.

La lluvia traicionó a lo que, en principio, prometía ser un gran Miércoles Santo. A eso de las nueve de la noche, cuando la hermandad sacramental abandonaba el barrio de San Ildefonso en olor de multitudes, un aguacero inesperado obligó a la procesión a dejar en un segundo plano su majestuosidad y buscar cobijo. Toda una pena si se tiene en cuenta la apuesta de la cofradía en su día grande de este año. Con la prisa que las características de los pasos permitió, el colectivo regresó, en cuanto pudo, a su sede canónica tras desandar el camino emprendido. Esta es la crónica triste, pero antes de que el agua crucificase la ilusión hubo momentos de sobra para escribir una página gozosa.

No necesita novedades la Cofradía Sacramental de la Buena Muerte para atraer a gentes ávidas de acontecimientos, que eso es su procesión por las calles jiennenses. Pero negar que la presencia de la Legión en la comitiva de este Miércoles Santo generó expectación desde el primer día que Diario JAÉN adelantó su participación en el cortejo sería, además de absurdo, completamente innecesario.

Como siempre, las aceras, los balcones y cualquier sitio propicio para ver pasar las filas blanquinegras del señorial colectivo catedralicio rebosaron admiración: la que despiertandesde finales de los años 20 del pasado siglo. Sí, todo siguió el guion establecido de la uniformidad, la elegancia extrema que caracteriza a La Buena Muerte cuando abandona sus naves. Ese Crucificado grandioso, su castellanísimo Descendimiento, el delirio mariano de las Angustias... Y lo que faltaba, si es que faltaba algo, lo puso el Ejército. Tres décadas llevaba sin desfilar en la Semana Santa de aquí la Legión, y a fe que había ganas de reencontrarse con el cuerpo. La ciudad, repleta, imposible para desplazarse por su asfalto o sus aceras, lo demostró.

Lástima que, a falta de acoger la anhelada estación de penitencia, la Catedral se abriera solamente para guarecer a todas las cofradías. Menos mal que eso nunca lo ha negado. Por lo demás, un día, por lo malo y por lo bueno, para no olvidarlo, por los aplausos, que no cesaron de premiar a quienes tanto lo merecían, y por las lágrimas, que pusieron el húmedo prólogo a un Miércoles Santo que se pintaba seco.

Medio centenar de militares

representación. Cincuenta legionarios, entre gastadores, mandos y sección de honores, participaron en la procesión. La delegación militar estuvo encabezada por el teniente coronel Navarro, el comandante Carricondo y el capitán Domínguez, entre otros. Formaban parte de la octava bandera “Colón” del tercio don Juan de Austria, tercero de la Legión. Tanto los fusileros como el banderín y la comisión de mandos llamaron la atención, aunque fue la escuadra de gastadores, compuesta por siete miembros, la que generó mayor expectación con los complicados y vistosos ejercicios que realizó con las armas.

Estrenos de gran importancia

restauración. La hermandad se encuentra en proceso de restauración de las imágenes de la Virgen de las Angustias y su Hijo muerto, trabajos que corren a cargo del restauradorNéstor Prieto. Una vez que concluya la Semana Santa, la cofradía reiniciará estas labores, que ya han terminado en la figura de Cristo, pero no en la de la bellísima Piedad.