Ese otro mañana
Que esta situación que atravesamos ha puesto en jaque a la sociedad en la que estábamos viviendo no lo duda nadie. Es ahora, cuando la realidad se impone y pone a prueba las capacidades de las que nos vanagloriamos como especie, el momento de recuperar la capacidad crítica que tenemos para desde ahí valorar la madurez que habíamos alcanzado como humanidad. Es obvio que la situación ha destapado que no eran tantas las seguridades desde las cuáles vivíamos y, por supuesto, ha dejado una vez más a la intemperie la fragilidad y vulnerabilidad que definen nuestra condición de homo sapiens. Tal vez, incluso, hayamos puesto al descubierto que también somos homo demens ya que no hemos sabido aplicar nuestra “sabiduría” para discriminar qué es lo necesario para lograr la sociedad del auténtico bienestar de todos y no solo de unos pocos.
También se comenta que gracias a las crisis es como el ser humano ha ido evolucionando a lo largo de la historia pues dichas circunstancias han provocado que saque lo mejor de sí mismo. La tristeza de todo esto reside en que siempre hay que pagar un precio por ello, siempre hay sufrimiento de por medio que pareciera que hay que asumir inevitablemente para poder salir victoriosos de tal situación. Esta vez parece que les ha tocado, fundamentalmente, a los más vulnerables de nuestra sociedad que son los mayores, esos que paradójicamente poseen la sabiduría que les otorga la experiencia de toda una vida vivida.
Quizá, después de todo esto, de que todo salga bien, según reza una de las máximas de este confinamiento, tengamos que replantearnos las prioridades de la sociedad que hemos construido y debamos dar respuestas a esas pandemias de fondo, no reconocidas, a las que también hay que hacer frente como son la educación, la sanidad, las cuestiones sociales y la investigación, entre otras tantas. Qué duda cabe que saldremos adelante, aunque no sepamos quiénes serán los que lograrán salir victoriosos tras enfrentarse a la enfermedad y, menos aún, cuántos se van a quedar en el camino bajo las miradas impotentes de los héroes de estos días. Que esto nos haga abrir los ojos para que podamos reconocer todo lo que estamos aprendiendo al mismo tiempo que la primavera sigue floreciendo, más bella y frondosa que nunca, en esta tregua que le hemos dado a la Naturaleza. Que valoremos y logremos reconocer que la salud global, de todos y de todo, es la única prioridad que puede sostener cualquier vida.