El último eslabón de la cadena más sanitaria

Las funerarias aplican medidas severas para evitar el contagio como la opción de prescindir del velatorio

21 mar 2020 / 10:49 H.

Otro dato triste. Junto al número de contagiados, otro número que no para de crecer a nivel nacional es el de fallecidos. Pero, cuando llega el trágico final, toda precaución es poca para evitar la expansión del virus.

Esa misión es la que han adoptado las funerarias jiennenses, plenamente conscientes de su papel y de que son la última etapa del círculo sanitario que se ha confeccionado en torno al covid-19. Los velatorios en la mayoría de casos se han suprimido, aunque el tanatorio Ciudad de Jaén o el de San José ofrecen la opción de que al velatorio acuden solamente entre seis o siete familiares como mucho. Si no es así, directamente se celebra unas exequias o responsos de quince minutos como máximo, en los que se lee la palabra y se bendice el féretro para inhumarlo o incinerarlo.

“La gente entiende todas esas medidas, señal de que está muy concienciada y se está comportando maravillosamente a pesar de lo dramático de la situación”, apunta Rosario Gómez, del tanatorio San José. Otras medidas de prevención se aplican al cadáver, que se envuelve directamente en un saco precintado y tras su proceso de desinfección, se introduce en el ataúd de zinc. Previamente, los facultativos sanitarios avisan del estado de los fallecidos con covid-19 para que se aplique todo un proceso que busca el bien común de evitar casos como el acaecido a principios de este mes en Vitoria, donde una persona, natural de Haro, acudió a un final y contagió a gran parte de sus vecinos, provocando el cierre de la localidad.

Las despedidas son crueles, a lo que hay que añadirle el agravante de que muchos familiares no pueden despedirse de sus seres queridos y solo pueden contactar con las personas más cercanas vía telefónica. Gómez insiste en que desde la semana anterior a la aplicación del estado de alarma, las instalaciones de la funeraria San José se desinfectan a diario con agua y lejía en todos los rincones como escaleras, salas y pasillos.

En definitiva, la tristeza de un final que nadie desea tiene ahora la misión de evitar cualquier conato de expansión del virus.