El Refugio Antiaéreo de Jaén, testigo de una cruel historia
El espacio suscita cada vez más interés entre los jiennenses y visitantes





Las piedras que no olvidan. Suenan las sirenas y con ellas se desata el terror. A partir de ahí todo son gritos de mujeres, de niños y de hombres que corren a toda prisa para ponerse a salvo, para llegar a tiempo al refugio del que depende que para muchos haya un nuevo amanecer. Es el día a día de los jiennenses y el resto de españoles durante los años negros de su historia reciente, es la Guerra Civil. Pero, antes, cuando corría el 1 de abril del año 1937, los 40.000 ciudadanos que vivían en la capital se enfrentaban a un día más, no sabían que iban a protagonizar uno de los bombardeos más cruentos que dejó el conflicto bélico contra la población civil.
El ataque de Jaén fue una operación de castigo ordenada por el general Gonzalo Queipo de Llano como respuesta al bombardeo de Córdoba por el ejército republicano ese mismo día. Los aviones rodearon el monte Jabalcuz y entraron por la ciudad en dirección sur. Las principales zonas afectadas fueron el barrio de San Ildelfonso, donde aún se ven unas piedras un poco más claras que taparon los impactos de metralla. También el barrio de la Alcantarilla, la plaza del Deán Mazas y una de las más afectada, la Fontanilla, que actualmente se conoce como la calle Mesones. Allí murieron 22 personas haciendo cola en un quiosco. Fue un ataque cruel, en un lugar que albergaba a miles de refugiados de los frentes del sur, que carecía de interés militar y en el que murieron 157 personas, más 280 heridos. A ello habría que sumar otras tantas muertes más, pues como respuesta, se llevó a cabo una saca de presos derechistas durante los días sucesivos en el que el mismo número de víctimas que se creía había causado el bombardeo, fueron trasladadas y fusiladas esos días en el cementerio de Mancha Real. Son relatos, los de una tierra, pero cuyos resquicios siguen estando presentes para que la historia no se vuelva a repetir. ¿Cómo? A raíz del bombardeo los arquitectos tanto el local como provincial, que eran Antonio María Sánchez y Berges Martínez, diseñaron seis refugios para la ciudad, uno de ellos el de la Plaza Santiago, que desde 2011 está disponible al público para que pueda ser visitado. Allí, en apenas unos metros se puede respirar un clima extraño que impresiona, que eriza la piel. El refugio, con capacidad para 1.040 personas, y al que luego se le añadirían algunos más tanto públicos como privados, supuso una posible vía de escape para los habitantes de la provincia. Aunque la ciudad no volvió a sufrir un ataque de estas características, se ha confirmado que cuando terminó la Guerra Civil se dejó un tiempo más abierto, pues “en seguida comenzó la guerra mundial y existía el temor de que España entrara en el conflicto”, confirma María Teresa Ruiz Alcántara, guía oficial que trabaja para el Ayuntamiento de Jaén. Una vez cerrado, no se volvería a reabrir hasta 2011, tras rehabilitarse para hacerse accesible al público con el objetivo de musealizarlo y convertirlo en un espacio para fomentar los valores democráticos y dedicado a las víctimas del ataque.
El refugio es un espacio municipal que está abierto a grupos, colectivos, colegios, institutos y asociaciones vecinales y culturales, que pueden concertar visitas guiadas a través del Patronato de Cultura o de la Concejalía de Turismo. Para ello, Ruiz aconseja llamar a la Oficina de Turismo e informarse de los horarios y las opciones de visita. El refugio, a pesar de suponer una gran oportunidad para indagar por la historia reciente de los jiennenses, no ha sido durante estos años un escenario turístico tan aclamado y exportado como otras zonas de la capital, tales como la Catedral o los Baños Árabes. Sin embargo, esta situación está cambiando. “Hemos notado un interés creciente que ha aumentado desde que se reabriera en 2011 tanto de personas de Jaén capital, pues está relacionado con un bombardeo que tuvo lugar en su tierra el 1 de abril de 1937 y donde algunos tienen familia que falleció en él o quedó herida en el bombardeo. También de otros municipios cercanos, ya que la capital acogió a muchos refugiados durante el conflicto. Asimismo, de otros lugares de España, pues la Guerra Civil es algo que nos llega a todos y, en última instancia, de personas de otros países con intereses personales o que quieren acercarse a la historia de nuestro país”, destaca la guía oficial. Para todos aquellos que estén interesados deben de saber que a lo largo del recorrido podrán comprobar el listado completo de víctimas con sus nombres, apellidos y la edad. Tendrán la oportunidad de experimentar, en primera persona, el horror de tener que enfrentarse al miedo, a la crueldad de una guerra en un itinerario que incluye un audio que recrea desde el instante en el que suenan las sirenas hasta que los ciudadanos acuden en busca de protección al refugio.
Asimismo, hay una interesante exposición con fotografías de la época, del propio bombardeo en una imagen que captaron los aviadores, de poemas de Miguel Hernández, entre otros. Por último, todos aquellos que lo deseen pueden dejar sus impresiones en un libro al final del recorrido tras un paseo por la memoria que merece la pena y que recuerda que solo aquellos que conocen la historia tendrán la oportunidad de no volver a repetirla.