El Comedor de San Roque bate récord con 300 cenas

Los temporeros acuden a las instalaciones de Cáritas para alimentarse

07 dic 2016 / 12:24 H.

El olor a guisado, a caliente, a puchero embriaga parte de la Avenida de Madrid. En la puerta del Comedor Social de Belén y San Roque una cola de personas de nacionalidades diferentes espera a que el centro abra. Múltiples historias con un denominador común, el que unifica a todo ser humano y el que no entiende de raza, religión, sexo o posición social: la necesitad vital de comer.

En temporada alta de visitantes extranjeros que acuden a la ciudad y “desembarcan” en la estación de autobuses para trabajar en algún tajo y recoger aceitunas, el centro social dependiente de Cáritas llegó, el pasado jueves, a ofrecer unas trescientas cenas. “Es el máximo número de comidas que damos en un día en lo que va de año. Se trata de una cantidad alta”, valora el director de Cáritas Diocesana, Rafael López-Sidro. Mientras, en el otro comedor que gestiona, el de Santa Clara, el responsable de la entidad indica que llegan a las setenta comidas. De todos modos, subraya que, a pesar de ser una cifra alta, es parecida e, incluso, algo inferior que la del año pasado. “No hay agobios por parte de los voluntarios, además, tampoco estamos pasando un invierno muy frío”, explica López-Sidro, quien recuerda que, de momento, los albergues no están completos. “La mayoría están al 50 por ciento de su capacidad, excepto en los de los municipios de Alcalá la Real, Martos y Villanueva del Arzobispo, y eso también lo notamos en los comedores”, argumenta.

Por otra parte, el responsable de Cáritas Diocesana destaca el número superior de españoles sin hogar que acuden a recibir los servicios solidarios de “Belén y San Roque” y de “Santa Clara”. “Entre los españoles hay que diferenciar a dos grupos, los que vienen a Jaén a trabajar en el campo y que llegan con sus contratos ya organizados, por lo que no se pasan por el comedor. Y luego están las familias sin hogar, que sí vienen a recoger alimentos o a comer”, explica Rafael López-Sidro. De hecho, estas familias acuden por las tardes, sobre las cinco, no solo para recoger menús ya preparados en la cocina, sino también a por productos para preparar las comidas en sus casas.

Abierto todo el año —excepto en agosto, mes que se cubre con el de “Santa Clara”, mientras que este cierra en julio y que suple el de la Avenida de Madrid—, el Comedor de Belén y San Roque ve incrementado el número de comensales ahora; sin embargo, el administrador del centro, José María Pardo, indica que, aunque son menos, durante el resto del año también acuden extranjeros, como rumanos y procedentes de los países africanos Mali, Guinea y Ghana.

El equipo de voluntarios del “Belén y San Roque” está formado en la actualidad por 43 personas que se dedican a diferentes funciones como cocineros, jefes de almacén, camareros, jefe de puerta, friegaplatos, el responsable de la contabilidad y el administrador. En cuanto a los menús, la cocinera Lucía Ortega Cañada destaca que los lunes se suelen hacer macarrones con atún, para respetar a los musulmanes; los jueves, fideos guisados; los viernes, lentejas o pescado frito — “que tiene una elaboración más complicada, ya que hay que tener en cuenta que cocinamos para mucha gente”, apunta Ortega—, y los sábados, arroz caldoso.

Por otra parte, a pesar de que las temperaturas dan una tregua, el director de Cáritas Diocesana insiste en que aún hay personas que duermen en la calle. “Hablamos de unas 25, una cifra algo inferior a lo habitual, ya que antes había entre unas 35 y 45 en la calle habitualmente. Esto quiere decir que se encuentran con la posibilidad de ir a muchos albergues abiertos que a lo largo del año no lo están”, explica Rafael López-Sidro. Asimismo, indica que otro de los motivos por los que hay menos indigentes es que cada vez se mueven más. “La movilidad que hay en la ciudad de Jaén es enorme, hay gente que llega por la mañana y se va antes de que anochezca”, subraya. Otra de las razones de que baje el número de indigentes es la falta de sociabilidad de estas personas. “No les gusta estar en sitios con mucha gente ni relacionarse”, aclara.