El brutal crimen de Ángela se reabre con el arresto de un hombre
Había ADN del detenido en el piso donde la joven fue violada y asesinada en 2011
A Ángela Jiménez Hortelano, una joven de 22 años, la violaron y la asesinaron en su propia casa en la madrugada del 12 de julio de 2011. El presunto autor de los hechos, Raúl García Rubio, también murió al precipitarse desde un cuarto piso. Se cayó cuando trataba de escapar de los agentes que lo perseguían, que llegaron a la vivienda tras ser avisados por los vecinos. En principio, parecía un caso cerrado. Sin embargo, no era así.
Casi cinco años después de un crimen brutal que conmocionó a toda la sociedad jiennense, la investigación ha dado un giro radical. La Policía Nacional ha detenido a un joven, de origen colombiano y residente en Guadalajara, por su supuesta implicación en los hechos. Se trata de una persona que había vivido con anterioridad en el mismo piso de la calle Sagrada Familia que alquiló Ángela un par de meses antes de que la mataran. Restos biológicos con su ADN hallados en unas braguitas recogidas en el piso donde apuñalaron a Sandra y las contradicciones detectadas en sus respectivas declaraciones han sido claves para que la Policía lo arreste.
En principio, a O. S. R., de 28 años, se le imputan delitos de homicidio, allanamiento de morada y agresión sexual. Ayer, tras una larguísima declaración ante el magistrado Fernando Moral, el hombre quedó en libertad con cargos. El juez decidió retirarle el pasaporte y deberá comparecer ante el juez todos los días. Y es que los indicios presentados por los investigadores fueron demasiado endebles como para convencer al fiscal y a su señoría de que enviaran al detenido a prisión preventiva.
La Policía siempre trabajó con la hipótesis de que Raúl García mató a Ángela Jiménez en solitario. Los investigadores sostuvieron la teoría de que el presunto autor de los hechos conocía el piso, porque había acudido allí en alguna ocasión para comprar droga. Se piensa que aquella madrugada quiso ir a por una dosis, sin saber que su “camello” ya no vivía allí y que, al encontrarse la casa cerrada, pudo acceder para robar. ¿Cómo entró sin forzar la puerta? La Policía dijo que Raúl metió la mano por una ventana contigua a la puerta principal y alcanzó la llave, que estaba puesta dentro de la cerradura. Una vez dentro, se encontró a Ángela, que estaba durmiendo. El desenlace fue fatal. Presuntamente, le asestó cinco puñaladas a la joven con un cuchillo que cogió en la cocina y que, además, también la agredió sexualmente. Después, comenzó a limpiar el piso. Fue así como lo sorprendieron los agentes de la patrulla que acudió al lugar, pasadas las seis de la mañana. Mientras los policías entraban al domicilio, escucharon un golpe en la calle: Raúl había caído al vacío mientras intentaba escapar. Murió en el acto.
Las investigaciones apuntaron a que este vecino de la capital, con numerosos antecedentes penales, actuó solo. Sin cómplices, como llegó a apuntar su propia familia. De hecho, se le vio salir en solitario de un pub en el que estuvo de fiesta aquella madrugada y las cámaras de seguridad del edificio de Telefónica lo grabaron accediendo, también solo, al bloque de pisos de la víctima.
En el marco de la investigación, la Policía recogió varias muestras en el piso. Entre ellas, unas braguitas en las que había restos de semen. No está acreditado a quién pertenecía la prenda. Hasta ahora, tampoco se sabía a quién correspondían esos vestigios. No obstante, se encontraban almacenados en la base de datos de perfiles genéticos que tiene la Policía Nacional. Y, hace unas semanas, “saltó” una coincidencia. Los restos eran O. S. R. El hombre fue “fichado” hace unos meses como presunto autor de un delito también de índole sexual. Por eso, ese ADN no había sido identificado con anterioridad.
La Policía comunicó el sorprendente hallazgo al juez, que reabrió el caso y decretó el secreto de sumario. Los agentes ya sabían que O. S. R. había ocupado el piso en el que mataron a Ángela hasta muy poco tiempo antes de que ella lo alquilara. Lo habían tenido en su punto de mira —llegaron a pincharle el teléfono— cuando investigaron el crimen, porque declaró que no conocía ni a Raúl ni a la joven asesinada. Sin embargo, después se descubrió que no era así y que sí conocía a ambos. Esas contradicciones y la reciente identificación de su ADN en las braguitas halladas en el piso permitió a la Policía dar el paso e involucrar al joven en los hechos. La hipótesis es que O. S. R. pudo “marcarle” el objetivo del piso a Raúl para robar e, incluso, facilitarle una llave que todavía guardase. El hombre, ante el juez, negó cualquier implicación en los hechos. Negó conocer a Ángela Jiménez y argumentó que es normal que su ADN estuviera en el interior del piso, porque había residido allí durante un tiempo, junto a su novia. Explicó que la noche del crimen estaba en Guadalajara, la ciudad en la que tiene su lugar de trabajo y juró y perjuró que nada tiene que ver con el crimen. El juez ni tan siquiera celebró la comparecencia de prisión y decidió dejarlo en libertad con cargos.