DÍA 46. Despertó la aurora

29 abr 2020 / 12:22 H.

Querido diario: Cuando hoy se despertó la aurora, sentí cómo sus versos se dibujaban en un amanecer con tonos azulados, el sol no quería dejarse ver y escondido tras las blancas nubes esperaba...

Mi corazón sentía en su interior nacer el nuevo día, la tarde de ayer aciaga y cenicienta me había dejado un sabor amargo, como el que se deshace tras masticar un fruto inmaduro. Nada había en ese momento más triste y aún no había podido superar aquellos sentimientos.

Llovía levemente y tras la ventana podía observar el pálido color que se dejaba ver tras los cristales. Apenas se escuchaban los sonidos, ni siquiera se percibía el canto de las aves que otras veces llenaban el espacio con sus trinos.

La pandemia asolaba las calles y desde mi ventana tampoco se oían las voces de los niños con sus juegos y risas infantiles. Se les había permitido salir una hora, pero la amada placeta seguía desierta y huérfana. Qué pena no poder descansar junto a la cruz con un libro en la mano o soñar en el jardín pensando que al volver de nuevo la siguiente luna, podamos liberados hollar el pavimento de sus losas desiertas.

No, querido diario, no sé cuándo volveré a retomar mi vida como era hasta entonces, hasta que aquella tarde de marzo se anunció este confinamiento que a veces, quiere hacerme perder la calma, pero que no va a conseguir, porque para eso le hará falta...

Mira, ahora pienso en las calles que dejé atrás hace ya más de un mes. Aquellas junto al Guadalquivir que baña sus orillas, a su parque de albero y de eucaliptos que erguidos parecen que rozan las nubes y hacen cosquillas al invierno.

Cómo seguirá todo, me pregunto, cómo estarán las rosas del jardín florecidas, aquellas que exhalaban su más preciado aroma. Y la fuente que escuchaba mi voz en noches estrelladas de pálidos colores. Ni te imaginas las tiernas sensaciones del agua cuando pasas a su lado, es como un dulce canto que se adentra en ti soñando con el fresco colorido de la luna.

Vuelvo al presente a contarte mis sueños, porque hoy aunque la tarde triste pinte de gris mi espacio, sueño con que mañana pueda seguir volando en mis pensamientos al lugar preferido, a los lirios, las amapolas, a los pinos, cruces, sendas, veredas...

A ver si el sábado consigo ver de nuevo ese lugar precioso que viviendo en la altura me llama cada día, mas no pueden mis pasos visitarlo.

Pero, tú, sabes que esperaré el momento.

Que aunque este confinamiento parezca debilitar las fuerzas no cree que aún tenemos la Esperanza. Esa que no se agota fácilmente, la que nos llena de valor para seguir avanzando sin cesar por este camino imaginario que ahora nos arrastra a un laberinto que parece sin salida, pero que sin duda encontraremos todos.

Hoy ha sido un día triste, pero no podrá vencerme la tormenta, ni la tarde cenicienta, ni el susurro lacónico de la lluvia que llora en los cristales.

Mañana volveré a contarte todo lo que mi corazón siente, volveré al blanco folio y a dibujar en él mis pensamientos.