¿Cómo se compra ropa en la Fase 1 hacia la “normalidad”?

Las pocas tiendas que han abierto adoptan severas medidas de seguridad

16 may 2020 / 10:50 H.

Tras haber engordado por culpa del confinamiento se presentan dos opciones. La primera —quizás la más sacrificada— apuntarse al gimnasio o salir a hacer ejercicio a la calle. La segunda es renovar el armario. Pero, ¿cómo es comprar ropa en medio una crisis sanitaria a causa del coronavirus?

Cierto es que son muchos los negocios que aún permanecen cerrados —no se permite la apertura de grandes centros comerciales e incluso las tiendas individuales y más pequeñas que forman parte de ellos tampoco pueden abrir si no tienen salida exterior—, pero hay quien ha subido la persiana.

Lo primero que uno se encuentra, por ejemplo, al acceder a un establecimiento de la firma Bershka, es una caja con guantes y un dispensador de gel hidroalcohólico con un cartelón donde se indica a los clientes los pasos a seguir antes de entrar en la tienda.

Una vez que el usuario ha desinfectado sus manos y colocado los guantes, puede avanzar por el pasillo. Las prendas de ropa están colocadas como siempre. Vestidos, camisas, camisetas, pantalones, zapatillas y demás accesorios. Nadie diría que una pandemia amenaza el mundo si no fuera por elementos que eran inusuales hasta ahora.

Los clientes pueden mirar la ropa, pero deben tener mucho cuidado de no tocar más de lo necesario —sobre todo si se trata de una prenda que ni siquiera se va a adquirir—. Una vez hecha la selección, el cliente se dispone a entrar a los probadores, donde el dependiente le indica la manera de proceder. No todos los probadores están disponibles, los que tienen la cortina hacia arriba, se pueden utilizar, pero no los que la tienen echada. Es decir, se utiliza un probador sí y otro no para garantizar la distancia de seguridad entre los clientes. Eso sí, todos han sido debidamente desinfectados como medida higiénica y de prevención.

Una vez el cliente se ha probado la ropa, decide en el interior del probador qué va a comprar y qué no, o por el contrario, si se marcha con las manos vacías. Cuando sale, junto a la mesa del dependiente se encuentra una especie de caja de plástico donde debe depositar la ropa que no va a adquirir y que posteriormente será desinfectada y colocada en las perchas.

El cliente, cargado como siempre con la ropa que sí se llevará, se dirige a la zona donde está la caja registradora. En el suelo se observan pegatinas que indican la distancia que se tiene que tomar con el resto de clientes, para evitar aglomeraciones en las filas que se forman para pagar en la tienda.

Una gran pantalla de metacrilato separa al cliente del dependiente y se da preferencia al pago con tarjeta de crédito. En caso de tener efectivo, se permite el intercambio de billetes de una manera segura. Entonces, el dependiente invita al cliente a volver a desinfectarse las manos una vez salga, donde hay, además, una papelera para desechar los guantes.