Bajo lupa cuatro presos en Jaén por “riesgo yihadista”
Interior mantiene un control “estricto y exhaustivo” sobre estos reclusos para evitar que se radicalicen

Cuatro reclusos yihadistas se encuentran ingresados en el centro penitenciario de Jaén. Estos internos están catalogados dentro del Fichero de Internos de Especial Seguimiento (FIES), lo que implica un “control estricto y exhaustivo” de todos sus movimientos durante su estancia en la cárcel. A los rígidos controles de vigilancia se suman las fuertes restricciones en su régimen de comunicaciones. Un seguimiento que permite conocer tanto sus relaciones dentro del recinto penitenciario como el contacto que mantiene con el exterior.
Y es que la amenaza yihadista no entiende de fronteras ni, tampoco, de barrotes: tras las redes sociales, las cárceles se han convertido en un “entorno ideal” a la hora de reclutar nuevos integristas radicales capaces de sembrar el terror. Para ello, el Ministerio del Interior puso en marcha un plan de seguimiento a presos islamistas. Una especie de “Gran Hermano” para vigilar a los reclusos que pueden convertirse en potenciales captadores o que son susceptibles de ser captados. Se trata de ponerles la lupa y clavarles mil ojos para evitar que los yihadistas radicalicen a otros internos para la causa.
Y es que lo que los expertos en seguridad nacional quieren evitar es el temido “efecto contagio”. En la cárcel de Jaén hay cuatro hombres vigilados por “riesgo yihadista”. Están ubicados en los módulos 5 y 6. Es muy difícil, por no decir imposible, que se mezclen con algunos de los más de 30 presos que profesan la religión islámica entre los muros de la prisión jiennense. Sin embargo, toda prevención es poca a la hora de prevenir una masacre, como la registrada en Barcelona con los atentados de Las Ramblas y Cambrils.
Fuentes penitenciarias aseguran que los presos yihadistas no se suelen relacionar con otros internos y se vigila especialmente su acercamiento a otros reclusos musulmanes, de los que “se desconoce si son yihadistas o no”, para evitar posibles captaciones y radicalizaciones. La “cuestión” terrorista es especialmente delicada y por ello fuentes penitenciarias no son muy proclives a aportar datos relacionados con este tipo de internos. Como norma general, en los supuestos en los que se aprecia que el preso bajo vigilancia puede estar intentando captar a otros reclusos, la primera decisión que se adopta suele ser la de recluirle en un módulo de Aislamiento e iniciar los trámites para su traslado a otro centro penitenciario”, indican las mismas fuentes.
Estos presos mantienen comunicaciones y visitas con sus representantes legales y con sus familiares igual que el resto de reclusos. La única diferencia es que, en Aislamiento, tienen una restricción mayor, especialmente en su régimen de comunicaciones. Así, este tipo de reclusos tienen más vigilancia y disfrutan menos horas de salida al patio. Con los presos yihadistas de Jaén no es una excepción, aunque estos internos no son considerados de un perfil alto. “No hay imanes”, corrobora un funcionario que trata con ellos a diario.
Las últimas estadísticas oficiales cifraban en 226 el número de presos relacionados con el yihadismo recluidos en las cárceles españolas. Cuatro de ellos están actualmente en la prisión de Jaén. Algunos de ellos, incluso, comparten módulos con algunos de los nueve presos condenados por su pertenencia a la banda terrorista ETA. Es el caso de Beñat Aguinagalde, uno de los pistoleros más sanguinarios y considerado el autor de los asesinatos del concejal Isaías Carrasco y del empresario Ignacio Uría. El etarra lleva poco tiempo en la cárcel de Jaén. Más antiguo en el Centro Penitenciario es Aitor García Aliaga. Miembro del comando “Madrid”, cumple una condena de más de mil años de cárcel por un coche bomba con un fallecido y 97 heridos en 2001.
En el módulo 5 también está José Ignacio Guridi Lasa, que entre otras. está cumpliendo condena por el asesinato del periodista José Luis López de Lacalle, perpetrado el 7 de mayo de 2000 en Andoain (Guipúzcoa), y por la colocación de una bomba-lapa en un todoterreno de la Guardia Civil que, al explotar, causó la muerte de dos agentes en Sallent de Gállego (Huesca) en agosto de ese mismo año.
Estabilizado. Los nueve “etarras” ingresados en la cárcel de Jaén supone el número más bajo de los últimos años. La prisión cuenta actualmente con 620 reclusos, que también es una cifra especialmente baja. No obstante, entre los muros y rejas del presidio jiennense no hay desahogo. Sigue habiendo saturación, tal y como denuncian los sindicatos. En concreto, una tasa de hacinamiento superior al 140 por ciento. Eso sí, atrás quedaron los años en los que la cárcel de Jaén tenía el dudoso honor de ser una de las prisiones más “apretadas” del país, por encima, incluso, del 200 por ciento. Lejos se vislumbra también aquel mes de enero de 2010, cuando se alcanzó una cifra récord realmente escandaloso, con más de 802 reclusos en las 415 celdas.
La Agrupación de los Cuerpos de la Administración de Instituciones Penitenciarias (Acaip) tiene en marcha la campaña solidaria por la que prevé cientos de donaciones de sangre entre los trabajadores de estos centros y demandar más medios para evitar las agresiones. El objetivo es llamar la atención por el aumento de los ataques que sufren los funcionarios de prisiones por parte de los reclusos. En Jaén, se registraron 16 incidentes de gravedad a lo largo del año 2016, según los datos aportados por el sindicato: “Y solo contabilizamos los episodios de violencia más graves, en los que se producen agresiones y el trabajador necesita asistencia médica. En esta estadística no tenemos en cuenta las acometidas verbales o los insultos”, explica el delegado de Acaip en Jaén, Pablo Viedma.
La campaña, denominada “Cada agresión, una donación”, se realizará en la provincia el próximo jueves. En concreto, está previsto que, al menos, una veintena de funcionarios del Centro Penitenciario acuda al Centro de Transfusiones, ubicado en el Hospital Neurotraumatológico para regalar su sangre y, de paso, llamar la atención por su situación laboral. Acaip pone el acento en que esta iniciativa se ha hecho coincidir con la operación retorno de vacaciones del mes de agosto, fecha en la que, “desgraciadamente, por los accidentes que se producen, aumenta la necesidad de sangre en los hospitales”. También coincide con el inicio de septiembre, cuando se recupera el ritmo de operaciones programadas, con “el consiguiente aumento de la necesidad de sangre en los mismos hospitales”, añade el sindicato en un comunicado. Hasta la fecha, hay inscritos más de 360 trabajadores, que donarán su sangre en los centros de hemodonación, hemoterapia y hermandades de donantes de todas las provincias del país.
La campaña forma parte de las actividades contempladas en el calendario de movilizaciones que el sindicato convoca en el ámbito nacional, como protesta por “la caótica e insostenible situación que se vive en las prisiones de España” y que, según Acaip, ha llevado a “iniciar un conflicto colectivo” con su proceso de movilizaciones para evitar el colapso del sistema penitenciario. Las donaciones serán llevadas a cabo por los trabajadores penitenciarios que previamente se están inscribiendo en esta campaña, a través de los modelos facilitados por el sindicato, que acudirán a los centros de donación en los días elegidos por ellos. Los trabajadores podrán hacer seguimiento de los funcionarios inscritos en la campaña a través de la web del sindicato.
La intensa actividad policial contra el yihadismo ha propiciado que, en la actualidad, se contabilicen 270 presos en las cárceles españolas por delitos relacionados con esta tipología de terrorismo. De hecho, superan ya en una veintena al número de internos de ETA, que cuenta, además, con otros setenta presos fuera de España.
Los cuatro presos yihadistas están incluidos en el Fichero de Internos de Especial Seguimiento (FIES). La vigilancia se hace sobre los comportamientos y actitudes de estos internos con información de confidentes que forman parte de la población carcelaria, funcionarios, llamadas intervenidas a familiares, conversaciones con otros presos.
Hay que dejar claro que ninguno de los cuatro presos internos en Jaén han sido condenados por delitos de terrorismo islamista. Se les vigila porque tienen unas características que los hacen vulnerables y susceptibles de radicalizarse y, además, de captar a otros reclusos. Más de 30 presos profesan la religión islámica entre las rejas de la cárcel de Jaén.
Son los propios funcionarios los que realizan las labores de vigilancia y control. En la cárcel jiennense hay varios trabajadores adscritos a este servicio y que realizan esas labores. Después, un grupo de especialistas analiza toda la información acumulada sobre el seguimiento a estos presos y la compara con los datos aportados por la Policía y la Guardia Civil.