—¿Cómo han vivido este Lunes de Pentecostés, ausentes de la aldea?

—Se ha vivido con tristeza y deseando de que llegue el próximo Pentecostés. Los rocieros nos adaptamos a las circunstancias porque estamos acostumbrados a vivir y transitar por caminos diferentes, unos más complicados que otros. Hay quienes no pueden hacerlo algún año, pero esperan el siguiente con ilusión y siempre con el cariño y la devoción a la Virgen del Rocío. Algo así es lo que nos ha pasado este año. Independientemente de lo que podría haber sido, queda la melancolía, pero en la mente del rociero está siempre su salud y la de los demás. Sin ella no hay camino. Tampoco se va a hacer el Rocío Chico y es una decisión acertada.

—La Hermandad está siendo muy activa para intentar ayudar durante la pandemia...

—No hemos parado desde el decreto del estado de alarma. Con la junta de gobierno y a través del whatsapp pusimos en marcha una campaña solidaria en la que hemos recaudado 5.000 euros para material de protección e higiene que hemos ido entregando a conventos y a los hospitales de Jaén, entre otros muchos. Donamos mascarillas, guantes, geles y un desinfectante sanitario especial que también sirve para la ropa.

—¿Qué reflexión querría compartir con hermanos y jiennenses?

—Ante todo transmitir prudencia, responsabilidad y que se cuide todo el mundo mucho, porque esto implica que la sociedad se cuide. También que se rece por los fallecidos; por los que están sufriendo ingresados; por la primera línea de batalla, los sanitarios, fuerzas de seguridad y los que nos abastecen de lo necesario a diario para vivir. Asimismo, un mensaje de solidaridad porque la Hermandad va a seguir intentando ayudar a todos los que tengan una necesidad, siempre en la medida de nuestras posibilidades. Nuestra campaña solidaria sigue en marcha.

—¿Qué es lo que más le ha impactado de la pandemia?

—En lo negativo, la situación que vivimos. Personalmente me siento insegura ante noticias poco creíbles. Cuando no había mascarillas, no eran obligatorias; ahora que hay, sí son obligatorias. Los gobernantes tienen que ser más serios, no se pueden quitar y poner muertos así como así. Por otra parte, en positivo, destaco cómo se ha despertado una gran solidaridad. En nuestro caso hasta los más chicos han ingresado un euro en la campaña solidaria porque querían que se protegiera al que lo necesita. Me quedo con eso, con la sonrisa de las monjitas, de los sanitarios, los policías o los guardias civiles cuando les hemos entregado material.

—¿Cómo es el camino de Jaén hasta la aldea?

—En los últimos años venía con nosotros la Hermandad de Baeza que este año, precisamente, ya iba a hacer su camino. Con ellos podíamos hacer la peregrinación unas 600 personas. No estando ellos seríamos casi 500. Es una gran responsabilidad para los Hermanos Mayores y los alcaldes de carretas desde que el Simpecado sale de la iglesia de San Juan de la Cruz. La gestión está a su cargo y hay mucho papeleo que solventar. Todo está muy controlado y acorde con el Plan Romero de la Junta. Son casi cinco días en el camino...

—¿Qué momento elige?

—Cuando llegamos cansados, con nuestras promesas y estás a la puerta de la ermita y ves a la Virgen. Entonces se producen esos silencios, esas miradas perdidas. No importante el sudor y el polvo del camino, da igual cómo estés, es tu momento de oración con tu fe y la devoción por la Virgen.

—¿Cómo cree que será el futuro tras la pandemia?

—Mi esperanza es que tengamos una sociedad más fuerte, con mejores valores y unida. Todas las cosas pasan por algo y debemos ser positivos para ver qué hay que cambiar o corregir. Tendremos que valorar más lo que tenemos día a día y que no hemos tenido durante 70 días. Pensábamos que éramos intocables y un organismo que parece insignificante ha podido con nosotros y nos hace ver lo vulnerables que somos.