“Las mujeres en prostitución lo van a tener mucho peor tras el virus”

anabel molina gonzález

02 jun 2020 / 08:28 H.

—¿Cómo está afectando la pandemia a los colectivos de mujeres con los que trabajan?

—Son varios los colectivos a los acompañamos. Por una lado estamos con mujeres jóvenes en el recurso de Casa Besana. Son mujeres en situación de exclusión o vulnerabilidad. También acompañamos aquí a mujeres víctimas de violencia de género que no han decidido cómo afrontarla y otras jóvenes con hijos y diferentes casuísticas. El confinamiento se lleva como en cualquier otra casa. Se ha vivido con bastante ansiedad en un principio. Tenemos madres con niños de distintas edades. De repente, mucha gente viviendo junta y, ya digo, en principio la ansiedad era un poquito más elevada.

—¿Cuántas mujeres están en esta comunidad?

—Tenemos cinco mujeres y ocho niños actualmente. De hecho también nos ha nacido un bebé durante la pandemia, a finales de marzo, con todas las dificultades que acarrea con lo que estamos viviendo. Tengo que resaltar, en este contexto, el trabajo de la monitora de la casa, que ha reintentado este recurso totalmente con actividades nuevas, ejercicios, baile, intentando levantar el ánimo de todas durante este encierro.

—También desarrollan el Proyecto Candela para mujeres en contexto de prostitución...

—Sí, este quizá es el más complejo. Son 425 mujeres que hemos contactado. Se cerraron los clubes y a la semana nos a llegó la voz de alarma, porque ellas carecían de recurso económicos, alimentación y productos de higiene. Hemos visto situaciones bastante lamentables entre ellas...

—¿Y cómo y de qué están viviendo estas mujeres ahora?

—Muchas de ellas se fueron y desde Cáritas se les facilitó el desplazamiento por si tenían algún tipo de red social en otro sitio, cuando el transporte público lo permitió, porque en un principio desde Madrid para arriba era imposible. Después se les facilitó el billete. Otras se fueron de los clubes a pisos y otras se quedaron porque les permitieron estar allí, pero en algunos clubes no y, claro, se quedaban sin hogar totalmente. Nos hemos coordinado para atenderlas con Proyecto Esperanza o con las Adoratrices para gestionar estas situaciones difíciles. Estamos atendiendo mujeres en 13 clubes, unas 65 están confinadas en ellos. Y en pisos hay 9 en la capital. También hay muchas de otras provincias que se han puesto en contacto solicitando ayuda o información...

—¿No sabían qué estaba pasando exactamente?

—Pues es así, hemos visto muchos casos y nos preguntaban han qué es esto del virus, porqué no se podía salir. Y sobre las ayudas que pudieran recibir tampoco tenían mucha información, o ninguna...

—¿Cómo y con qué se les apoya desde el programa?

—Les hemos facilitado alojamiento y el irse a otro lugar la que lo ha pedido para desplazarse a otros recursos. La alimentación, productos de higiene y de limpieza se ha gestionado con las Cáritas parroquiales. Los voluntarios han hecho un trabajo brutal. Gracias a ellos se les ha lleva a cada club lo necesario y básico para cada una de ellas y así todas las semana con el voluntariado de las parroquias. Reitero que su ayuda en plena pandemia de es espectacular.

—¿En qué condiciones están viviendo en estos clubes?

—Pues se puede imaginar perfectamente cómo vive una persona a la que no se le da alimentación, ni nada para la higiene personal, ni de limpieza. Si se permite que una persona esté sin comer...

—Sólo les permiten estar...

—Eso es, continuar allí sin información y sin facilitarles lo básico. Nosotros lo que pretendemos es seguir entrando para atenderlas y llevar lo necesario.

—¿En qué situación están ellas actualmente?

—Esta semana seguimos atendiéndolas. Cada semana se contacta allí con la persona de referencia y se evalúa lo que se necesita. Después, cada lunes se gestiona las ayudas. No hemos dejado de ir a ninguno. Nos están diciendo que algunos clubes va a abrir ya. Puede que la semana que viene...

—¿De dónde vienen? ¿Cuáles son sus perfiles?

—En la mayoría de los clubes son extranjeras en situación bastante compleja. El perfil es de exclusión social: No hay nada de ese mito de que están ahí porque ganan más dinero. Estas mujeres son más vulnerables que cualquier otro perfil. Son invisibles por su situación administrativa y esto les lleva a muchas no tener más alternativa que esa de ingresos económicos. No pueden acceder a ayudas, no pueden formarse. Para todo eso se necesitan los papeles, estar en situación de regularidad. Y muchas tienen familias en sus países que dependen en buena parte de ellas.

—¿Cómo ve su futuro cuando termine la pandemia?

—Va a ser peor. Todavía bastante peor. Los clubes les dejan estar allí ahora, pero muchos les alquilan, entre comillas, las habitaciones. Acumulan una deuda que cuando esto pase, y empiecen a generar ingresos les van a decir me debes tanto... Va a incidir en una explotación sexual mucho más bestia. Estamos incidiendo en ayudas que están saliendo...

—¿La Renta Mínima?

—Sí, han ampliado a otros colectivos, entre ellos a este, pero con alguna coletilla que hace que prácticamente se un porcentaje muy pequeño el que pueda acceder a la ayuda. La Junta está mostrando que quiere ayudarnos y confío en que se dé una solución para que puedan acceder a estas ayudas. Pero cuando esto pase va a ser impresionante lo que nos vamos a encontrar, peor si cabe que ahora.

—La lacra de la violencia de género no es menor...

—Como sabemos, durante el confinamiento se ha incrementado considerablemente. En lo que nos atañe, porque atendemos a mujeres que aún no han decidido si denuncian , o que no denuncian, para nuestra sorpresa no han contactado con nosotros para este problema, y cuando esto pasa, casi me preocupa más. No es porque no esté pasando, si no porque están tan controladas que no encuentran, seguramente, el momento. Las que denuncian, cuando se celebra el juicio, pasan con la Junta y a sus recursos, con su protocolos y todo el plan para rehacer sus vidas. Nosotros vamos, con las que acompañamos, en esa línea. Lo primero es que se rehagan emocionalmente y recuperen su dignidad. Luego, que sean plenamente independientes.