Ahora sí; España se rompe

    29 may 2020 / 11:01 H.

    La vida es el valor de los valores más preciado, pero tiene poco valor para el Estado. Y es la muerte de las miles de personas que se ha llevado la covid-19 en este país la que ha determinado el poco valor anunciado ya que meramente las ha delegado a desnudos números estadísticos.

    Cuando el pueblo raso aún no ha acabado de enterrar a sus muertos y desterrar el duelo, las familias que desde sus corazones defienden el verdadero valor de la vida de quienes ya no están entre ellos, para más inri, ahora es cuando empieza la cruda realidad de la absurda dualidad en la realidad de la “nueva normalidad” anunciada. Y lo hace con esta nueva crisis inventada, que parece ser que, con las escaramuzas de la automoción, el aluminio... quisiera romper la principal estrategia de la globalización en cuanto a la deslocalización de la economía (productiva, financiera...), que ante una mezcla de cautela y miedo ante lo que viene empieza a apoderarse de algunos países matrices cuyos gobiernos encienden la alarma. La relocalización de las grandes empresas de la economía productiva se pone en marcha, sin miramientos y en apresurada huida que pretende llevarse bajo el brazo las ayudas y subvenciones, así como las gracias fiscales que el Estado Español, a través de sus distintos gobiernos, le dio para que vinieran y se quedaran en el territorio español. Y es ahora, sí, no meses atrás cuando Catalunya aspiraba con fuerza, en sus calles, a su independencia. Sino ahora, ante el diseño del proyecto de Estado para la reconstrucción del país de las Españas, tras la “pandemia del coronavirus”. Ahora es cuando España, se rompe y empieza a desangrase por sus costados hasta llegar, al tiempo, a su mismo corazón. Ahora sí; España se rompe mientras los patriotas de pandereta (los irracionales de los símbolos de las banderitas e himnos, los de las evasiones fiscales y de capitales, los de la deslocalización de las empresas...), con sus actos barriobajeros y las facas traperas de su lenguaje, sin piedad, atacan a toda persona que entiende la gobernanza de otra forma a como ellos creen.

    El dinero europeo que han anunciado para España, bajo ningún concepto, no puede servir para el despido de trabajadores. No podemos permitirlo otra vez más (...). Más que nunca la unidad sin fisuras es necesaria. El país de las Españas ha de afrontar grandes retos que coagulen rápidamente la hemorragia que pone en peligro la subsistencia de millones de familias trabajadoras que están ya fuera del sistema que les permitía, a duras penas, “alcanzar” sus necesidades básicas. Una hemorragia, en un cuerpo (Estado), con insuficiencia de plaquetas incapaz de contener el ataque a los glóbulos rojos por uno de los propios componentes del plasma (los desechos) que persigue el enfrentamiento entre el pueblo y quiere elevar la temperatura más allá del fatídico número del 36. Dónde están los patriotas, los auténticos, no los de piel fina y de aristocracia, esos, los que con su plenitud de ponzoña se les llena la boca de España. Que acudan los patriotas auténticos, sólo esos, y que traigan con sigo el sosiego y la concordia —su trabajo— para que de la mano de ambas pongan en marcha y apoyen un nuevo modelo productivo que rompa con la dependencia de otros países. Un modelo productivo al servicio de las personas y no al de la economía financiera.

    Patriotas. Qué es España sino los ciudadanos que viven en ella. Pero ante la crispada realidad de la “nueva normalidad” y el afianzamiento de las carencias del pueblo raso: no deja de ser una patria hueca cuyas grietas están provocando que ahora sí; España se rompe.