A nuestras alcaldesas, a nuestros alcaldes

28 abr 2020 / 12:29 H.

Todos y todas somos conscientes del momento difícil y complicado que estamos viviendo. Más de cuarenta días de confinamiento en nuestros hogares; personas que conocemos y queremos, contagiados (familiares, compañeros, amigos...) y lo más grave de esta crisis, otros que nos han dejado sin ni siquiera poder decirles adiós por última vez.

Hombres y mujeres que en muy pocos días han perdido su empleo y se preguntan qué va a pasar el día después de la pandemia; millones de situaciones personales distintas, en las que, en este momento prima la salud frente a la pandemia mundial, pero en las que también produce angustia y ansiedad la preocupación del día siguiente.

Una situación extrema para la que no estábamos preparados ni aquí, ni en ningún otro sitio del planeta.

Con estas líneas, hago una reflexión en voz alta por un momento tan complejo como delicado y quiero destacar que, a pesar de todo, hemos podido comprobar lo mejor de nuestra sociedad, en esta provincia y en el resto del mundo.

El compromiso, el esfuerzo y el trabajo de distintos colectivos para atajar la pandemia, para acabar con nuestro único enemigo en este momento, el coronavirus, es admirable y fortalecedor para todos. Debe serlo. Un trabajo incansable para minimizar sus efectos en todos los ámbitos: el sanitario, el social, el económico e incluso, el personal.

Quiero destacarlo como un pensamiento positivo, muy positivo, en medio de una avalancha diaria de malas noticias y desazón. Una actitud positiva y fuera de lo común de toda la sociedad en general por respetar el confinamiento, y de manera muy especial, a aquellos que aplaudimos todas las tardes a las ocho en una convocatoria espontánea del pueblo. Me refiero al personal de nuestros centros sanitarios, de nuestras residencias de mayores y de otros dependientes, a las trabajadoras de Ayuda a Domicilio, a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, al Ejército, a la Policía Local, a los Bomberos, a quienes se ocupan del transporte de mercancías y de pasajeros, a los medios de comunicación, a quienes trabajan en tiendas, supermercados, panaderías, farmacias y otros establecimiento públicos, a los agricultores y ganaderos, al personal de limpieza, de recogida de residuos sólidos y abastecimiento de agua potable, y otros muchos y muchas que están ahí empleados y empleadas en instituciones públicas y empresas privadas.

Hoy, además, desde esta reflexión y aplauso intenso como presidente de la Diputación Provincial de Jaén, quiero hacer un reconocimiento a alguien que siempre está ahí. Personas que, como el resto, van aprendiendo como decía Machado “haciendo camino al andar”; y que de este tema, si me permiten el símil, no se examinaron cuando aspiraban a trabajar por los demás. Me refiero a los “alcaldes y alcaldesas” de este país, de Andalucía y por supuesto, de Jaén.

Posiblemente no esté de moda hablar bien y poner en valor la gestión de los políticos. Pero hoy quiero hacerlo y creo que es de justicia hacerlo sobre la labor incansable de los máximos responsables de nuestros pueblos y ciudades.

Yo he tenido la oportunidad durante estos días de confinamiento de hablar con los 97 alcaldes y alcaldesas de nuestra provincia, de todos los signos políticos. En todos ellos y ellas había un común denominador: la preocupación por el contagio de sus vecinos y vecinas.

Sin un manual claro que seguir, en muchos casos sin la información necesaria y por supuesto sin los medios adecuados han hecho frente a 97 batallas en sus municipios.

A la compleja tarea de que los servicios municipales sigan funcionando con normalidad en una situación excepcional, se suma la desinfección de sus plazas y calles, aprovechando las cubas de sus agricultores; la búsqueda de lejía y de otros productos desinfectantes; la compra imposible de mascarillas y la alternativa de fabricarlas con la colaboración vecinal; la preocupación por sus residencias; la atención a las personas mayores y la su atención pormenorizada, como facilitarles la compra de alimentos o medicinas, la simple llamada telefónica para comprobar cómo están; la atención a los más pequeños, facilitando fotocopias a los alumnos de sus centros educativos y así, etcétera, etcétera, etcétera. Un largo etcétera.

Son sólo algunas de las tareas diarias de nuestros alcaldes y alcaldesas. Tareas inmediatas como decía al principio, que no suplen la inmensa preocupación y desvelos por las consecuencias sociales, económicas y laborales de la pandemia en sus municipios.

Por todo ello y mucho más que saben, ven y comprueban día a día vuestros vecinos y vecinas, quería realizar este reconocimiento público a su labor incansable no solo porque lo creo justo, también para que pueda servirles de ánimo y fuerza en estos momento de gran dificultad.