Una procesión que alimenta el alma y también el cuerpo en Marchena

Los vecinos de la aldea marchan puerta por puerta para llevar a la virgen a los hogares
Vecinos danzando alrededor de la Inmaculada Concepción. / Paco Delgado / Diario JAÉN.
Diario de Jaén

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Santiago-Pontones cuenta con una gran cantidad de pedanías que se localizan por diferentes rincones de la Sierra de Segura. Unos lugares que quitan el habla al estar situados en pleno corazón de la provincia de Jaén. Una de ellas es Marchena. A pesar de encontrarse a más de 250 kilómetros de la costa más cercana, los barcos son algo muy presente entre sus gentes, concretamente durante los festejos. “A ver los barcos venir...” se escucha en las calles de Marchena. Por razones obvias, ningún barco llega al lugar. Pero quienes sí llegan son decenas de antiguos vecinos que no dudan en volver para rendir culto a la Inmaculada Concepción. Es posible que la procesión de Marchena sea una de las que más paradas tiene a lo largo de su recorrido. Una vez finalizó la misa, la congregación comenzó a movilizarse, mientras portaba a Inmaculada Concepción. La costumbre de sus devotos es parar en cada puerta del pueblo. Los dueños del hogar ofrecen bebidas refrescantes y variedad de aperitivos para recuperar fuerzas, a la vez que se danza alrededor de la virgen. El ritmo musical fue marcado por la charanga Los Pizarrines, de La Puerta de Segura. Mientras, un grupo se había desplazado a la parte alta, el resto permanecía expectante para lo que estaba por venir.

Los portadores comenzaron a correr mientras sujetaban a la imagen, ante el asombro de los presentes por la velocidad y agilidad al llegar hasta la zona alta de Marchena. A pesar de que la mayor parte del día estuvo nublado, ninguna gota de agua estropeó la jornada. Sin embargo, lo que sí caía del cielo, a cada instante, fueron innumerables garbanzos. La costumbre de lanzarlos hacia arriba para que caigan sobre los vecinos, y la propia imagen, se remonta a los primeros años de este festejo. Una vez no quedó una puerta a la que llamar, la procesión se desplazó al punto de partida, donde los vecinos rodearon la imagen en corro mientras quienes la portaban la mecían y danzaban. Una acción que repitieron en más de una ocasión pues las ganas de celebración no cesaban a pesar de la larga duración que había tenido la marcha. Tras finalizar, todos se reunieron en la plaza, para disfrutar de una paella, a la vez que se contabilizaba lo que había recaudado en la caja que la virgen portó en la procesión. Algo que garantiza la fiesta del año que viene llegará.

“La procesión es un acontecimiento que nos junta a todos. Siempre que puedo intento venir a verla. No me gusta perdérmela desde que era pequeño”, manifestó Mariano Ruiz. Francisca García afirmó que lo mejor de estas fiestas es “la armonía de la gente y el espíritu de gran familia que se genera”. “Me gusta mucho cuando al bailar nos juntamos todos como una piña. Soy de aquí y es maravilloso que tengamos una celebración así”, compartió Olga García. Sonia Robles va todos los años a las fiestas y le resulta sorprendente “la unión que surge no solo entre quienes nacieron” en el núcleo, también en quienes vienes de fuera. “Llevaba tiempo sin venir y este año he acudido con mi hija para que disfrute de la fiesta y pueda vivirla junto a mí y junto al resto de familiares”, aseguró Antonia Bunzano.