Sólido docente en Fredonia
Cuando Juan de Urda Anguita estudiaba Bachillerato en el instituto Virgen del Carmen, que por aquel entonces era todavía conocido como “el masculino”, y planeaba ir a la Facultad de Derecho en Granada, difícilmente podría pensar que iba a terminar enseñando lengua y cultura españolas en una universidad en el oeste del estado de Nueva York. Nació en Jaén y, antes de emigrar, pasó sus años en España entre Jaén y Granada, con un paréntesis en Dublín y otro en Ceuta, donde conoció a Isabel Cortijo Márquez, su futura mujer. Tras terminar Derecho en Granada, tuvo varios trabajos, sobre todo en bancos y gestorías, pero él siempre tuvo una inclinación por la literatura y la lengua, así que empezó Filología Hispánica en Granada.
Cuando terminó esa licenciatura en el año 2001, dudó entre continuar como contable o jugar esa nueva carta en su vida. Un buen amigo le habló de los programas graduados en las universidades de Estados Unidos, en los que se completa el doctorado mientras se vive de enseñar clases para el departamento. Así que, en enero de 2003, Juan y su esposa llegaban a Columbia, en el estado de Misuri, con todo los que habían podido encajar en cuatro maletas para empezar una nueva vida. Allí nació su hijo, David. Cuatro años y medio más tarde, De Urda defendía su tesis y terminaba el doctorado en literatura española por la Universidad de Misuri-Columbia. Para entonces ya lo esperaba una plaza de profesor asistente esperándolo en la Universidad Estatal de Nueva York, en el pueblo de Fredonia, en el rincón más occidental del estado de Nueva York. Han pasado ya quince años en Fredonia y Juan ha consolidado su posición docente y ahora es el equivalente a catedrático. En el camino, ha disfrutado cada semestre académico con sus estudiantes y sus colegas, y ha publicado dos libros de poesía, artículos académicos, un poco de ficción. Incluso ha llegado a ganar algunos premios literarios.
De Urda sostiene que la aventura ha merecido la pena, que han sido buenos años y el balance es muy positivo. La familia está contenta con su vida en Fredonia, es un sitio tranquilo donde se vive bien. Sus amigos y conocidos no son solo americanos, aunque muchos lo han sido. Han tenido la suerte de conocer y convivir con gente maravillosa de Latinoamérica (sobre todo de Argentina), de Turquía o de Trinidad y Tobago. “Vivir fuera de tu país de origen, conocer a tanta gente diferente, son experiencias fabulosas que dejan marca y los han convertido en personas muy distintas que si hubieran vivido en España, aunque en el fondo sigues siendo tú. Es como el acento de Jaén, que se va haciendo más suave, pero no se pierde del todo”, afirma.
Presume de haber llevado con orgullo su camiseta del Real Jaén (“la de los años cuanto estábamos en Segunda”) o la de la selección española en partidos de fútbol entre profesores y alumnos. Han tenido que adaptarse a muchas cosas, a horarios diferentes y a formas muy distintas de vivir. Los de las comidas y el trabajo, por ejemplo, le parecen más racionales: un almuerzo temprano y ligero en medio de la jornada laboral, y, una vez que esa jornada ha terminado a las cuatro o las cinco, una cena más fuerte. Y el resto de la tarde noche por delante. Por supuesto, han tenido que hacer sacrificios, como vivir lejos de la familia, especialmente de sus padres, y los amigos de siempre. Pero no ha sido tan difícil y, de hecho, piensan que es enriquecedor estar entre dos mundos. Ha ayudado, claro, estar trabajando y viviendo en un ambiente universitario. Juan y su familia se consideran “migrantes de lujo”, con doble nacionalidad.
Un emblema singular
La Universidad del Estado de Nueva York, en su campus de Fredonia, tiene como uno de sus elementos más significativos, una torre elevada, que sirve como reloj. Se trata de una curiosa estructura metálica de grandes dimensiones, igual que dispositivo que sirve para comprobar la hora y que es visible desde grandes distancias.
Un mensaje positivo
Juan de Urda pasa buena parte de su tiempo de trabajo en el aula de la Universidad. Sobre la pizarra de la clase, en español, hay un mensaje positivo. “Todo es posible”, reza el texto. Toda una declaración de intenciones en la que está considerada como tierra de las oportunidades, que ha recibido a millones de personas.
Un clima de extremos
Al ubicarse en el interior y cerca de los Grandes Lagos, Fredonia tiene un clima continental, aunque húmedo. Las precipita- ciones anuales son más del doble de las que caen en la mayor parte de Jaén. Las nevadas son frecuentes. La temperatura puede ir a 37 grados en los días más calidos a 32 grados bajo cero.
El enorme lago Erie
Con 25.700 kilómetros cuadrados, más de una vez y media toda la provincia de Jaén, el lago Erie es uno de los mayores de Norteamérica. Además de su importancia medioambiental, esta masa de agua tiene un papel fundamental para el clima. El “efecto lago” supone que se generen nevadas copiosas en las zonas próximas.
Disfrutar de la vida cerca de zarigüeyas y marmotas, siempre con la naturaleza cerca
En su forma de vida actual, argumenta De Urda, ha influido mucho el lugar exacto, Fredonia. Juan explica que Estados Unidos es un país, obviamente, enorme y muy variado en el que es muy diferente vivir en una zona rural en Texas que en Los Ángeles. Cada estado, cada pueblo es diferente. No se puede, en absoluto, generalizar y decir eso de que americanos son de esta manera o de aquella, opina. Es un país complejísimo que no es el paraíso que quieren ver algunos ni el infierno que otros piensan. Fredonia es un pueblo en el que la universidad es el motor económico y cultural. Pero sigue siendo un pueblo en una zona muy poco urbana. Debido a la arquitectura típica de la zona, con casas que tienen un terrenito y están entre mucho verde y árboles, no es raro que hayan visto detrás de su casa marmotas, zarigüeyas, ciervos e incluso zorros. Por un lado, tienen la vida social e intelectual de una universidad que es una de las mejores del país en las titulaciones de música (hay muchos conciertos y representaciones). Todo, a un paso de la naturaleza.
Libertad como base
El origen del municipio de Fredonia se remonta al siglo XIX. Se levantó en el lugar como hasta entonces como Canadaway, derivado de una palabra amerindia. El nombre de Fredonia fue acuñado por el político Samuel Latham Mitchill, a partir de la palabra inglesa “freedom”, que significa libertad, con terminación latina. Sería algo equivalente a Liberia, usado para bautizar a un país africano. En un principio, la denominación se concibió para todo Estados Unidos, aunque no tuvo éxito como tal. En cambio, si fue aceptada como denominación de numerosos lugares situados en varios estados.
Como curiosidad, en 1858, William Hart creó Fredonia Gas Light Company, la primera compañía norteamericana de gas natural. Un monolito en el centro urbano marca el lugar donde estuvo el primer pozo de extracción, que sirvió para comenzar la actividad, al principio muy modesta.
Muy buena ubicación
El municipio de Fredonia se encuentra en un lugar estratégico. Como dice Juan de Urda, Búfalo, que es una ciudad con mucha vida y posibilidades, se encuentra a unos 45 minutos y siempre es una opción para ir a comprar o a cenar fuera. “Para distancias americanas, tres cuartos de hora no es nada”, resalta. Unos minutos más al norte están las cataratas del Niágara y, justo al otro lado, Canadá. Eso sí, si alguien piensa que por estar en Nueva York tienen acceso a las ventajas de la ciudad, nada de eso. El estado es enorme y la megalópolis está a unas siete u ocho horas de coche. Siempre es una opción para vacaciones o un puente largo.
Cercana a los Grandes Lagos, la zona se caracteriza por su variada naturaleza, que incluye tanto el hábitat acuático como los bosques y las praderas. Sobresale la variedad faunística y de tipo botánico.