Solera cosecha un gran éxito en la I Fiesta de la Matanza

La pedanía rememora el pasado mediante olores y sabores muy únicos
Las matanceras de Solera preparan la masa del chorizo y la morcilla, mientras que el fuego cocina los alimentos que degustaron con ganas y nostalgia los vecinos que acudieron a la I Fiesta de la Matanza de Solera. / Pablo Espinosa Luna / Diario JAÉN.
Diario de Jaén

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Eche esta masa en venir, lo que la Virgen María tardó en parir”, recitó una de las matanceras que se dieron cita en Solera para celebrar la I Fiesta de la Matanza. A su vez, con la mano, signaba una señal de la cruz sobre la masa del chorizo recién trabajada, con las manos que aprendieron observando a sus mayores. Aquellas personas que desbordaban sabiduría, no la que se adquiere en los libros, si no la que da la tierra, el tiempo, y la obligación de sacar a una familia —y algún vecino—, adelante con el trabajo de sol a sol.

Antes, sobre la mesa, se repartieron los ingredientes que darían forma al manjar: pimienta negra, ajo, pimentón dulce, pimiento choricero, sal, vino blanco, y por supuesto, la carne del “marrano”. Todo reunido en un lebrillo mientras las brasas cogían fuerza para albergar los peroles que cocinarían las viandas. Tras la prueba y el beneplácito de los vecinos congregados, el comino, el orégano, el arroz, la cebolla cocida y la sangre, tomarían sus puestos para preparar la masa de las morcillas. Con cada sartén que salía del fuego, los vecinos de Solera se acercaban para recoger su ración, deseosos de paladear aquellos sabores que antaño se elaboraban en noviembre y servían para sobrevivir todo un año, como se encargaba de recordar una de las cocineras mientras removía la mezcla “para que no se pegue la sangre”.

Entre cerveza y recuerdo, el olor de la lumbre retrotraía historias contadas por las voces más sabias, risas y travesuras de la infancia, aquella que se añoró entre bocado y bocado. Las masas del chorizo y la morcilla se acompañaron con aceite “verde”, el primero de la temporada, con careta y panceta, todo para vivir un día de convivencia de los de antes, de los que atraía vecinos hasta la puerta de las casas, con productos de elaborados con las manos arrugadas, pero regalados con el corazón. El centenar de vecinos que puebla aquel rincón de Sierra Mágina, festejó por todo lo alto una iniciativa que, a buen seguro, se repetirá año tras año, pues “una tradición como esta no se debería perder nunca”, sentenciaron.

Constancia Bruque García puso en valor que fue un día muy bueno y que hacía mucho tiempo que no vivía esto, “desde que su madre dejó de hacerlo” y insiste en que “esto no se puede perder”. Asimismo, Daniel Fuentes Justicia dijo que la masa del chorizo salió muy buena, aunque la de la morcilla necesitaba más tiempo. “Es de agradecer un día como este”. “Desde que tengo uso de razón veía la matanza con mi madre y mi abuela, y teníamos que repartir para todo un año entero”, narró Catalina López Moreno. Por otro lado, Anastasio Juárez González contó que han criado y matado los marranos toda la vida y, para él, fue un día de convivencia muy bonito, como se hacía antes. “Tengo siete nietos y ninguno sabe cómo se hace la matanza. Lloro de alegría por haber vuelto a vivir un día como este”, valoró Isabel Piñar Justicia.